viernes, 30 de enero de 2015


       El viento

El aire es uno de los elementos fundamentales del existir. Resulta obvio remarcar su importancia y por lo tanto no voy a incidir en ella. Pero el hermano vigoroso y díscolo del aire, el viento, ese sí que merece especial atención. Por caprichoso gira de destino cada vez que se le antoja sin dar explicaciones algunas. Es capaz de acariciar los lienzos que buscan excretar humedades en las solanas a las que se tienden con la suavidad propia del enamorado que viene a buscarlos. Es capaz de embravecer a las aguas para hacerlas saltar a su antojo trazando grafismos de salitres entre los que evitar naufragios. Es capaz de  cruzar por los resquicios de las ventanas silbando melodías a quienes las sueñan despiertos. Es capaz de canturrear letanías a quienes temerosos se esconden por considerar sus intenciones perversas. Es capaz, en definitiva, de guiarse por el único método que los románticos dan por válidos y certifican como inmortales. Decía Felipe Mellizo que quien fuese capaz de cruzar a vela los tres cabos infernales de los océanos, tenía derecho perpetuo a lucir en sus lóbulos los aros que así lo atestiguaban. Sin duda, aquellos aguerridos marineros, sabían de la fortaleza del viento y el pulso se lo ganaron en base a la constancia y a su comprensión. No en balde se rige el timón por las indicaciones que una rosa señalaba sobre cubierta antes de que las tecnologías usurpasen el espíritu aventurero. Y caso de llegar la noche, las estrellas se aliaban con Eolo para seguir marcando la ruta. Por eso la certeza más absoluta nace al saber que nadie será capaz de someterlo y que en el mejor de los casos, moderará su fuerza. En cualquier caso, si hay algo triste de verdad, es ver, como agotado, el viento deja de soplar y permite a las naves de los sueños navegar al pairo desconcertadas implorando su regreso. Provocará el renacer de la llama o su extinción, moldeará a la roca que forja a la tierra, agitará o apaciguará a las aguas y siempre, siempre, será bienvenido cuando llegue la primavera y le encargue expandir el polen del amor por quienes tanto lo necesitan y echaban de menos. Por eso, si un día como el de hoy, lo veis agitado, no le reprochéis nada. Seguro que dentro de sí conoce las razones últimas que le llevaron a comportarse de este modo y nos deja a nosotros la opción de descubrirlas.

jueves, 29 de enero de 2015


    El ladrón de Megas blanco

Se han acabado los ladrones de guante blanco. Aquellos que resultaban  hasta simpáticos porque a la audacia del robo unían la elegancia para no causar daños excesivos al honor de los robados. Manejaban las ganzúas con una maestría tal que ni siquiera el smoking se arrugaba en pleno acto de hurto. Se acabaron, sin duda. La última moda es la de un cíber ladrón que se apropia de tus archivos y los retiene en una caja secreta del banco llamado Nube. Desde allí, a modo de cobrador sin chistera le manda un aviso de cobro de la deuda que no imaginabas haber contraído. Mejor dicho se convierte en un secuestrador provisional a la espera del rescate que te sugiere amortizar a riesgo de perder todo tu arsenal de fotos o documentos. Una nueva entrega de la Guerra de las Galaxias en la que se nos propone utilizar los rayos láser a modo de ingreso en una cuenta que imagino estará ubicada fuera del control legal. Parece que la petición de rescate aumenta a medida que las horas pasan y no te decides a hacerla efectiva. Me viene a la memoria aquella situación de secuestro personal que sufrió Paul Getty III a manos de unos delincuentes en la que solicitaban a su archimillonario abuelo Paul Getty I  el rescate de su nieto. El abuelito de marras adujo que teniendo catorce nietos no consideraba  oportuno abrir la espita de futuros secuestros. Así consiguió que el cartero le trajese la oreja de su nieto a modo de advertencia y pagó de mala gana una parte del secuestro. Eso sí, desheredó a su nieto por considerar que ya había heredado con el rescate. Pues bien, ¿qué hacemos si nos llega el aviso del secuestro de nuestros archivos? ¿Pagamos de inmediato para no perder las fotos desenfocadas de la última fiesta? ¿Asumimos el rescate y así recuperamos el poder sobre nuestros textos que nos acercan al sueño de ser aprendices de escritores? ¿Le damos pasaporte al ordenador y recuperamos el tacto de la tinta y el papel? No sé, la verdad, cuál de las opciones sería la más adecuada.  Sea la que sea. Queda clara la evidencia en la que nos vemos inmersos ante la maestría del delincuente con formación suficiente. No será necesario ser uno más de la lista de paranoicos que por el miedo a ….decidan permanecer callados. Ahora bien, sin existe una mente tan privilegiada y perversa capaz de idear este expolio, seguro que habrá otra capaz de expoliar al expoliador y recuperar a menor precio lo robado. Es cuestión de tiempo el que aparezca el rescatador mercedario que nos permita recuperar en cómodos plazos lo robado. ¿Y si resultase ser el mismo? ¡Uf, creo que me está rallando tanta comedura de coco! De cualquier modo, entre un elemento al que no ponemos cara y nos roba información, unos trajes a rayas con tarjetas negras sin límite, unos electricistas que entre voltio y voltio del Botafumeiro metían mano en las huchas, Honorables que heredaron y no recuerdan cuánto, tesoreros que trabajaban de carteros repartiendo sobres a destajo, estamos apañados. Acabarán pidiéndonos las dos orejas y seremos capaces de alegrarnos por no habernos pedido el rabo.          

miércoles, 28 de enero de 2015


     Los sin corbatas

Sus días parecen contados. Ese complemento sinónimo de elegancia en otras épocas parece condenado al destierro. Está siendo reemplazado por los cuellos abiertos de camisas desprovistos  de nudos asfixiantes. Parece una premonición a modo de guillotina que se está extendiendo como la lava en las nuevas clases dirigentes o a punto de dirigir los destinos mediterráneos. Por más que a Ángela o a Christine le parezcan convenientes, elegantes, necesarias, inevitables, las nueces de millones de cuellos están abogando por la renuncia a su papel de reos ante tales verdugos. Y no les falta razón. Han soportado nudos de miles diseños sobre los que aguantar las respiraciones contenidas y ahora que el aire les escaseaba hasta el término inaguantable han decidió deshacerse del mismo a modo y manera de una boda en la que se subastan los trozos que el novio lucía. Se acabó la usura de futuros, el expolio de las esperanzas, la negación de la dignidad. Quedarán, por mucho diseño italiano que tengan o por mucha seda que las cubran, como símbolos de la opresión mediante la que la codicia de unos llevó  a la ruina de los otros. Sí, ya sé, ya estoy escuchando las réplicas que conminan a pagar religiosamente la deuda generada. Pero no oigo a nadie realizar un acto de contrición al reconocer que regalar dinero sin explicar los riesgos a los que te expone la no devolución te acabaría llevando. Primero el dulce sin control y luego a limpiar la caries sin anestesia y sin derecho a la queja. Mientras tanto, la prima del famoso señor Riesgo, casquivana como siempre, mostrándose caprichosa y frívola  en su deseo de meter miedo a quienes  ya no  tienen hueco para él. Han jugado con dos mazos de barajas, se han guardado los comodines de ambas y empiezan temer el abandono de la partida por quienes siempre se ven perdedores. Al menos deberían ser humildes al reconocer su culpa. Conforme vayan viendo que se vacía el casino que ellos montaron se darán cuenta de que los únicos que siguen manteniendo el complemento en su cuello son ellos. Se mirarán sorprendidos ante la falta de jugadores y quizás opten por dos opciones: o quitarse las corbatas definitivamente o apretarse más el nudo en un último y desesperado intento de entender lo que está clarísimo. Mientras tanto, quien quiera que acuda  la llamada del crupier de turno y siga esperando el premio a su fidelidad. Eso sí, que espere para no cansarse.


   

martes, 27 de enero de 2015


Orientarse con los pies
La tecnología no deja de sorprenderme día a día. Resulta que acaban de diseñar y sacar al mercado una aplicación que se instala en las plantillas adecuadas y cuya misión consiste en transmitir mediante vibraciones la ruta exacta hacia el destino elegido. Es decir, programas desde cualquier dispositivo la opción, te calzas las zapatillas y a caminar. Genial. Ya no es necesario consultar el mapa obsoleto, ni la placa de la fachada correspondiente, ni preguntar al viandante de turno. Sencillamente, con marcarte unos pasos de claqué a ritmo de pulsaciones en los metatarsos, será suficiente. Y digo yo, sin ánimo de ponerme pesimista, ¿qué pasará cuando vayamos acompañados  y cada cual opte por una ruta diferente? A las disputas propias de quienes nos convertimos en marcos polos cotidianos, se le habrá de sumar la querencia personal. Eso sí, mientras tanto, el baile de San Vito alternará con la Tarantela bajo tus plantas. Será algo así como la tentación que a menudo nos llega y a la que tan habitualmente rechazamos por temor a pecar. Por supuesto que dejaremos de prestar atención  a cuanto sucede ciento setenta y cinco centímetros más arriba por estar concentrados en el polo inferior. Obviamente, la aplicación será ampliada con un registro de aciertos y errores sobre las estadísticas que la página que será creada al efecto. No será necesario desandarlo andado puesto que el mismo calzado nos corregirá sobre la marcha. Quizás se encargue de analizar si el ritmo que llevamos es el adecuado a nuestra edad y/o condiciones físicas para acelerarnos o ralentizarnos a su antojo. Queda para no mucho más adelante la versión casera mediante la cual en las pantuflas se nos orientará sobre la medicación a tomar, la tensión podológica, la circulación de las extremidades. Miedo me da el pensar de otras opciones que sigan empeñadas en regularnos la libertad de opción camuflándose en virtuosismos informáticos. Es el mundo virtual hecho realidad y continúa colonizando nuestro día a día. Hace tiempo que empezó por el cerebro, siguió por la vista y se dirige a los pies. Aunque bien mirado, visto el caminar de zombis que inundan las aceras abducidos por una pantalla tras la cual se asoma otro zombi parecido, no va a resultar mala opción la de estas zapatillas. Ya le añadiremos el plus que evite los choques en cadena sin necesidad de alzar la vista y perder el ritmo del tecleo  callejero.  Sea como fuere, antes de que los juanetes acaben destrozando semejante dispositivo dejo abierta la posibilidad de escuchar a quien las haya o vaya a probar. Más que nada para saber a qué atenerme si les veo bailar en mitad de la calle una danza más propia del tío Calambre que de un transeúnte cuerdo.      

lunes, 26 de enero de 2015


     Podemos y ya veremos si queremos

…..seguir con la soga al cuello. Eso mismo es lo que parece que han decididos  los creadores de la democracia ayer domingo. En base al desencanto han recogido el deseo popular de seguir subsistiendo con unas condiciones mínimas de dignidad y han depositado el voto en quienes les auguran un futuro esperanzador. Está claro, estaba claro, estará clarísimo, de quien ha sido la culpa. Aquellos dirigentes que han regalado el dinero y han envalentonado a gobiernos a deudas impagables, quienes después reclamaron el pago desde el no control del gasto, ahora se desayunan con la posibilidad de no cobrarla por decisión de las urnas. Ellos son los culpables, por incitadores al consumo desmesurado. No hace mucho, o eso quiero pensar por mis años, para conseguir un crédito necesitabas poco menos que los avales de tu árbol genealógico completo y no se te suministraba el total del mismo. Poco después, prácticamente se regalaba en base a la buena marcha económica mundial y entre ellas, la  nuestra. Y llegadas las vacas flacas, comenzaron los reclamos y la imposibilidad de devolución. Desahucios acompañados de robos a mansalva por parte de quienes debieron dar ejemplo han derivado en estas opciones políticas que abanderan la decencia  falta de corroboración. Empieza a cundir el pánico entre quienes las aborrecen por temor a perder sus pedestales sin quererse dar cuenta de lo culpables que son por haber provocado el desencanto y la desesperación entre quienes ven en ellos a la opción deseable. En Grecia, bajo las milenarias piedras, se ha puesto de manifiesto el hartazgo y aquí, puede que pase lo mismo. Por más intentos que hagan por infundir el miedo en quienes ya lo han perdido, no lograrán convertirse una vez más en salvadores de ovejas descarriadas. Estas ovejas, hasta ayer sumisas, están a punto de pastar en otros prados que les ofrecen algo que estos pastores no conocen y se llama esperanza. Si al final de la estación, han errado o no, ya se verá. Pero al menos dejarán clara la opción que nace del hartazgo y que busca la solidaridad de quienes les gobiernen por más que les duele a los que les han gobernado.  Mientras  tanto, que cada cual valore sus opciones, asuma su parte de culpa y si es posible, haga acto de contrición  arrepintiéndose de sus malas acciones. Aunque creo que esto es altamente improbable por muy azul que aparezca el horizonte o muy roja que imaginemos la sangre.   

domingo, 25 de enero de 2015


       El deseo de viajar

No deja de sorprenderme el deseo que brota de cada quien ante la posibilidad de realizar un viaje. La primera insinuación despertará en ti un cuestionario de interrogantes a los que gustoso pondrás respuestas esperanzadas. Y en ellas mismas emprenderás a la ruta que te llevará al destino elegido envuelto en la misma curiosidad que el desconocedor del mismo lleva en sí.  Será más o menos sugerente en base a los aciertos publicitarios y sobre todo a las fidedignas opiniones de quienes te antecedieron. Dará igual si los kilómetros se multiplican o sencillamente vamos a la vuelta de la esquina. Lo importante será sentirte como un aprendiz de experiencias a las que permitir pegarse a tu piel. Ellas serán las que avalen el resultado final del mismo y con algo de suerte firmarán el acierto de tal elección. Por eso, no soy muy partidario de desmenuzarlo antes de haberlo realizado. Huyo de quienes pormenorizan  todos los detalles, derraman consejos y esparcen recomendaciones extremas que acaban dando por finalizado en viaje antes de emprenderlo. Si le quitamos la vitola de la sorpresa, igual el sabor ya no es tan fresco como soñamos. Suelo tender al pesimismo quizás por un íntimo deseo de verme refutado a pie de calle en la meta elegida y así acabarlo con una sonrisa. No es que reniegue de la planificación, pero un porcentaje  elevado debe quedarse para la improvisación. Ese rincón escondido, ese músico callejero, esa sonrisa robada, esa calle casi olvidada. Todos estos detalles barnizarán el marco de tu recuerdo a la espera de ser colgado de alguna pared.  Pero si hay un viaje al que nadie se puede resistir es ese que se dirige a ti mismo. Ese que emprendes cada vez que la duda te asalta o el deseo de actuar de un modo u otro se presenta con los pasajes listos. Sabes que será un viaje cíclico que concluirá donde empezó y aún así te arriesgas a emprenderlo. En ese tránsito se acumularán etapas censoras y etapas alentadoras que tirarán de ti hacia un sentido o hacia el otro. Procurarás no desviarte de la senda elegida y por más costoso que resulte acabarás afirmando que mereció la pena. Seguirás mirándote al espejo y le preguntarás al de enfrente si está dispuesto a viajar de nuevo, y te dejará hacer las maletas con la condición de acompañarte. Y cuando lo reemprendas volverás a cruzarte con otros que ya están de vuelta, los saludarás cortésmente y les dirás que tu meta está allí donde el sentimiento la trazó y que vas en su busca. Puede que alguno te mire a la cara y regrese contigo por saber que la suya le sigue esperando.

sábado, 24 de enero de 2015


       El triunfo de lo chabacano

He de admitir que en aquella ocasión primera en la que un programa televisivo se apropiaba del título de Orwell, mi curiosidad se situó frente a la pantalla buscando alguna similitud. Pronto descubrí que este Gran Hermano, por mucho que la histérica presentadora postmoderna  quisiera vestirlo de estudio sociológico, nada tenía que ver con aquel postulado fatalista que anticipaba en insigne novelista. Y así fueron sucediéndose  las ediciones en proporción directa con el encefalograma plano de los adormecidos del mando a distancia. Y cada vez una vuelta de tuerca más apretando la chabacanería, ajustando la horterada y atornillando el mal gusto. No hablo de indecencia porque sería colocarlo en un sitial reservado para otros prebostes, pero los clones que nos muestran tras las cámaras espías consentidas serían  dignos de pertenecer a la granja en especies de extinción y lamentablemente no lo son. Se reproducen  y muestran como modelos a seguir por quienes valoran el dinero fácil nacido de vender sus intimidades por garrulas que sean. Sí, ya sé que más me recomendará la opción de cambiar de canal. No es necesario. De hecho, creo que me sobran canales en este abanico frenopático  que las antenas tienden sobre nuestras horas de ocio. Menuda panda de elementos los que diseñan, consienten, animan, participan y promueven este tipo de programitas. Ver como una ronca sin decoro alguno, o como aquel sale de la ducha como un Adán mamporrero, o como el otro se sumerge en un jacuzzi  a modo de beluga  cautiva, o el de más allá invoca a las estrellas para librarse del demonio que cree que habita en el de enfrente, o como se hace apología del machismo más rancio en pleno siglo veintiuno, la verdad, resulta penoso. Pero debo de estar equivocado en la medida de que estos programas subsisten y se multiplican como esporas. Debo pensar que gracias a los sucesivos niveles a la baja de la enseñanza, la ignorancia o supresión de la vertiente humanística del hombre, ha desencadenado este resultado. Debo pensar que  al tintineo de las monedas acuden quienes no tienen otro modo de ganarse el sustento y merecen esa oportunidad. Pero sobre todo debo pensar, que Orwell  desde su tumba sentirá deseos de resucitar, aparecer por la redacción de este engendro y liarse a ……por haber prostituido el nombre de su  obra que anticipaba un futuro pesimista, pero no tanto como este.  Por cierto, me acabo de enterar que también existe un mercado de novios televisivos al que las mamás llevan a sus hijos para ver con quién los casan ¿Es cierto? Si es así, definitivamente, no tenemos remedio. ¿Alguien sabe a qué hora sale el vuelo hacia Nueva Guinea Papúa?

viernes, 23 de enero de 2015


    La recompensa del delito

Es evidente mi falta de preparación legal a la hora de poder entender lo que se me escapa de las decisiones judiciales. Pero desde mi máxima ignorancia, hay algo que me deja con la interrogación  abierta y no consigo descifrar la respuesta. Me refiero al precio que paga el delincuente en la remisión de su delito. Tal y como aprecio a diario creo que es un negocio altamente rentable acumular riquezas que superarán con creces el precio a pagar con los escasos  meses de condena. Si hacemos números, la tentación acude. Desde vigilantes que se llevan un furgón lleno de dinero y acaban aduciendo amnesia al ser preguntados por la caja en donde lo dejaron, hasta cantantes a las que se les enamora el alma ante la vara del alcalde que usa bolsas de basura para esconder sus comisiones, todo vale con tal de rentabilizar su futuro. Por eso tampoco me extraña que tesoreros con multitud de cuentas camufladas por paraísos fiscales actúen de modo idéntico. Cuantos más indicios aparezcan más se diluirá la exclusividad y más se extenderá la sensación de ser unos gilis quienes no lo hacemos. Y de paso, las sangres azules que abogaron por dar ejemplo, efectivamente, lo dan, pero a peor. Y si algo faltaba, la duda se tiende sobre las nuevas opciones que aparecían como manás apetecibles de los que alimentarse. Entonces, aquellos que tenemos como máximas aspiraciones las que ellos ignoran, seguimos preguntando por el límite a tanta codicia y  no lo vemos. Seguimos soñando con un pellizco en los múltiples juegos que se nos ofrecen sabiendo que jugamos con Hacienda pero pagamos nosotros el boleto. Sólo unas firmes convicciones nos acaban testimoniando como honrados a pesar de lo que vemos por muchas tentaciones que nos acudan. Y cuando planteamos a la par del cumplimiento de la mínima condena la devolución de lo robado, sospechamos la carcajada ahogada que emiten quienes lo han cometido y quienes consienten en tal comisión, nunca mejor dicho. El verdadero problema radica en la crispación que genera ante los comunes de los mortales y el peligro que acarrea por facilitar la llegada de postulados extremistas. Ahí está la verdadera recompensa a sus delitos. El único problema, y no pequeño, es que seremos paganos de la misma quienes no lo hemos cometido mientras ellos se siguen riendo en nuestras narices y piensan que si pudiéramos también lo haríamos. Así lavan sus conciencias los que carecen de ella y se nos presentan como modelos de conducta. Y nosotros, aguantando.

jueves, 22 de enero de 2015


      Santiaga

Es ese tipo de mujer que va por la vida de puntillas para no dar motivos de queja a nadie a quien le pudiese molestar su paso. Y sería impensable que eso sucediese. Ella, desde la segunda fila del patio de butacas en el que la vida la situó, hace de la discreción su santo y seña.  Ha sido la luchadora constante que se ha enfrentado a las adversidades diarias por muy sangrantes que le resultasen y a las que ha derrotado  siempre. Su bondad, su prestancia a ayudar al prójimo, su compañía callada, suele ser un lujo tan escaso como meritorio que ella expone sin alharacas ni soberbias que con ella se sentirían extrañas. Sigue el curso de los días tras los cristales que acunan a sus menudos ojos mientras recuerdan los pespuntes de colores que delinearon  esperanzas. Las agujas y dedales saben  de su maestría y no pocos sueños reposan sobre sábanas con iniciales por ella bordados en aquellas tardes de estufa y salita. Su paso vivaz abre el día llevando de paseo a la bolsa de cuadros que reclama la hogaza diaria. No sabe de perezas y su constante disposición la convierte en mensajera gustosa de  quienes la solicitan. Sabe que su refugio permanece a la espera del estío para inclinar sobre la pared su silla de anea cuando llegue la noche. Allí, formando el pasillo fronterizo hacia el Mirador de la Virgen, la compañía se completará con su llegada y el fresco tendrá sabor a tertulia a la espera del sueño. Sé que extrañará a quienes tuvo consigo y callará su pena. Ella ha nacido para consolar a otros y por más desaires que pudiese recibir, sabrá encajarlos con elegancia y resignación. Puede que en algunos de sus paseos vespertinos, los oídos próximos que la acompañen se ofrezcan a ser confesionarios de quien carece de pecados y necesite desahogos. Allí, con el horizonte que los montes prestan y el agua ilumina, recobrará la paz que en alguna ocasión le han querido arrebatar. Y será feliz cuando se vea retratada por el aficionado que le pida ser pareja de su imagen frente al banco soleado de la carretera. Se atusará su vestuario en un acto de coquetería al que su corte de pelo contribuirá para hacerla inconfundible. Quien sabe de su existencia sabe que este retrato carece de hipérboles. Es, en resumen, la viva imagen de cómo suele manifestarse la virtud, cuando la misma virtud se avergüenza de ser descubierta.  

miércoles, 21 de enero de 2015


     Los cincuenta

Se ha puesto de moda la celebración de este cumpleaños a mitad de tu siglo de existencia.  Esa barrera fronteriza que separa las etapas cumplidas a la espera de las que quedan por llegar se convierte en un bautizo de parabienes entre las aguas que manan de las instantáneas del ayer. Allí aparecen semejantes tuyos a los que logras reconocer tras no pocos esfuerzos y entre los que te incluyes. Modas pasadas que provocan risas escondidas entre recuerdos de vivencias maravillosas que no lo fueron tanto pero que la lejanía encumbra. No aparecen, no se les permite la entrada a la fiesta, los daños que formaron parte de ti porque ya en su día tuvieron afilada la hoja que te sangró y recordarlo te duele. Es el momento de la alegría, del jolgorio,  y ellos están de más. Se han añadido a tu vida amistades que parecen haber esperado su turno para acompañarte en las siguientes décadas y que difícilmente dejarás de lado. Y miras a tu alrededor congraciándote de todo lo que la vida te ha deparado porque no podía ser de otro modo. Eras un libro en blanco y lo has ido escribiendo de modo improvisado sin guión previo al que seguir. Nada mejor que dejarse guiar por la vida para que la vida sea guiada por tus esperanzas por muy utópicas que parezcan. Nada mejor que al volver la esquina que los cinco decenios ha trazado para vislumbrar un nuevo horizonte de risas, azules, alegrías. De todos modos, si ha de llegar el momento de renuncia, llegará de cualquier modo independientemente del vestuario que luzcamos. Así que lo mejor será intentar verle el lado positivo para que no nos pille con las defensas bajas. Y si se ha de renunciar a no ser adolescente, pues se asume y ya está. Y si tus gafas han de aumentar de dioptrías, pues que tus ojos elijan la mejor montura. Y si  los deseos de otros cincuentones son los de dejarse llevar por los derroteros del pesimismo, pues allá ellos. Siempre habrá un hueco en el que ubicarse frente al abandono del blanco de tu existencia. No deja de ser un año más el que se suma a los tuyos, aunque a veces nos cueste reconocerlo. De cualquier forma, quien haya traspasado esa barrera como lo he hecho yo hace años, sabrá de qué hablo, y quien no sea capaz de soportar esa losa imaginaria que le viene encima, saldrá  sepultado si no lo remedia en su propia tumba por él cavada.  A los que están por cumplirlos, ánimo; a los que ya los cumplimos, nos vemos en los cien, a ser posibles, un poco más locos.    

martes, 20 de enero de 2015


     Corre , corre, corre, que te van a echar el guante

Era el lema de una canción de los míticos Leño encabezados por Rosendo que tantas noches de gloria dio a los garitos hace años. Mira tú por dónde acaba de regresar a la actualidad  y parece ser que la han adoptado desde la DGT. Según el último globo sonda lanzado a los medios, podrán ser multados los peatones que excedan los límites de velocidad. Así, tan tranquilos, tan panchos se han quedado. Y entonces empiezo a elucubrar sobre los posibles radares a colocar en las aceras para mayor control de los excesos. Luego vendrán los juegos de luces de alta gama con las que iluminarnos a falta de luz solar suficiente. Obviamente, cargaremos sobre nuestras muñecas unos intermitentes que indicarán el cambio de trayectoria traidor para evitar colisiones. No faltarán sesudas revisiones de nuestras suelas en las inspecciones técnicas a las que habremos de asistir obligatoriamente. Por supuesto que el control de carga obligará a espaciar las compras para no sobrepasar el nivel de seguridad exigible. Y todo esto añadido a la supresión de cualquier carrera popular que no haría más que acrecentar el peligro de colisiones. Estas carreras pasarán a formar parte de las competiciones a desarrollar sobre un circuito convenientemente acondicionado. Queda clara la responsabilidad absoluta del adulto a quien se le haya escapado el niño en su natural intento de correr libre por las aceras. Las penas están por determinar, pero seguro que quedarán suficientemente claras para el general conocimiento de estos émulos de Filípides que se empeñan en desgastar los asfaltos como ya dijera Gila. No creo, en mi más absoluta inocencia, que les mueva el ánimo recaudatorio a estas mentes pensante, no, no lo creo. Quieren velar por la compostura general y la corrección del tránsito.  Y hacen bien, según los criterios tutoriales en los que se apoyan. Ellos, que a buen seguro disfrutaron de charlas conciliadoras en colegios mayores, lo hacen por nuestro bien. Aquellos que fuimos asiduos a antros de poca luz y fuertes decibelios, no somos conscientes del peligro que suponemos cuando caminamos sin control. Y eso no puede ser, no señor. Sólo les falta habilitar alcoholímetros para detectar si el vino de la comida era peleón o de buen paladar. En cualquier caso, el índice será suficiente para cargar con la receta firmada que no admitirá reclamo. Por cierto, esto implicará un carnet de peatón, ¿no? ¿A qué edad se podrán apuntar a las  peatonescuelas? ¿Cuántos puntos se otorgarán nada más obtenerlo? En fin, me callo ya. Voy a revisar mis suelas porque esta mañana he resbalado un poco y creo que no cumplen con la norma. ¿Alguien conoce de algún zapatero que cumpla las normas y tenga horario flexible? Agradecería que me lo comunicaseis antes de que entre la norma y pague la multa. Aunque en mi caso, os lo aseguro, sería por lento.

domingo, 18 de enero de 2015


      Epicenos

Se suelen llamar así a los sustantivos que no distinguen de sexo si no les añades el artículo diferenciador. Por eso, gorila, serpiente, buitre, …se utilizan en ambos casos y nadie cataloga de símbolo de desigualdad  el uso de los mismos, tanto para el macho como para la hembra.  También podrían incluirse aquí algunos adjetivos a fin de argumentar sobre la no necesidad de duplicar dichos apelativos. Nadie  se para a pensar si imbécil, gilipollas, mequetrefe….se refieren a uno u otro sexo. Pero parece ser que últimamente, los adalides de la igualdad extrema han decidido convertirse en académicos de la lengua sin sillón con letra identificadora. Por eso han aparecido nuevos términos como “miembras”  para reivindicar la paridad sin darse cuenta de la ridiculez que provocan. El lenguaje es el utensilio más corriente, más sencillo y a la vez, más vituperado por aquellos que deberían  velar por su buen manejo. No es inamovible, sin duda, pero debe ser tratado con el respeto que merece. Está en constante evolución y así proclama su valor diario adaptándose a los nuevos vocablos que le dan rango. Pero de ahí a verse utilizado por quienes no saben respetarlo, hay un paso.  Porque si de lo que se trata es de aparecer como el mayor defensor de la igualdad de género en base a apalearlo, apañados estamos. Me da la sensación de que el esnobismo campa a sus anchas entre tanto rostro que intenta lucirse por original.  Más les valdría, digo yo,  aprovechar su puesto de electo a cargo público para exigir que el buen uso del mismo viniese como condición imprescindible en los mensajes que pueblan el mundo virtual. Más les valdría llamar al orden al redactor de turno que rotula noticias en horarios de máxima audiencia y comete faltas de ortografía.  Más les valdría  dedicarse a leer para ver si de esas lecturas extraían los niveles mínimos que sin duda les regalaron en su preparación previa. Caso de no hacerlo así, seguirán proliferando los vocabularios absurdos  paralelos a la corrección que cualquier intercambio de vocablos merece. Mientras ese momento llega, por favor, absténganse de representar papeles que no les corresponden y hagan el favor de recuperar la sensatez. Aunque creo que les pido un imposible, porque el que nace ignorante y no demuestra deseos de aprender, ignorante muere por muy epiceno que le resulte el calificativo.

viernes, 16 de enero de 2015


      Artemio

Es quien dio por inaugurado el padrón del año al que luego nos fuimos añadiendo los demás un día como hoy. Seguro que ni el mismo San Antón sospechaba que mi amigo, mi hermano Artemio, ejercería de guía en esa quinta con el látigo de su sonrisa. Sabed que era costumbre adjudicarle al primer nacido el privilegio de usar dicha fusta en los tiempos de reclutamientos obligatorios y él, forró a la suya de picaresca divertida. En sus primeros años la cambió por el rabo de escoba que usaba como bastón de guarda fronterizo ante quien osaba traspasar el umbral de su puerta en la calle Larga. Un diablo cojuelo que entre la sonrisa de sus dientes separados se sabía granjear la simpatía de aquellos que deberían haberle reprendido y sucumbían a sus encantos. Daba igual que fuese el cura o el jefe de campamento. Él se encargaba de remar a su favor cualquiera de las reprimendas que a los comunes de los mortales nos pudiesen llegar. Era y sigue siendo  el pícaro encantador que es capaz de festejar durante jornadas sin cansancio alguno. Docente al que sus alumnos querrán como le queremos aquellos que le conocemos profundamente. Sabemos que tras esa imagen de rebelde sin causa que se salta los límites, habita el responsable que hace gala de dominar sus obligaciones. Mientras, eso sí, será capaz de ser el lector ávido de libros en los que seguro compara la vida de los protagonistas con la suya y salen perdiendo. Se sumergirá en las aguas frías del río para llevarse en la piel el sabor de la belleza que de los juncos extrae. Este capricornio  “bon vivant”, sabe de los placeres, los paladea, busca, consigue y disfruta. Don Juan  lo envidiaría al ver como es capaz de conquistar como sólo conquistan los elegidos por las estrellas, con clase, poderío, elegancia. Sabrá disfrutar de la vida porque la vida misma se rendirá a su paso para servirle de alfombra. Lucirá sus canas con la coquetería propia de quien suma calendarios sin añadir años. Será eternamente joven  porque en sus venas discurre la sangre que la luna propicia. Pero sobretodo, creedme, sabrá que gracias a él, aquel año que nos vio nacer, comenzó a lucir más hermoso desde el día dieciséis de Enero. Si hoy, amigo mío, en el paseo imaginario,  vuelvo a cruzar por tu puerta, nos reiremos del mundo y brindaremos por la vida.  

jueves, 15 de enero de 2015


       La conducta  de los gatos

Es curioso el modo de manifestarse de los animales. Tenemos al perro como muestra de la fidelidad extrema hacia su dueño que sería incapaz de abandonarlo por más penurias que le haga pasar. Tenemos al canario, y por extensión a cualquier ave enjaulada, que pagará su cautiverio con los trinos que proporcionan gozo a su captor. Y también tenemos al más doméstico de los felinos, al gato. Este animal siempre me ha llamado la atención por su forma de relacionarse con sus inquilinos. Respeta sus normas siempre y cuando las normas no penalicen su independencia que nace del común acuerdo en la convivencia. Transitará silencioso por los rincones a la espera de la caricia oportuna que su dueño considere oportuna dedicarle. Acicalará sus bigotes para mejor saborear aquello que le sea suministrado por alimento. Será pulcro porque sabe que de la limpieza que muestre su valoración caerá hacia un lado o hacia el otro.  Esconderá sus garras para que el temor que pudiese exhibir su condición no asuste a quien se le aproxime. Emprenderá la retirada si es la opción más viable ante la agresión que perciba. Ahora bien, arqueará su lomo, afilará sus garras y lucirá colmillos si la posibilidad anterior no se presenta. Entonces, toda la fiereza latente vendrá en su  ayuda y se mostrará como  invencible enemigo. Obligará al adversario a replantearse su táctica antes de herirlo y el adversario entenderá que va en serio. Tendrá que abrirle la puerta de la alacena en la que lo encerró creyendo que la abundancia de cebos en forma de embutidos oreantes a la espera de cura, sería suficientemente atractiva. Y entonces, rendido a la evidencia, le abrirá la puerta para librarse de él. Ya decidirá si decide continuar a su lado o no  pero la advertencia habrá quedado clara.  Así lo vi en Marisa, la gata presumida que lucía cascabel de mi abuela Perpetua, en Manolo, primer gato de mi casa que murió envenenado no se sabe por quién, o en la banda de gatos callejeros que suelen venir de cualquier rincón a tomar el sol a mi patio cuando les apetece. Son libres de entrar y salir, de cazar ratones o dejarlos ir, de maullar o permanecer en silencio. Respetan espacios y son respetados desde el Antiguo Egipto hasta nuestros días. Por eso, creo que si la reencarnación existe, y se puede optar por ser un animal en una nueva vida, ya tengo clara mi elección.       

miércoles, 14 de enero de 2015


     El grito

Y no me refiero al de Edvard Munch,  ni al de Tarzán, ni al de las enloquecidas fans del cantante de moda en la cola del concierto. Me refiero al que lanzó el espartaco goleador en la entrega del balón dorado que reconocía sus méritos como tal. Tanta elegancia en la vestimenta, tanto glamur en la sala, tantos parabienes y elogios para destrozar tu propia imagen en unos segundos.  Y con ella la de todo aquellos que le han reído las gracias. Ni clase, ni estilo ni nada que se le parezca y sea digno de ser tenido en cuenta. Salvo  los aduladores cercanos y aquellos que viven de contar sus proezas con el balón, no creo que nadie medianamente normal haya considerado educada su respuesta al galardón. Si quería responderles  a los presidentes de los organismos futboleros, allí, con los micrófonos a su disposición, tenía la ocasión perfecta. Y tanto a uno que abogaba por el portero como al otro que hizo el payaso en una universidad el año anterior les habría sonrojado su respuesta elegante. Sólo con demostrar cierto dominio de la retórica habría hundido en la miseria  quienes dirigen este negocio mundial llamado fútbol. Pero para eso, no basta con patear un balón como nadie. Para  eso necesitas que los próximos te eduquen adecuadamente desde todos los ángulos de tu formación sin impedir que tus dotes físicas te acaben encumbrando. Necesitas haber oído hablar de aquellos que defendían sus razones en base a la palabra y no al grito. Necesitarías que se te exigiera preparación intelectual y humanística antes de ser una máquina de hacer dinero. Y eso, amigo mío, cuesta tiempo, exige de paciencia y precisa de convencimiento. De modo  que para la posteridad quedará eclipsado el tercer trofeo personal de índole mundial por la cortina del exabrupto innecesario. Puede que nadie le haya hecho reflexionar por no perder su estela y con ella su posición. Pero sea como sea, seguro que cuando revise las imágenes en silencio, reconoce su salida de tono. Caso de no hacerlo, seguirá viviendo en el engaño  que los pelotas de costumbre promueven para seguir cerca del ídolo temporal. Han el favor, quien tenga potestad para ello de hacérselo saber y de paso le dicen, que me pareció merecido el premio, y a mí me apasiona el fútbol jugado y disfrutado por elegantes, no por clones de ciervos berreantes..

martes, 13 de enero de 2015


    El aburrimiento de la gris existencia

Es el que se encarga de empujar a la búsqueda de los alicientes que den color a una vida insulsa, mediocre, medio llena. Ese color que suele ser el símbolo de la discreción es el que se acaba adueñando de las pieles que cubre y convierte a sus esclavos cobardes en camaleones  incapaces de darse pálpitos con los que crear su propio arco iris. Da igual el método que empleen, da lo mismo el tipo de expresión que busquen. Su timidez a manifestarse, por más deseos que tengan, les llevarán a quedarse en la posibilidad en vez de arriesgarse a  la realización. Son aquellos que a falta de ingredientes para sí se abastecerán de cuanto  imaginen en otros atrevidos a los que acabarán deseando copiar y seguirán sin atreverse. Sus reglas rígidas se alzan a modo de empalizadas protectoras que no ven como rejas personales. Niegan ese calabozo por no querer ver que la mayor penitencia que cumplen es la impuesta por ellos mismos sin siquiera analizar con justicia los pecados que se atribuyen. Normalmente estarán rodeados de otros grises como ellos entre los que seguirán acumulando sus argumentos con los que reafirmarse y así rechazar al osado por culpable. La norma nace con ellos por más que deseasen saltársela y dejar hablar a su interior. Actores de una tragicomedia en la que el papel protagonista modera sus intervenciones para evitar críticas sin ver que la mayor de las críticas viene de su conformismo y ante él sucumben. Y siendo todo esto triste, aún lo es más cuando la lucha interior se desata entre el querer y el deber en ellos mismos. Siempre se quedarán en la frontera de la marcha atrás y sus futuros girarán en torno al tiempo condicional en el que buscarán la excusa que les redima. Para ellos, las emociones, las utopías, las risas sinceras, no son más que nubes de sueños en las que los ilusos sobreviven a la espera de su merecida caía al foso merecido. No se dan cuenta de que ese papel que a diario representan carece de atractivo y el escenario se puebla de telarañas. Han sido los fieles exponentes de los cimientos aprendidos y aprehendidos para dejarse prender sin ofrecer resistencia. Inmóviles estatuas que a duras penas moverán los ojos en busca de aquello que les atrae y a la vez critican. En fin, allá ellos. Quizás cuando se den cuenta de la brevedad de la vida rectifiquen y opten por el espectro que va del blanco al negro. Pido para que llegado ese momento, aún estén a tiempo de hacerlo, porque, sinceramente, el gris es un color sin gracia ninguna.

lunes, 12 de enero de 2015


1.      El bastón de los selfis

Pues sí, efectivamente, han sido el artilugio de moda y siguen siéndolo. Un armazón a modo de brazo articulado que consigue capturar entre las garras de uno de sus extremos a la cámara presa para inmortalizar el autorretrato, puebla el decorado a fotografiar. De mayor o menor extensión, de mayor o menor consistencia, han convertido a los comunes en egregios aristócratas que se dignan en expandir sus instantáneas por los espacios azules o carentes de luz a mayor gloria de los dedos pulsadores.  Reconozco que he llegado tarde. A parte de la poca habilidad para la fotografía que  tengo, la no existencia de semejante aparato impidió que cuando empecé a practicar los selfis, tuviesen la mínima calidad exigible. De modo que me veo en la tesitura de repetirlos o seguir ignorando la existencia de semejante cayado. O me visto de antiguo hombre televisivo del tiempo que extendía su puntero anunciando chubascos, o me sigo fotografiando  en base a la amistad con aquellos a los que aprecio del modo habitual, o me convierto en una réplica de Mazinger Z  al grito de brazos fuera. No sé si sería lo más acertado quitarle espontaneidad. Creo que no me sentiría cómodo con la prolongación de mis dedos a la hora de plasmar las imágenes venideras; como que resultarían menos creíbles. De cualquier manera, posaré gustoso ante quien alargue ese  garrote si con ello le provoco satisfacción. Sea como sea, lo verdaderamente importante será seguir formando parte del recuerdo visual de quienes tienen la pretensión de añadirme a su lista. Lo demás, carecerá de importancia. Mientras tanto, este rey de los objetos de moda, que siga reinando a su antojo para que la instantánea de rigor salga a escena. Aunque bien pensado, igual me interesaba llevar uno encima y no para fotografiar a metros de distancia. Quizás el uso como garrote sería el más adecuado ante tanto pelele como anda suelto y es merecedor de semejante penitencia. En fin, y aviso, por si acaso me da por armarme con uno de esos aparatos, tened cuidado. Lo más probable es que se me caiga la cámara, o que os golpee sin querer y el estropicio sea mayor que la supuesta imagen que le daría sentido. Mientras tanto, si os lo pido, no os resistáis a selfiaros conmigo; seguirá siendo un placer, os lo aseguro.   


   

domingo, 11 de enero de 2015


    Inodoros

Esta mañana he escuchado en la radio la noticia que hacía referencia a la costumbre de miccionar que los hindúes tienen, en plena calle., sobre una tapia. Parece ser que ha salido un grupo de aguerridos limpiadores que pertrechados con un camión cisterna dirigen la manguera a toda presión sobre el infeliz que se está aliviando en esos momentos. El lema que utilizan es bien simple: “si tú paras, yo paro”.  Curiosa forma de remediar el duelo entre la incontinencia y la salubridad que todo espacio público necesita. Y en ese momento he recordado aquellas que de críos llevábamos a cabo en los campos abiertos. Y al instante ha regresado la imagen de los nuevos inodoros que veo instalados  en multitud de establecimientos. He llegado a pensar que mis años de mengua ya están aquí. He llegado a pensar que la lumbalgia impidió al fontanero instalarlos adecuadamente. He llegado a pensar que el sistema métrico decimal no se acabó de explicar convenientemente. He llegado pensar que lo que realmente quieren los dueños de esos establecimientos es que busquemos una tapia callejera antes de que el camión de riego involuntario nos duche la columna. La altura a la que han sido situados supera con creces la estatura posible con la que acceder a los mismos. Curvarse a modo de querubín alado en las fuentes versallescas para acertar, sinceramente, no es plan. Y convertirse en la copia mala del  Manneken pis, como que no es lo suyo.  Así que por favor, tomen medidas. Y lo digo en el sentido más literal de la expresión. O al menos avisen del nivel freático exigible para hacer uso de los mismos. No es cuestión de acceder de puntillas ni utilizar un taburete con la primera caja de bebidas que esté próxima. Sean benévolos con quienes jamás accederíamos a ser jugadores de baloncesto y procuren que la media nacional de estaturas llegue a sus dominios. De lo contrario, o las calles volverán a tomar un aspecto hindú, o los camiones de riego se multiplicarán a modo y manera de la fiesta del agua, y no siempre el tiempo acompaña. Mientras esa reflexión les llega, les dejo por unos minutos. La necesidad manda, y esta vez, seguro que llego.    

 

sábado, 10 de enero de 2015


1.     Las viñetas

Siempre se han llevado mal el humor y el poder. Sobre todo cuando el poder ha recibido del humor la flecha que le hacía vulnerable, o así lo sospechaban.  Si el poder es político, cuidado. De sus normativas podrían legislarse mordazas que tomasen la forma de gomas de borrar para evitar lo que consideren como escarnios. Tras sus ternos azules, grises, negros, creerán que la dignidad habita por el hecho de llevarlos y en ella, el hueco al humor no existe. Si el poder es religioso, mucho cuidado. No esperarán a que el infierno se encargue de los chistosos que en este mundo se han logrado mofar de sotanas, hábitos, y demás atuendos bendecidos por la fe. Dará lo mismo  de qué sacristía provenga. A base de hostias, de burkas, de  estrellas de seis puntas, la cuestión radicará en eliminar la risa  en el nombre de la rosa o de quien haga falta.  No se plantearán que sus postulados carecen de interés terrenal y que las glorias a alcanzar en el más allá igual no interesan. Por las buenas o por las malas, el rebaño debe obedecer y seguir creciendo para no desviarse del redil al que va destinado. El raciocinio carecerá de importancia ante el hecho de que no será necesario responder a preguntas trinitarias, versos mahometanos o antiguos testamentos.  Y mientras tanto, el poder, aliándose con los manipuladores de las creencias para mayor beneficio y perpetuidad.  La dualidad de cuerpo y espíritu habrá que regularla de tal modo que ninguna de ellas se manifieste libremente. Y mucho menos si utiliza el sarcasmo, por supuesto.  No será necesario remontarnos a aquellos años en los que el humor se vestía de negro por no llorar. Basta con que un clon de Pokemon  se sienta satirizado para que líe una de mil demonios contra la libertad de expresión. Basta con que alguien le ponga rostro al profeta para que el fanatismo salga a escena. Basta con que alguien reclame su tierra para que un muro parcele la que un dios adjudicó. Basta con que los privilegios obtenidos a base de esparcir penitencias se vean amenazados para que  se ponga el grito en el cielo. De modo que no os quedará otro remedio que seguir apostando por las viñetas que den color a la vida, que sean capaces de reflejar nuestros propios defectos y así disfrutar de la risa, que sin duda, aporta felicidad sin necesidad de ser víctima. Y eso, si, caso de morirse, mejor  de risa

 

jueves, 8 de enero de 2015


     Rave

¡Rave María, cuando serás mía! Y no es un juego de palabras al pairo del estribillo de sobra conocido por los verbeneros más adictos. Más bien resulta producto de mi sorpresa ante semejante festejo que ha convertido a un paraje habitado únicamente por especies propias de naturalista protector en una macrofiesta  neohipie a la vera del pantano. Parece ser que esta fiesta consiste en darle alegría al cuerpo, y no voy a seguir con otro conocido estribillo, hasta que el cuerpo aguante o más allá de su límite. Creo que la llamada cruzó por el Viejo Continente y siguiendo la estela de las rastas, a modo de peregrinos del camino jacobeo diseñado personalmente, acabó en estos lares. Furgonetas  que ya hubiesen querido para sí sus abuelos en aquellos festivales en los que se repudiaban guerras coloniales en extremo oriente y que dieron buena cuenta de no pocos paraísos lisérgicos. Okupas de terrenos que dormían en la tranquilidad de Diciembre y que fueron despertados al  run run de las carpas y equipos de sonido. Seguro que algún ave rapaz batió las alas de alegría al ver que por fin la paz impuesta desde los prismáticos ojeadores, daba paso al divertimento. Auténticos drones de plumaje natural que vislumbrarían las fogatas prendidas sin salir de su asombro se preguntarían sobre la festividad que se celebraba. Kilómetros de distancia con los festejos familiares de sobra conocidos en casas acicaladas, plazas abarrotadas de uvas moscateles  o garitos seudoelegantes  en los que se recibirían al nuevo año. Allí no hacían falta más que las ganas de diversión y los horizontes abiertos para dar la bienvenida al nuevo calendario. Y si se trataba de alargar la fiesta, pues eso, cinco días, hasta que la normativa se hiciese presente. Estoy convencido que la mayoría de los atardeceres ibicencos que tanto glamur destilan empezaron de modo similar y tuvieron que pasar por el tamiz de la ley para seguir subsistiendo. Así, otra vez más, la mordida que supone hincar el diente en el dinero en movimiento, se quedó a expensas de una nueva concentración. Dentro de poco tiempo, menos del que creemos, estas muestras de espontaneidad  pasarán a convertirse en concentraciones organizadas y controladas para mayor disfrute y seguridad de todos. Y entonces, ravenistas futuros, contemplarán a su alrededor, no el brillo de las fogatas, ni los ojos sorprendidos de las rapaces, sino más bien, los logotipos de las empresas patrocinadoras que habrán vuelto a encontrar una nueva forma de hacer caja. De cualquier forma, y ahí dejo la idea, se me está viniendo a la cabeza un paraje que conozco. No daré más pistas, pero os aseguro que la fiesta estaría asegurada y por falta de agua no iba a ser.

miércoles, 7 de enero de 2015

de mi libro "LA GUILLOTINA"


    CODICIOSO


 

TU PENSABAS PERDURAR ETERNAMENTE

LA CODICIA HIZO DE TI SU PRISIONERO

SOLO CARDOS ADORNARON TU FLORERO

SE HA BORRADO TU RECUERDO ENTRE LA GENTE

 

ENVIDIOSO, RATERIL, SUMO INDECENTE

CUYA META HA SIDO SIEMPRE SER PRIMERO

LA CARCOMA HIZO EN TU CUERPO CARPINTERO

NI LAS RANAS SE BAÑARON EN TU FUENTE

 

POR QUERER HASTA EL EXCESO POSESIONES

IGNORANTE POR BUSCAR FALSO BOTÍN

HOY TU TUMBA LA CUBRIERON DOS MOJONES

 

HOY TU BANCO SE CERRÓ, HOY ES TU FIN

HOY FESTEJO QUE TE VAS Y EN MIS CANCIONES

NI UNA LETRA ME INSPIRÓ SAN VALENTÍN

    CHISTOSO RUFIÁN

de mi libro " LA GUILLOTINA)
 

POR TI, CHISTOSO RUFIÁN,

ABSURDO ES EL VANO ESFUERZO

QUE EJERCE QUIEN ES GUARDIÁN

DE TU VACÍO INTELECTO

POR SER SOLO EL ALQUITRÁN

QUIEN TAPIZA TU CEREBRO

 

TÚ, BUFONADO PATÁN,

EL MÁS QUE CARDOSO BERZO

TIENES POR MENTE UN ZAGUÁN

DONDE EL SOL PASA DE LEJOS

Y EL RÉQUIEM DEL SACRISTÁN

EMBALSAMA OÍDO Y CUELLO

 

DE TI, NI MIGA, NI PAN,

NI TRIGO, AVENA O CENTENO

CRECE EN TU ESPIGA PUES VAN

DIRECTAS AL BASURERO

LAS GANAS DE EN TI AMASAR

TUS MENINGES DE BECERRO

 

VA POR TI, TORPE GAÑÁN,

AVESTRUZ DE POZO HUECO

ESTOS VERSOS QUE NO ESTÁN

DISPUESTOS AL HUERTO SECO

REGADOS POR TI, PATÁN.

SER ABSURDO HASTA EN TU FLECO

lunes, 5 de enero de 2015


            Noche de Magos

Aquella noche, como todas las anteriores, el sueño luchaba contra la vigilia. Ésta pugnaba por velar la llegada de los Magos, y aquel quería cobrarse el precio del ajetreo que la víspera había provocado. Atrás quedaron las cuartillas de papel emborronadas con peticiones cambiantes que fluctuaban entre los deseos ilusorios. Esta noche la magia se haría presente y la recompensa a sus esfuerzos llegaría de la mano de aquellos a quienes esperaba ansioso. Por más que se le insistió, sus esfuerzos se encaminaban a acelerar el paso de los minutos a la espera de la hora en la que suponía harían acto de presencia. Su imaginación volaba dándole forma a sus rostros, atuendos y cortejo. La inquietud por descifrar el duelo entre silencio y bullicio le aceleraba el pulso y la no comprensión se refugiaba en la esperanza del premio. Sonaron los tictacs del reloj de pared como granitos de arena descontando los peldaños de la espera. Todo era silencio. En la calle, la quietud se hizo dueña de la escarcha que la alfombraba. Y así, casi sin darse cuenta, los párpados se convirtieron en el telón cómplice que cerraba el escenario real y abría el acto maravilloso del sueño. Allí comenzó la más maravillosa de las representaciones. En su mente fueron sucediéndose los amigos como actores compañeros de su interpretación. Los juegos en los espacios abiertos que solo acotaban la osadía y el atrevimiento desobediente hacia el adulto temeroso. Las interminables charlas transcendentes que sus infantiles mentes intentaban cargar de raciocinios. Los méritos de unos que  no lodazalaban los pocos éxitos del amigo. Era el espíritu albo quien hermanaba la vida, quien rasaba los niveles para igualarlos. No había hueco para la desconfianza por más que los adultos la esgrimiesen como moneda de cambio en sus aburridas tertulias de sobremesa. Poco importaba la tendencia del criterio de aquellos cuyos almanaques se habían cargado de rencores, de no olvidos, de venganzas por cumplir. Eso, callaban para sí,  a la vez que se juramentaban para no repetirlos cuando ocupasen el puesto que la vida les reservaba. El reloj había desaparecido de su sueño y el tiempo vagaba a su antojo entre risas traviesas que las vías traviesas de su tren ondulaban de trayectos azules. Fueron diseminándose las estrelladas amapolas sobre el manto de la inocencia. Allí se licuaban las travesuras al ser compartidas. Allí las obligaciones se disfrazaban de payasos para desdramatizar la comedia a la que no renunciaban. Allí el querer y el renunciar alternaban su duelo ante el hecho de hacerse mayores. Allí se vio ajado el rostro, raídos los párpados y desenfocados los focos de sus ojos. Allí se vio mayor y el súbito despertar le trajo la desazón que nunca fue invitada. Alzó su cuerpo, encendió la luz de la mesita de noche, se miró al espejo y no se reconoció. Había envejecido de tal modo que el reflejo no le era. Tembloroso se levantó y cuando su esposa  le preguntó sobre los motivos este contestó que una pesadilla le había truncado el sueño. No dio más pistas. Solamente se acercó a la base del árbol, comprobó que los regalos seguían en su sitio y que todavía los niños dormían. Solamente al regresar al lecho algo le llamó la atención. En el belén heredado que seguía perezosamente instalando en el rincón de siempre, los Magos, descabalgados,  le ofrecieron como regalo la ilusión  que nunca pidió y que había perdido con el transcurrir de los años