miércoles, 5 de agosto de 2015


         Sicilia( …..y capítulo 7º)

Y así, poco a poco, imbuidos por los estilos que Sicilia nos fue mostrando, iban concluyendo los días de permanencia en ella. Noto se nos presentó aquella tarde entre iglesias de fachadas tórridas y calles engalanadas con sales coloridas como queriendo despedirnos de modo festivo. Por allí seguíamos los habituales. Pepe Toni con su acreditación celíaca a capricho del menú a degustar que tantas bromas ocasionó en torno a la mesa. María José intentando explicarse cómo se pudo rodar una película titulada  “Los pájaros” y no ser ella la protagonista que le diese credibilidad. Amparo con su enésima charla que ya hubiese querido para sí en sus años mozos Fidel en sus mítines eternos. Concha, tan discreta como siempre, disfrutando de las instantáneas que le acercaban a su reciente vástago que tanto se le asemejaba. Miquel intentando conseguir semillas que trasladar a sus vergeles para darles un toque cosmopolita. Paco, sonriendo permanentemente y callando para sí de modo caritativo los calificativos que le otorgaba a semejante grupo. Maru, vigilante acreditada de puestos en la vanguardia del autobús mientras Nuria buscaba otra pócima para sus dolores sorprendentes. Asun, a modo de maniquí, exhibiendo las nuevas tendencias de calzado que tanto dieron de qué reí. María, soportando las mal disimiladas presiones que entre aquellas dos intentaban encaminar sus deseos a mayor gloria del parentesco futurible. Marce, analizando las innumerables ecuaciones sin resolver desde su mirada compasiva. Jose, disparando todos los dispositivos digitales que inmortalizarían  el viaje y con la duda permanente sobre la rapidez de los camareros. Roque, buscando siempre la huida de la contraluz que tan malos resultados otorgaba a las instantáneas. Trini, pensando en el próximo encendido del farolillo callosino que iniciaría las fiestas patronales. Y con todos ellos, la risa permanente que acabó por envolver en letras mayúsculas el recuerdo de semejante estancia.  Fue una suerte decidirnos por Sicilia, pero a la suerte hay que ayudarla. Y en esta ocasión, las ganas de divertimento se pusieron a remar a nuestro favor. Quién sabe si dentro de unos años, alguna leyenda da fe de lo bien que lo pasamos. Igual no saben si situarnos entre la Cosa Nostra, el Barroco Festero, las lavas de una próxima erupción del Etna o las agitadas aguas del Jónico indomable. Sea como sea, gracias amigos, y hasta siempre.  Por cierto, Alejandra, espero no haber llegado tarde en esta ocasión.   

 

Jesús(defrijan)   

martes, 4 de agosto de 2015


         Sicilia(capítulo 6º)

Allá a lo alto, majestuoso dominador de la isla, el Etna esparcía vapores blancos que anunciaban su tranquilidad interior. Respetado y temido aportando fertilidad desde las lenguas de lava que dan testimonio de su furia que se revela cuando se le ignora. Nos llamaba y a él acudimos serpenteando las laderas y afrontando los desniveles hasta dejar el azul de las aguas para cambiarlo por el de los cielos. Restos de sus vómitos dando muestra de su poderío fueron ascendiendo con nosotros hasta la base en la que el interés comercial busca hacerse un hueco en la mochila del viajero a modo de suvenir. Y él, retándonos desde lo alto. Los más atrevidos emprendiendo la ruta del ascenso a pie y los menos preparados dejándose guiar por el teleférico hasta los mil ochocientos metros. Allí la posibilidad de seguir el ascenso venía de la mano de los todos terrenos que a modo de  camellos mecanizados nos aproximaban hasta el límite máximo permitido.  Y los cráteres pausados esparciendo calores al más mínimo roce de la piel. El bordear su brocal supuso una lucha entre las respiraciones preñadas de aires sulfurosos y las instantáneas que aparecían a nuestro alrededor. Justo en las laderas de los mismos, las huellas firmadas en piedras alineadas de aquellos que quisieron dejar constancia de su paso por las cenizas de lava. Entre los óxidos de hierro se leían dedicatorias a amores que harían envidiar a los dioses del Olimpo y corazones trazados sobre el fuego interno que todo amor necesita. Bajas temperaturas que azotaban los rostros compitiendo con el sol que iluminaba la mañana. Las mil y una leyendas de amor odio entre los protagonistas mitológicos llegando a danzar como ninfas a nuestro alrededor y ante ellas el tesón de quienes quisieron alcanzar la cumbre a pie. Y así, poco a poco, iniciando el descenso hacia la base sabiendo que la magia del momento nos acompañaría para siempre. La Tierra eligió como uno de sus respiraderos al Etna y fuimos testigos de la contención de su ira. Siracusa nos citaba y todo principio por desalojar lo sumergido hablaba de Arquímedes. Allí el Oído de Dionisio sacaba a la luz la crueldad de quien decidió dejar morir a los prisioneros por sospechar confabulaciones en su contra. Y como contrapunto, Ortigia, en la que Alfeo enamorado de Aretusa tuvo que convertirse en río para acabar manado en la fuente en la que se convirtió su amada. Cuentan que las aguas viajan de modo subterráneo desde el Peloponeso hasta Ortigia y no seré yo quien lo pongo en duda.

 

Jesús(defrijan)

lunes, 3 de agosto de 2015


         Sicilia(capítulo 5º)

Aún con el recuerdo de las catacumbas y la incógnita a resolver sobre los misterios del embalsamamiento, la ruta a Segesta siguió las indicaciones de la leyenda. Nicola, afamado buceador, tuvo que someterse a los caprichos reales que dudaban de su habilidad. Primero recuperó de las aguas una corona que el coronado lanzó a modo de reto chulesco. A continuación recuperó una copa de oro que buscó más profundidades y con ello venció al engreído monarca. Por último alcanzó como destino abisal a la moneda de oro que minimizaba tamaños y aumentaba desafíos. Cuentan que en tal inmersión observó cómo de las tres columnas que sustentaban a la isla, una de ellas estaba a punto de venirse abajo. Movido por su filantropía, sustituyó con uno de sus brazos al soporte marino y con ello evitó la hecatombe. Cuentan que cada vez que la isla tiembla se debe a que Nicola cambia de brazo sustentador y así su obra continúa en beneficio de todos. Del rey, de su soberbia, nadie creará una leyenda; pero nadie temerá lo peor cuando las fuerzas terrestres decidan empujarse porque sabrán que Nicola vela por ellos. Y en estas estábamos cuando llegamos a Segesta. El primero de los templos se alzaba en la cumbre y daba muestras de un pasado pletórico. Después siguieron los del valle de los templos en los que la necesidad  de mantenimiento se dejó tentar por las firmas capitalistas actuales a la hora de celebrar una reunión pomposa a mayor gloria de su caducidad. He de suponer que tendrían especial cuidado en no levantar la ira de los dioses para no verse sometidos a su venganza. Mientras tanto, el calor seguía viaje con nosotros y las instantáneas múltiples  se acumulaban a modo de recordatorio. Breve descanso y paso por la villa Scala para disfrutar de la conservación de mosaicos, salas, habitáculos en general que la arcilla derramada por la ladera próxima tuvo la fortuna de proteger hasta su descubrimiento. Erice, como atalaya medieval a modo de nido de águilas y  Taormina a cuyo anfiteatro accedimos entre las puyas del sol inmisericorde cuya única pócima fue el jardín que costeaba el precipicio. Y sobre las paredes próximas a la iglesia unos hules a modo de coplas de ciego dando fe de la historia de Salvatore Giuliano.  La actuación de un grupo musical de moda en su coliseo anticipó nuestro regreso anunciando que alguien sobraba entre las huellas de la historia y no era cuestión de permanecer más tiempo.  A modo de acomodaticios viajeros, seguíamos ocupando las filas traseras mientras Amparo seguía su incansable parloteo  explicando su querencia a los sombreros que tan necesarios se hacían. Quedaba mucho por descubrir y estábamos dispuestos a ello.

 

Jesús(defrijan)