lunes, 29 de septiembre de 2014


      La foto

Apareció en el mismo momento en el que los álbumes impresos se habían quedado obsoletos. En pos de una reducción de espacios había decidido trasladarlos al rincón último, del último hueco, del último armario. No era consciente de que de dentro nació la necesidad de dar carpetazo a los años previos en los que se fueron configurando los actuales. Había seguido el consejo y almacenaría en bytes lo que tanto estorbaba. O eso creía. De modo que la película musicada de sus instantáneas estaría servicial a su requerimiento en el momento en que desde el mando a distancia dirigiese su obra a una primigenia visión. El escaneo le había pasado factura y el estreno aguardaba impaciente. Esa noche, explicaría a quien quisiera oírla, quienes eran aquellos que mudos aparecían como intérpretes de una vida que años ha permitió  compartirles. Llegó la noche y tras las luces apagar de la cotidianeidad tomaron asiento. Ella, maestra de ceremonias, reemprendía su vuelta atrás como directora de emociones tantos años encuadernadas en revelados de nueve por quince. La música iba abriendo el camino, y tras los textos añadidos a modo de intrusos del tiempo, los escalones de su existencia se deslizaban ante sus ojos. Iba explicando lo que la emoción rememoraba y los suyos se fueron sintiendo cómplices de la alegría que emanaba por doquier.  Pasaron treinta minutos en la intensidad alegre del regreso, y  a punto de dar por concluida la sesión, mientras las risas aplaudían complacidas, su rostro rejuveneció. En una de ellas, casi como por casualidad, volvió a aparecer aquel  rostro. Aquel de quien nunca supo más allá de lo que su timidez cobijaba en el plano secundario del ignorado extra posante. Aquel a quien pocas veces prestase atención quien se erigió como diosa inalcanzable para todos. Aquel que fue componiendo bocetos con el carboncillo que la ignorancia no supo apreciar ni siquiera al ser esparcidos como migajas en el camino de la amistad. Vagamente, recuperó la memoria de sus gestos y decidió prenderse de las escasas briznas que su recuerdo le ofrecía. Comenzó a entender lo que tanto tiempo hubo ignorado y los ayeres dictaron a su antojo. Soledades en compañía, alegrías fingidas y sinceridades emparedadas tuvieron la compasión de deshacerse de la túnica de la recriminación y la dejaron reconciliarse consigo misma. Ella, a la que siempre marcaron un camino por el que ascender, acababa de convertirse en la Beatriz más triste  que visitase su propio infierno de  la mano del dantesco regreso. Lloró desconsolada al pagar la luz. Todos creyeron que la emoción de la obra la había sobrepasado. Allá, soportando el peso de los álbumes, en el último rincón, del último hueco, del último armario, dormía un boceto que la compadecía en silencio. 
 
Jesús(http;defrijan.bubok.es)     

sábado, 27 de septiembre de 2014


     El enfermo

Resulta curioso el calificativo que se suele atribuir a aquel individuo que se escuda tras él para saltarse la ley. O mejor para utilizarla en su propio beneficio. No creo que sea muy aconsejable permitir que las palabras broten desde la indignación que como cualquier ser humano siento ante la repugnancia de la noticia. Pues sí, parece ser que sí, que el elemento en cuestión tenía antecedentes. Pues sí, parece ser que sí, que ya cumplió condena por pederasta hace años. Pues sí, parece ser que sí, que nadie desde el recinto penitenciario aprobó su salida del mismo por considerarlo no rehabilitado. Pues sí, parece ser que sí, que la decisión partió del iluminado de turno que quiso convertirse en el más de los mejores adalides de la reforma educativa de tal alimaña……Aprovecharé unos segundos para que los puntos suspensivos serenen los impulsos de tildar a quien ya de por sí se tilda. Igual si no lo hago así, acabo dándole argumentos para condenarme por vaya usted a saber qué epígrafe y no es plan. Como no es plan que sigan haciendo comulgar con ruedas de molino a quienes han sufrido en propias carnes la agresión hacia la inocencia. Ahora a ver quien les justifica los motivos que permitieron dejar al libre albedrío al enfermo fingido…..Vuelvo a aprovechar la pausa para que la ira no escriba por mí y las tentaciones de la ley de Talión salen a mi encuentro. Y con ellas aquellas lecciones que un señor acostumbrado a la dureza del campo aplicaba a sus perros. No he visto a nadie al que quisieran más unos animales como aquel que les enseñaba la norma desde recién nacidos. Esos animales sabían sobradamente lo que significaba correcto y no correcto. Y así actuaban siempre. Y por eso ninguno de ellos se extrañó de las medidas definitivas que el amo de todos tomó hacia aquel que osó morder a su hija. Entendieron perfectamente el sentido del bien y el del mal. Y lo más curioso fue que cuando con sus movimientos de rabos alguno preguntó el porqué de la actuación del que hasta hacía poco había compartido comida, compañía y corral, todos contestaron al unísono con sus ladridos que estaba enfermo y no tenía curación. Qué pena que algún promulgador de igualdades desde la estupidez no sea capaz de entender esto tan sencillo que hasta los perros más dóciles o agresivos entienden a la primera. Hay enfermos que no tienen cura, y deberían saberlo, por más oportunidades que se les den y se les sigan negando a las auténticas víctimas.


viernes, 26 de septiembre de 2014


     Retroceso

Alguna vez la sentencia apareció de los labios de aquellos a los que considerábamos de vuelta de todo.  A modo de advertencia repicaban el consabido deseo de saber de joven lo que se sabía de mayor para evitar con ello la comisión de errores.  Y puede que no les faltase razón en tal argumento. Y ahora que ya me siento situado en la orilla que divisaba de frente reconozco que la tenían y a la vez me niego a darle validez. ¿Qué tipo de vida sería aquella que partiese de la seguridad? ¿No sería una vida, por sabida, gris y anodina? Creo que sí, y por lo tanto renuncio de entrada a adoctrinar al efecto a nadie, ni siquiera a mí mismo. Es tan breve el tránsito vital que por lo menos merece el privilegio de la sorpresa, para alegrarse con los aciertos y aplicarse el ungüento de la comprensión con los errores. Porque no nos negaremos que la atracción de cometerlos es sumamente tentadora y solamente el límite lo ha de poner el daño a evitar al cercano a  nosotros. Errar a sabiendas es un acto absolutamente anárquico y por lo tanto perdonable. Demasiadas cortapisas nos ofrece la vulgaridad como para aceptar las nacidas de nosotros mismos. ¿O no son admirables aquellos que a ojos de los demás parecen ancianos dementes por importarles un pimiento el qué dirán? Compartir con ellos el placer de saltarse las prohibiciones médicas les debe desencadenar  un delirium tremens como venganza hacia los años cumplidos. Rechazar las prescripciones de los facultativos que abogan por alargar la vida desde el sedentarismo sometido, es un acto supremo de vanguardia juvenil que  resulta plausible. Verles escanciar cervezas o prender puros como si fuesen los novios de la boda,  no me negaréis que no es conmovedor. Han mandado al trastero de lo conveniente lo que sin duda menos les convenía, la tristeza. Y así ha de ser. Quizás si desde los despachos en los que los recortadores presupuestarios menudean los recursos  se fijasen en esta opción, a todos nos iría mucho mejor. De cualquier forma, pidamos a los que nos han de suceder en el tiempo, que consideren esta baza, para aplicársela a posteriori. Con un poco de suerte asumirán que el retroceso a una forma de vida anterior no se puede llevar a cabo desde la prohibición de los gozos  más primitivos y deseables, por más que el colesterol, la tensión arterial, el azúcar, las hernias y toda la retahíla de penitentes vestidos de negro, se empeñen.   

jueves, 25 de septiembre de 2014


     Las heridas no curadas

La tarde se deslizó entre los ocasos que la obligatoriedad exige y fueron a coincidir desde la atalaya fluvial que alfombraba su vista. Había complicidad entre las diferencias manifiestas que la edad emboza tras las sonrisas. Allí se percibían ansias por desahogos que cegaban almas heridas con el filo más cortante que el desamor procura. Había dolor mal disimulado desde el raciocino absurdo que la juventud expone a los vientos caprichosos saeteados por Cupido. Podía percibirse el sangrante  flujo que manaba de  sus palabras y la compasión empujaba para hacerse un hueco. Era baldío el esfuerzo de uno por procurar consuelo a quien únicamente era capaz de conseguirlo desde el recuerdo esperanzado de la vuelta. Y mientras los argumentos adultos salían en defensa del daño, a medida que el estrado oscurecía al día, a modo de venganza, regresaron lo que creyó enterrados el que se togó de consejero. Oyó de nuevo hablar al dolor por boca ajena y las tornas fueron cambiando, los consejos diluyéndose, la verdad saliendo a flote. Se estaba desmoronando la muralla que uno hacía tiempo erigió sobre su castillo de falsa dureza. Intentó que no se le notase, y por más giros que procuró la ironía, el luto olvidado volvía a él. Torpe, dejó de pronunciar lo falso. Ni siquiera los sucesivos trasiegos del lúpulo lograron redimir a quienes se habían reunido desde la alegría y vagaban por la tristeza. Pasaron de repudiar  a reconocer que eran incapaces de negarse a sí mismos la grandeza que supone el reconocimiento de la derrota ante el ayer que se hizo presente. Callaron. Y sólo cuando las mejillas intentaban contener el paso de las salinas que de sus ojos brotaban, tuvieron la certeza de que aquellas, tan distantes en los años, tan próximas en el recuerdo, eran las auténticas perdedoras que les dejaron marchar. Desde la distancia que la noche les ofreció surgió el consuelo de saber que otros heridos quizá sintieron soledades que siguen sin cicatrizar por no haber tenido la suerte de coincidir en el remanso de la tarde cuando se viste de grises.     

lunes, 22 de septiembre de 2014


      Votadme

Se veía venir. El púlpito que la televisión supone acaba de abrirse como melón veraniego a la propaganda electoral posible de las tardes o noches de entretenimiento. Entre todos han conseguido amuermar a la ciudadanía en base a discursos rancios y cotilleos múltiples. Y la disputa la han  ganado los segundos. Han valorado los consultores la cantidad de decisiones sesteantes  ante las penurias de la indiscreción, que han optado por emprender rumbo a tales islas del tesoro. El debate sobre la conveniencia o no del paso adelante no me interesa en absoluto. Que cada cual consiga para su causa los votos que la audiencia proyecte mientras repasa el currículo amatorio de los famosos o adláteres, me trae sin cuidado. Y no debería. Han conseguido amuermar de tal manera al electorado que todo está claro desde la niebla a la que nos someten a diario. Se trata de aparecer como nuevo vendedor de esperanzas ante las desesperaciones con las que juegan para lanzarles un cabo de salvación. Lo de menos, para ellos, será si los plomos que lleva aparejados dicha maroma, provocan el hundimiento en sus creencias o no. Han decidido cambiar el método y a lo mejor llevan razón. En la otra esquina, el azul inmaculado, adormece, excomulga, penaliza, y saca pecho de respaldo. Visto lo visto, la duda queda resuelta. Quizás los verdaderos candidatos a dirigir los pasos de los votantes deberían ser los ilustrados contertulios rosados que salvan espacios mesetarios aún no conquistados para la causa del dogma. Ellos y ellas han conseguido que la atención se les preste y el exabrupto se presente como argumento válido ante la medianía del ser humano. Hemos conseguido sumergirnos en las catacumbas de la sordidez  por puro aburrimiento ante tanta soflama trajeada de falsedades. Han logrado, ustedes, los sesudos electos, que el hastío gire al vista al canal que les proporciona divertimento vacuo. En base a esparcir adormideras increíbles, el sopor a su alegato, se ha hecho presente. Y lo que es peor, amenaza con no retroceder. El poder, aunque les cueste asumirlo, ya no les pertenece. Lo han asumido los partidos no declarados desde las cadenas televisivas, desde el estrado de las pantallas planas y el mando a distancia. Sus discursos van cargados de municiones compasivas ante los abandonos amorosos y las luces de oropel para deslumbrar al receptor. No, no estoy demonizando, ni puedo hacerlo, a la variedad de ofertas que planean por nuestros televisores.  En definitiva juegan con su dinero y les debe resultar rentable.  Estoy descubriendo que la verdadera oferta a lanzar como recompensa a unos votos, vendrá a extraerse del corral de comedias en el que lamentablemente no será representada una obra digna de ver. Los guionistas actuales se quedaron sin ideas creíbles para su nueva programación.


      La complejidad de lo simple

Nos empeñamos en rizar rizos innecesariamente y caemos en la trampa de no ver lo naturales que resultan.  Tal avalancha de doctos en la materia ha aparecido que no deja de sorprenderme la ignorancia en la que he vivido todos estos años. Me refiero, concretamente,  a la pujanza del oficio de chef y,  a la par,  la de barman entendido. El primero emerge desde el más impoluto de los delantales para demostrarnos la redención que viene de su mano ante nuestra nula sapiencia gastronómica. Ahí se explayará con todo tipo de instrumentos más propios de laboratorio entre los que emergerán los caldos, asados, condumios en definitiva,  descendidos directamente de los cielos. Nos harán comulgar bajo la amenaza de purgarnos a eternidad en la ignorancia que el buen yantar nos escatimó.  Negaremos la mayor para no pecar de ignorantes y daremos por buena la mesa ofrecida y convenientemente pagada. Lo importante será el hecho de poder colgarte la medalla de haber sido admitido en el selecto club de los gourmets como si la tabla redonda del Arturo entendido la hubieses  completado tú. Ya no entraré en detalles de si el hambre desapareció o no; eso es lo de menos. Lo crucial está en el hecho de haber compartido carta con el rey del fogón, emperador de alacenas, pontífice del vaticano candelario. Y si el bolsillo ha resistido los primeros asaltos, reemprenderemos el camino hacia los cócteles. Y ahí sí que toparemos con el racimo de entendidos en la materia. Aún estoy por descubrir a alguien que haya admitido como magnífico un gintónic  no preparado por él.  Las múltiples combinaciones sobre el matraz de la ginebra volvería majara a cualquier camarero al uso  al serle incapaz el memorizar tanta variedad. El dignísimo combinado se acaba convirtiendo en una piscina plagada de bolitas, rodajas, peladuras, hojitas, que más semejan las fuentes del Nilo que una bebida digestiva a mayor gloria del Imperio Británico. El enebro sigue preguntándose desde sus raíces si de verdad es tan complicado como nos hemos empeñado en hacerlo. Y no obtendrá respuesta. Lo chic se ha impuesto camuflando la más absoluta gilipollez que gaznates conocieran. No se trata de volver a la simpleza de los que nos acompañaron en nuestra juventud. Se trata más bien de recobrar la cordura y dejarse de filigranas que oculten el sabor. No hace mucho me enteré que un local había conseguido el primer premio en preparación de tan espirituosa mezcla. Al leerlo, la acidez del estómago volvió a mí al recordar como aquella noche casi me provocan una úlcera con uno de sus méritos servidos. Así que si puedo, a partir de hoy, regresará a la simpleza de la mesa y barra aunque me exponga a ser  tomado como ignorante de las virtudes que encierran otras manos más expertas cubiertas por los invisibles guantes de la estupidez.
 

domingo, 21 de septiembre de 2014


 De mutuo desacuerdo

Así  reza el título de la obra teatral que anoche nos proporcionó  noventa minutos de comedia. Típico enredo entre una pareja de recién divorciados con sus idas y venidas  entre pasados y futuros. Agridulce como todas las que buscan afinidades desde el patio de butacas zigzagueando entre la risa y la tristeza. Más o menos, por ahí  iba el argumento y mi recomendación  de asistir a la representación es palpable. Pero esa no fue la auténtica obra que mis ojos presenciaron anoche. Justo delante de nosotros, una pareja de unos treinta años ocupó sus localidades. Él con gafas y una incipiente calva transmitía la parsimonia del  tranquilo ser que se deja mecer por la vida. Pinta de intelectual alternativo que posiblemente acumule un currículo extenso a la espera del generoso empleo que nunca llega del todo. Atento a los movimientos de ella en todo momento, mientras las luces atrasaban su apagado, la miraba displicente, como todo ser enamorado es. Y no me extraña. Ella, con pelo cortado a lo garçon, desde la menudencia de su torso era la viva imagen de la inquietud feliz. El puro movimiento de la dicha le hacía posar para una foto en común, lanzarle una sonrisa, pasarle el brazo por sus hombros, acurrucarse en su pecho. Una vivaracha que lograba despertar la mirada de él y la sonrisa cómplice que nacía de la fila posterior. Lejos de ella anidaba la desesperanza o el desconsuelo. No paraba de acicalar muestras de cariño como sólo los enamorados de verdad son capaces de expandir. Y él, se dejaba mimar, desde la prudencia que marca el recato. Por unos segundos  miré hacia atrás y descubrí decenas de miradas envidiosas, cómplices, recordadas desde los terciopelos de las butacas que sumaron años y perdieron espontaneidades. Poco importó que las luces del escenario emergiesen a la bahía agridulce del conflicto de pareja.  Abajo, en el verdadero escenario, esta vez a oscuras, la representación alegre del amor había sido escenificada en los minutos previos a la función. Quedó patente, para quien quiso cerciorarse, la  importancia de no dejar en el baúl de la apatía todos aquellos ingredientes que lo fueron configurando. Estoy convencido que a la salida, cuando la pregunta girase en torno a si había gustado la obra, más de uno diría que sí a su pareja, que dos magníficos actores interpretaron como pocos el papel que la alegría de quererse les había adjudicado. Quizás entonces dejarían de estar en mutuo desacuerdo.  

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

viernes, 19 de septiembre de 2014


    Tu nombre

Más de  uno  tarareará el “…..me sabe a yerba” al leer el título y en algún caso así será. Ardua decisión que los progenitores toman o tomamos cuando el turno nos llega para hacernos poseedores del mismo. A veces se imponen criterios familiares como sucesión del mismo, o modas televisivas, o cinematográficas, o musicales. La cuestión es que una vez adquirido sin decisión del afectado, cargas con él de por vida. O lo disfrutas. En alguna ocasión comprobarás el significado etimológico del mismo para que desentrañe las supuestas virtudes y los más que livianos defectos que carga sobre sí. También será rechazado aquel que nos rememore antecesores indignos y por lo tanto evitables. Pero hay algo en lo que pocas veces reparamos y es en la huella que deja en aquellos a quienes importamos o la reciprocidad que provoca en nosotros el suyo.  Se nos adhiere al espigón en el que se ha convertido nuestra piel y nos acompaña  como lapa gustosa de por vida. Habla de nosotros como sólo los silencios son capaces de hacerlo. Desde la gratitud de habernos cruzado con el poseedor del mismo,  gozamos  al sabernos nombrados por las emociones que les despierta  y nos sentimos deudores.  Pero cuando más nos sentimos  sorprendidos es al descubrir que,  por más veces que el tuyo se haya cruzado en la vida de quien te  amó, nunca logró destronarte. Entonces es cuando vislumbras el suyo y sonríes al saber que compartes el hecho. Con un poco de suerte,  con un poco de complicidad del destino hacia ti, te evitarás la repetición. Pero sabes que no serás capaz de pronunciarlo de igual modo si llegase el caso. De los sentimientos que recibirá quien de nuevas se aproxime a ti, el tiempo irá decidiendo. Callarás que antes alguien que pasó por tu vida te otorgó  el  privilegio  de tenerla adherida como sólo la pasión  es capaz de adherirse a los pies que descalzos caminan sobre ella en aras de la dicha. Quién sabe si pecar de original al adjudicar un nombre no evita el sufrimiento de cruzarse con él cuando menos lo esperas. Lo cierto y verdad es que no he sido capaz de repetir y todavía sigo pensando si las estrellas han jugado a mi favor para no dañar ni ser dañado. Sea como fuere, todos aquellos que se me hicieron cercanos, me siguen sabiendo a yerba y así los tarareo desde la esperanza  de escuchar en ellas el mismo estribillo.

  

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

jueves, 18 de septiembre de 2014


     Sin cobertura

Hubo tiempos en los que la comunicación telefónica resultaba una quimera altamente deseada y bajamente conseguida. Tiempos en los que la telefonista manejaba clavijas enlazando conversaciones que dormían al abrigo del deseo de hacerse realidad. Tiempos en los que el devenir pausado de la vida daba prioridad a lo cotidiano, a lo cercano, a lo real. Pero aquellos tiempos han quedado en el recuerdo que sale a la luz cuando alguna instantánea decide asomarse para dar fe. Hoy, la tecnología se ha hecho tan nuestra que los dedos prensiles se aferran a dispositivos con los que wasapear o buscar comunicaciones con conocidos o no tanto. Todo correcto, menos si decides utilizarlas desde una zona de recreo que pasa a engrosar la lista de menospreciadas por las compañías telefónicas. Allí, en dichas zonas tan queridas como olvidadas, se impondrá el criterio economicista del directivo de turno y supongo, que aduciendo falta de clientela, nos dejará a oscuras. Unas dirán que no les compensa económicamente; otras dirán que la normativa así lo contempla; nadie aducirá que es prioritario el derecho a un buen servicio  a todo lo demás. Vagaremos en busca de la limosna en forma de wifi desde la que cubrir carencias, y eso sí, en caso de lograr enviar un mensaje, esperar pacientemente a que llegue a su destino como si de una carta certificada con sellos de los años sesenta se tratase. De vergüenza, sencillamente, de vergüenza. Este Pluripolio  consentido deja de lado a quienes cotizamos religiosamente con lo que sus facturas contemplan y nadie se disculpa ni lo soluciona. ¿Qué hemos de regresar a aquellos años en los que el colapso se producía desde la centralita al uso? Si eso es lo que potencian, deberíamos reclamar a los políticos que las permiten, soluciones inmediatas.  Salvo, claro está, que no estén dispuestos a renunciar al sillón que les está esperando en alguno de los consejos  de administración de quienes manejan las comunicaciones hoy en día. Si es esa la razón por la que no les exigen lo que en justicia nos pertenece, no sólo están ofreciendo una dejación de funciones, sino que además la felonía les cataloga. Si la razón fuese de índole técnico, quizás con una explicación previa a la firma del contrato como usuario en la que se nos advirtiese de las carencias, nos haría replantearnos el mismo. Sea como fuere, tengan la decencia, que no la amabilidad, de cumplir con su parte del acuerdo. Pagamos por la primera y la segunda no nos compensa ni nos interesa lo más mínimo.   

 

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

miércoles, 17 de septiembre de 2014


      Se Vende

Siempre que la actualidad saca a la luz las penurias, aparecen como nidos no solicitados los carteles con ese lema en los balcones. Normalmente sus colores llamativos buscan precisamente eso, llamar la atención del posible comprador, mientras el teléfono al pie marca la dirección correcta a la que encaminarse. Allá contestarán los motivos sobre tal decisión y el acuerdo fructificará o no en base a la oferta y la demanda. Hasta aquí nada nuevo que añadir a lo ya sabido. Pero quizás el letrero, por escueto, intenta ocultar más de lo que en sí la vivienda acarrea. Vende edificio pero con él vende vivencias ajenas. Allí, tras sus paredes se trazó el abanico de emociones que toda vivienda contempla. Allí, tras las forjas y argamasas,  se fueron cocinando ilusiones en las llamas de las esperanzas que el rótulo clausura. Nada es eterno pero todo comenzó con la esperanza de serlo y aquí finaliza.  Las sombras cobran vida y se tiñen de tristezas cuando los boabdiles de turno rinden las llaves a la necesidad, al desuso, a la lejanía. Sé que el dolor nacido de la llaga dejará una cicatriz que será incomprensible para quienes no arraigaron. Puede que por eso mismo, sintamos menos dolor al deshacernos de un nido vertical, de un palomar con numeraciones ordenadas, que cuando nos desprendemos de lo que fue nuestra vivienda a pie de calle. En su acera crecimos y por sus luces transitamos tantas veces que no sabríamos orientarnos hacia otra dirección. Así nos escudamos colgando  retratos ancestrales como anclajes de vida. Cada grieta que se hace presente se convierte en la vena por la que nuestra sangre transita y acudimos a paliar el daño. Adaptamos las mejoras en base a la comodidad sin perder de vista la idea primigenia de quien  nos la diseñó a futuro. Seguimos el legado como testaferros de un ayer a transmitir y en ese deseo vivimos inmersos. El polvo en su deseo de posarse es rechazado por la armadura de los lienzos que cubren los enseres mientras estamos ausentes. Batimos ventanas para orear las esperas y certificar nuestra vuelta. Y tantas y tantas cosas más que sería prolijo añadir al cesto de la existencia. Por eso, pido al destino que me evite  en lo posible pasar por ese trance de tender  el cartel. Supongo, es más, estoy convencido, de que el dinero a percibir no lograría compensar el dolor que supondría poner precio a parte de mi  vida.  Seguiría viviendo pero llevaría sobre mis  espaldas  el letrero luminoso de la tristeza y ésta, aunque parezca lo contrario, no se vende, ni se regala, ni se acepta, más allá de la compasión que provoca.    

 

 

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

lunes, 15 de septiembre de 2014


  El primer día del resto de tus días

Hoy  los reclamos de las aulas solicitan tu presencia para añadirte a los que, como tú, buscáis seguridades futuras. Atrás han quedado los textos que tantos sacrificios exigieron desde las incomprensiones en sentido doble. Allí duermen los horarios de obligado cumplimiento y las huellas de los pupitres que tantas jornadas vigilaron a tus ilusiones. Has cruzado, y aún no eres consciente de ello, el Rubicón,  para conquistar la Roma de tu elección.  Te esperan  las mismas incógnitas que  cualquier mudanza conlleva y en ellas mismas encontrarás las soluciones. No te plantees más allá de los que tu ilusión trace porque la vida camina más deprisa de lo que nos gustaría. Goza del aprendizaje y comparte lo sabido  para que ese lado humanista que sé que te abriga no pierda el pulso ante el egoísmo.  Piensa que todo lo que llegue a ti ha de salir de ti en un futuro y que los destinatarios no merecerán otra actitud que la nacida del  corazón puro que te bombea. Rechaza el rencor ante quienes te defrauden porque sólo acumularás grises a la blancura de la existencia que mereces. Haz partícipe de tu alegría a quien se te aproxime porque es la llave maestra que abre toda puerta cancelada por el recelo. Huye de taimados planteamientos que busquen hacerte de dudar de tu valía como persona. Sólo así les demostrarás que tu precio no se mercadea, que se pesa con el fielato de la balanza de la justicia. Con todo ello, hija mía, habrás extendido la alfombra necesaria para que tu avance no lastime tu paso ni hiera tu huella. Eres y serás tan hermosa como tus actos testifiquen y jamás pasarás desapercibida porque todos te querrán cercana. Y sobre todo, Loreto,  en los momentos de duda, siente.  Sólo si anticipas el  sentimiento al pensamiento  el pulso de la encrucijada lo ganará el primero. Hoy empieza tu nuevo calendario en el que la bata blanca resguarda al tesoro más preciado que cualquier pirata hubiese deseado conseguir y que yo, gracias a la fortuna  de los vientos a favor, abordé como padre. Leva anclas y que la suerte guíe tus pasos mientras las salinas aguas del futuro se te abren complacidas. Yo cuidaré del faro desde el acantilado de la alegría por si alguna vez las turbulencias caprichosas de las mareas te plantean dudas ante la ruta a seguir.

 

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

domingo, 14 de septiembre de 2014


     La última instantánea

 Han salido a la luz las instantáneas macabras en las que un difunto era obligado a posar con algún allegado. Y digo obligado porque se me hace harto difícil imaginar que entre sus últimas voluntades estuviese contemplada tal opción. Como broma, digamos que supera ampliamente el mal gusto. Como iniciativa personal del cercano, digamos que denota una falta de escrúpulos absoluta ante sus propios, sí, sus propios, deseos de originalidad hilarante. Hemos alcanzado tal nivel subterráneo  de zafiedad que ni siquiera el humor con mayúsculas se salva. Se dieron risas grabadas a caídas filmadas, a accidentes más o menos provocados, a borracheras incontroladas, y nadie reparó en el límite que se establecía y retaba a superar. Lejos de mí la intención de asignar un trono a la seriedad en el devenir diario; pero al menos sería exigible un mínimo de inteligencia a la hora de querer ser gracioso al mostrarse como tal. Nada hay más sano ni más temido que la risa cuando nace como dardo hacia el necio gobernante, hacia el dictadorzuelo absurdo, hacia el próximo engreído. Pruebas ha dado la historia de la persecución a la que ha sido sometida y de nada vale conformarse con gilipolleces abiertas al mundo para acreditarse como divertido, salvo que la propia necedad y conformismo nos anime a aceptarlo entre tanta vorágine de bilis que a diario se destila. Si optamos por la seriedad absoluta, la úlcera será una de las respuestas; si optamos por el divertimento ridículo y simplón la estupidez hará de maestra de ceremonias ante nuestro adviento. De modo que promulgo una opción múltiple a modo de legado en vida para cuando me llegue el finiquito.  En primer lugar un epitafio acorde al caso que destierre a la pena y promueva la risa. En segundo lugar la banda sonora de Thriller por si Jackson realiza un remake y me incluye. En tercer lugar el Soneto V de Garcilaso y mis zapatillas que impreso lo llevan. En cuarto lugar un lápiz y un cuaderno por si desde el más allá continúo emborronando hojas. Creo que no se me olvida algo, excepto añadir el hecho de que posaré gustoso antes de que las altas temperaturas me conviertan en cenizas. Así que no habrá necesidad de renovar vida ya extinta  del fenecido que seré. ¡Ah!, y caso de que alguien (que  lo dudo) preguntase, contestadle a ritmo de rumba catalana que no estoy muerto, que sigo tomando cañas, lerén, lerén.      

 

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

viernes, 12 de septiembre de 2014


      El banquero

Al hilo del fallecimiento de Botín, tras el pésame incógnito a los allegados, regresan a mi memoria las miles de anécdotas que viví entre los bancos y mi padre. Éste fue corresponsal de dos de ellos con lo que esta tarea suponía de esfuerzo y dedicación. Tiempos en los que los ahorros se depositaban en una entidad que para la mayoría de los vecinos no era otra sucursal que mi propia casa. Allí depositaban el dinero que mi padre ingresaba en sus respectivas cuentas liquidando convenientemente los intereses llegado el  plazo. Firmas de huellas dactilares acompañadas de testigos que daban fe de las transacciones quedaron impresas en las múltiples copias de papel de calco que acumularon archivadores en los estantes.   Así año tras año dando muestras de eficacia y honradez basada en la lealtad al cercano.  Por eso, aquella vez en la que, tras ser  representante de dos de los más importantes, solicitó corresponsalía a un tercero, no dejó de sorprenderle el hecho de que éste último banco adujese falta de categoría en mi progenitor para representarles. Pasaron los meses, y viendo el nivel de clientes que gracias a su labor sumaba la competencia, recibió una carta en la que se retractaban de la decisión anterior y aceptaban su solicitud. Obviamente, les contestó. Y en  la respuesta dejaba claro que quizás no habían valorado la posibilidad de que la categoría del banco no fuese suficiente para ser representados por él.  Órdago orgulloso que propició la visita en persona de los gerifaltes conquenses que al runrún del dinero acudieron a convencerlo a mi casa. Una vez aceptadas las condiciones, éstos pasaron a ser representados y con el tiempo, esta entidad, de las más valoradas. Entrar en detalles como las advertencias ante Sofico (ver hemerotecas) a los vecinos  seducidos por sublimes intereses, reembolsar billetes a quien no los había contado convenientemente y entregaba en exceso ( ¿verdad, Florentina?) , cumplir con puntualidad extrema con los plazos de liquidación, no son más que una muestra de lo que la decencia promulgaba desterrando al engaño o a la codicia. Por si esto fuese insuficiente, renunció a un futuro y seguro puesto de director de la oficina que la Caja de Ahorros  inauguró en Enguídanos.  El argumento que utilizó, aún hoy suena a quijotesco. No aceptaría llevarse los clientes de los bancos que le otorgaron corresponsalía por más halagüeña que fuese la contraprestación. Pagó la fidelidad con su palabra. Por eso, caso de que coincidan en el más allá, tenga cuidado con la propuesta que le hace, señor Botín. Igual le sorprende que quien está parapetado detrás de la Olivetti le exige como avales algo que quizás le suena a extraño: Honradez     

Jesús(http://defrijan.bubok.es)

jueves, 11 de septiembre de 2014


     La tumbas ignoradas

Lejos del dolor inconsolable por la muerte de un ser querido, suele ser  frecuente la visita al cementerio allá que la tarde toma forma. La cuesta no demasiado empinada se suma al regocijo de las vistas y así, el constante peregrinar,  convierte a la cuesta de las eras hacia la cruz en un paseo más que apetecible. Tras las tapias añejas y nuevas reposan aquellos que testificaron su existencia anterior y en  aras al culto y a la tradición cohabitan ordenadamente en el silencio del cemento. Pero por más que mis pasos se encaminen a la dirección planificada en la que depositar rezos y flores, no dejo de sentir cierta tristeza al contemplar los restos de tumbas sobre el suelo inmune a su deterioro. Sí, las lluvias, los fríos, contribuyen a tal estado, a tal oxidación de las cruces, a tal olvido. Porque en muchas de ellas, este es el epitafio que reza sin letra alguna. El olvido, o quizás el abandono involuntario a la suerte de los años, contribuye a que con el paso de los mismos, la tierra olvide a quien se sirvió de ella para transitar al más allá. A su lado, o sobre ella, se erigieron edificaciones a modo y manera de las viviendas vivas y el suelo quedó reducido a la nada. Y en él, sus ocupantes. Con un poco de suerte, llegada la fecha del recordatorio, alguna flor buscará destinatarios que encontrará más o menos fácilmente. Mientras, en un hálito de resurrección justo, quizás los difuntos térreos miren a los cielos pidiendo explicación ante tal abandono. Si fue por cuestiones económicas, la pena se sumará a su penitencia y seguro que la conmuta. Si fue por desidia, olvido o pereza de los suyos, la penitencia cambiará de espaldas y deberá recaer sobre éstos. Sea como fuere y a sabiendas de que en algún caso no les hará falta, les dedicaré una oración la próxima vez que vuelva a seguir la caída de la tarde desde el cerro de Santa Quiteria. Ellos ya decidirán si la quieren o no mientras desde la arcilla que les cubre siguen pidiendo como flores el recuerdo de su paso. En todo caso, por si alguno se anticipa, le recomiendo que sean flores naturales, porque nada hay más natural que morirse después de nacer, después de vivir, después de soñar con que la tuya no sea una de las tumbas ignoradas que sucumben en el olvido.

 

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

martes, 9 de septiembre de 2014


     El ángel de Santa Sofía

Con cierta inquietud emprendimos el viaje y al Bósforo destinamos nuestros pasos.  No es que fuese uno de los apetecibles, a priori, lugares a visitar pero la fortuna de la inconsciencia así lo decidió. Explayarme en las maravillas que Estambul, o sea Constantinopla, o sea Bizancio, nos reservaba sería demasiado prolijo y harto innecesario  como competidor de catálogos turísticos al uso. De todas ellas,   me detendré en Santa Sofía, a petición del  ángel. Parece ser que en sus múltiples construcciones y reconstrucciones hubo un tiempo en el que le tocó el turno a la cristiandad. De modo que así se dispuso a ser edificada bajo mandato de Constantino allá por el año trescientos sesenta de la Era Cristiana. Ahorraré los detalles que los historiadores manejan mejor que yo y me sumergiré en la leyenda propiamente dicha. Cuentan que los trabajadores trabajaban con ahínco para tenerla terminada en tiempo y forma adecuada. Por eso, aquella tarde en la que el ángel enviado por Dios, descendió a supervisar las obras, la sorpresa vino a hacerse presente en el alado mensajero al ver cómo uno sólo de los obreros estaba a pie de obra con los brazos cruzados. Al inquirir sobre la ausencia del resto de peones, éste   le comunicó al ángel que se habían ausentado a reponer fuerzas ante tan gran esfuerzo. Dicho lo cual, el enviado, urgió a su pronta reincorporación a la obra ya que era deseo del Altísimo que se trabajase sin descanso hasta ver concluida la Basílica. El vigilante adujo que él era el encargado en ese día de vigilar para que los materiales no fuesen robados por aquellos amigos de lo ajeno y ser empleados en otras edificaciones. Ante tal opción, el ángel le propuso que fuese a buscar inmediatamente a sus compañeros de fatigas y él se ofrecería gustoso a ejercer de custodio de la obra mientras  retornaba  con el recado cumplido. Así que el albañil raudo fue a comunicarlo a sus colegas y éstos impidieron su vuelta definitiva aplazándola sine die. Desde aquel día, un ángel vigila mientras sigue esperando el regreso de aquel que fue a buscar a sus compañeros y cuida en grado extremo de los muros, cimientos, bóvedas y demás componentes que Sana Sofía ofrece al visitante que tiene la suerte de sumergirse en su grandeza.  Por eso, amigos míos, sabed que si  alguna vez la visitáis tendréis la posibilidad de llevaros únicamente el recuerdo que  para el ángel custodio, no supone delito alguno.

 Jesús( http://defrijan.bubok.es)

    Soria

“ De poetas y loco, todos tenemos un poco” reza el dicho popular  y así debe de ser desde el momento en el que tu yo interior no cuadra con los del resto. De ahí que mis sospechas de no cordura salgan a la luz en el momento en el que reviso desde el interior las vivencias que en escasas horas me dejó Soria. Llegar y sentirte como en casa, como en el sitio que siempre te estuvo esperando, fue cosa hecha. Transitar por el Románico de sus aceras consiguió transportarme a aquellos tiempos en los que la pulcritud de las piedras andaba pareja a los temores inducidos para mejor sometimiento de las castas inferiores siempre amenazadas con las iras divinas convenientemente manipuladas. Dar un salto de Santo Domingo a San Juan de Rabanera y toparse con las Estatuas de los Ilustres me hizo sentir insignificante oteador de pasadas glorias y perennes legados. Metros más arriba, el Olmo de Machado, ejerciendo de testaferro, abría su sombra a quienes nos asomamos al verso el maestro. Y ahí abriendo la senda del sentimiento,  a la falda del Catillo, el Camposanto en el que Leonor reposa con el zurrón preparado para una futura andadura común con el poeta. De frente, las siluetas de ambos forjadas sobre el Mirón, vigilantes del Duero en su lento transcurrir hacia el horizonte abierto de los océanos. La Concatedral con su claustro oficiando de frontera entre las aguas y cuestas diseminando pasos penitentes bajo sus arcos. Y más arriba, las aulas del poeta orgullosas de haberle pertenecido, con sus pupitres de madera esperando resurrecciones en futuros aprendices.  Segmentando  las calles,  La Casa de los Poetas, en la que el  triunvirato  de los mismos da fe de su paso y legado. Y la propia anarquía del paso llevándome a la vereda del eremita San Saturio en la que su ermita  cumple las múltiples misiones de inspiradora  o devota. Atrás quedaron el Monte de las  Ánimas con el Claustro de San Juan de Duero porticando su ascenso. Y todo, en todo, para todos, licuando poesía. Sólo era cuestión de dejarse llevar. Y así fue, y así seguirá siendo, mientras tenga la fortuna de seguir tildándome de loco cada vez que declare vencedora en la comparación a Soria frente a las urbes que buscan deslumbrar desde el gris de sus argumentos.      

 Jesús( http://defrijan.bubok.es)

viernes, 5 de septiembre de 2014


 Selfi en Enguídanos  

Supongo que la casualidad dispuso que así fuese o quizás el rumor del agua que subía del Pozo de la Balsa hasta reposar en la Fuente de San Blas. El hecho en sí, fue que vine a cruzar mis pasos con Felipe Vihuela, al que no voy a presentar por ser de sobra conocido y apreciado por todos. Verlo descender con el asno cargado de panochas, con la sonrisa picarona sempiterna, con la comisura de los labios aprisionando el cigarro perpetuo, no pude interpretarlo más que como una premonición del destino como preludio del álbum. Para quienes ignoréis sus virtudes os diré que se resumen en una sola que las envuelve y dignifica: Grande. Grande en su forma de ser, de trabajar, de divertirse, de enfrentarse a los inconvenientes. Un señor en el amplio sentido de la palabra que vas más allá de su primera impresión. Libre como sólo los auténticos saben serlo a la hora de enfrentarse a la vida y lograr derrotarla. ¡Quién mejor que  él para levantar este telón de instantáneas en esa tarde de Agosto! De modo que poco a poco, a través de la osadía que el cariño expone, fui solicitando sucesivos posados improvisados a todas y todos aquellos a los que me fui encontrando. Vuelvo a suponer que la tecnología tantas veces denostada, en esta ocasión, actuó de cómplice y testigo de las instantáneas cibernéticas que volaron al espacio. No he contado, por no ser necesario, el número de las mismas; pero lo que sí tengo claro es que el álbum sigue abierto y cada vez que sonriendo me preguntan si está todo Enguídanos ahí metido, sonriendo también les digo que no. Quedan muchos por sumarse al recuerdo y en ello estaré cuando volvamos a vernos. Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo, suelen considerarse las tres patas del taburete que consolida la existencia. Quien las trazó se olvidó de añadir la cuarta; esa que forman aquellos a los que quieres y te corresponden  prestándose a aparecer en un reportaje  que los entrados en años llamaríamos autorretratos y que en aras a la modernidad, llamaremos Selfi. Sea,  cómo sea, será un inmenso placer añadir a cuantos se me pasaron sin darme cuenta; más que nada para que el día de mañana, si la memoria flaquea, tenga presente el testimonio de cuánto vale la amistad, el cariño y el respeto de quienes hicieron posible el sentido de tu existencia.    

 Jesús( http://defrijan.bubok.es)