viernes, 31 de enero de 2014


Eco zafio

Todo rincón que buscase como refugio le traía la voz que tanto añoraba. Habían coincidido en la brevedad que recluye a las almas impares entre los desvanes del desencanto. El verde extendía sus brillos para que aquellos necesitados de vientos libres campasen a sus anchas. El esfuerzo no resultaba ser más que una penitencia autoimpuesta para callar lo que a viva voz les reclamaba su interior. Por separado, gemelos sentires fueron a coincidir en las escalinatas que reposo cedían a los agotados ignorantes de sí mismos. Recuperaron el pulso desde la casualidad que la distancia acortó y la breve  sonrisa recibió a la sonrisa breve. Fueron conscientes de que el aire les disputaba presencias y calmados los alientos empezaron las cortesías. Fue como si nada hubiese sucedido antes desde el título de la importancia. Llegaron a decirse para sí más de lo que callaban para ellos mismos en los estrados del conformismo en el que vivían. No tuvieron el atrevimiento de concertarse para una nueva cita y sin embargo sabían ambos que la acababan de firmar. Mañanas que viajaban en el expreso del deseo hacia la estación de la tarde en la que se sabían presentes. Combinaron pasos al ritmo que el corazón les fue marcando y fueron grabando las voces del otro como nanas para los insomnios de los amantes punitivos en los que se habían convertido. La necesidad les llevó a acortar distancias y dieron paso a la valentía que tantas veces les resultó esquiva. Emprendieron la carrera lenta que el amar exige y el valor promueve. Nada importaba ya que se les notasen los porqués  porque en el fondo no era lo importante. Lo transcendente nacía en el verbo que acunaba necesidades en las volubles inquietudes que coronaban a la par. Hasta aquella vez. Aquella en la que el dulzor del enamoramiento fue segado de raíz de la manera más abrupta que se puede diseñar. No sabría certificar si fue el tono, o la premura, o la propia recepción que ella dispuso. Lo cierto resultó ser que la expresión naciente de los labios besados tantas veces en los hurtos de las horas verdes, se tiñó de fango. Él no supo o no quiso entender el adiós que le vino. Quiso culpar a la voluble caprichosa del cierre definitivo a su esperanza. Buscó en el retroceso la más mínima pista a la que remitir el reproche que le acudía. No percibió el filo de la guillotina que nació de él para cortar en él al lazo gordiano que un día, aquella soñó indestructible. El eco zafio de la palabra sobrante le sigue recordando que acertó plenamente mientras el interrogante sobrevuela sobre a aquel que aún no ha encontrado la respuesta.

Jesús ( defrijan)

jueves, 30 de enero de 2014


Antes de que el otoño venza

A las ilusiones, a las esperanzas, a las alegrías y consiga desde su trono enorgullecerse por su victoria, pido a la palabra que acuda en mi auxilio. Una palabra que sea capaz de mitigar los estados de ánimo que la volubilidad del alma acarrea sin permiso entre los surcos dolientes del existir. Palabra que compadecerá a quien sienta el peso del olvido caer como losa sepulcral en la tumba del sentir a la que acuda lo definitivo. Palabra que llegará para evadirse a otros nidos que ansíen compartirla cuando descubran que les buscaba. Niégome la caridad de enmudecerme si con ello trazo las líneas correctas por ser perennes  las tizas que le dan vida. Pido sin esperar para que la espera juzgue por sí misma a la lealtad que notó escasa. Suplico que cuando llegue el camino de vuelta, los mojones que se fueron diseminando, regresen de las cunetas y orienten mis pasos que acomodarán zancadas a brevedades. Ya se encargará la memoria de renacer en la sombra de aquellas piedras regresadas en las que fui dejando lo que, sin ser mío, de mí nació y proporcioné. Ya poco importará el juicio postrero de quienes se compadezcan de este aprendiz de poeta al que raptó la cordura. Cómo repudiarlo si fue capaz de quitar de mis pasos los más negros presagios que el duelo anticipa. Juro que sentí como sienten los solitarios cuando son rescatados de la isla Soledad.  Y así busqué en las nimiedades lo que ignoraban portar en la travesía infinita que las noches proporcionan. Pido la palabra desde la paz del corazón apaciguado consigo mismo para poder seguir bombeando nimbos que decoren los azules pues he refugiado en las cavernas las conveniencias pudorosas que resistieron ante la propuesta de cambio. Han meditado y seguro que en la siguiente oportunidad forman centurias desde la que ofrecerse para ser inmoladas en pos de la contemplación de la belleza que no osaron disfrutar.  Poco importa ya a este que carece de corduras el intento en reconvertirlo al camino del bien. Nunca doblegó su latir a los despóticos juicios que quisieron ningunear a quien no se dejó arrastrar. Y para que así conste, hago testigo al compañero que cargó sobre sí todo el fardo de imponderables penurias como caritativo buhonero de sí mismo. Pido la palabra, porque sé que la paz, hace tiempo que me fue esquiva. Se fue para no regresar siguiendo las huellas de los desamores que éste a quien llaman loco dejase perder.  

 

Jesús(defrijan)

martes, 28 de enero de 2014


Nubes

En su ritual diario se presentaba la hora de costumbre. Los postres hacía tiempo que finalizaron y fueron relevados por la carpeta que aguardaba su turno. Se abrigó lo insuficiente para permitir que el viento de la tarde empapase su sentir desde la caridad descendente. En breves minutos se volvería a convertir en el alcaide de la alcazaba de sueños sobre las que diseñaría sus vivencias no vividas. Nada era premonitorio y el libre albedrío de las nubes lanzaría generosidades a aquel mendigo que suplicaba desde las tintas las caridades del cielo. A sus manos llegaron relatos incompletos que transitaban entre los troncos heridos de los cipreses callados. Él se esforzaría en darle el final soñado por aquellos que habían rehecho desesperaciones desde los escombros de la decepción. Prorrogaría al infinito a las peticiones que el duelo solicitaba y que en sus yemas no tendrían un hueco al que adherirse. Había sido el leso protagonista tantas veces que decidió purgar por otros lo que de otros le llegase con sabor a conocido. Y tomando como flexo a las luces del atardecer hurgaba entre los horizontes la inspiración que solícita acudía. Habló hacia los silencios y los silencios le respondieron partiendo a los azules en mitades inconexas. Llegaron prestadas historias vividas, historias revividas, historias por vivir y el cincel de la palabra las fue moldeando para darles forma. Soñaba con situarlas en los anaqueles en los que los sueños duermen esperando un pronto despertar y cuando la pausa llegaba lo hacía como servidora de la irreflexión que se batía en duelo con lo meditado. Todo fluía a la rosa de los vientos que mecían su piel amparándose en los meandros de las frías corrientes de la soledad. Era, se había convertido, y para siempre, en el indómito domador que repudiaba al látigo censor de las pasiones enjauladas. Lo tomaban por loco y poco importaba. Su senda estaba trazada desde los algodones volátiles que caprichosos le sobrevolaban y a los que se dirigía buscando respuestas. Tatuó sobre el madero que ofició de pupitre las invisibles declaraciones que quedaron pendientes para nunca regresar. A ellas se aferró  procurando consuelos a las mitades que alguna vez flaquearon ante los intentos de  seguir los consejos y se dejaron derrotar. Las églogas pretéritas florecieron en los agrestes prados del desencanto que las creyeron fuera de lugar. Y allí perdura, allí renace, allí reposa su voz. Acercaos sigilosos, amortiguad los pasos y ocupad su puesto. A poco que os fijéis notaréis que la tarde desemboca en el estuario de sentimientos y está buscando entre las arenas lo que os sabe presente. Permaneced inmóviles, quedaos mudos y alzad la vista. Vestidas de azul os recordarán vuestra forma de querer. Él, ya lo supo por vosotros y todas las tardes las recuerda el viento que acaricia a la colina a la que una vez llegó quien miraba a las nubes buscando respuestas.

Jesús (defrijan)

Una vez viajé hacia el Sur

Y el ancla se aferró a los arrecifes para inmovilizar al desconocido navegante que viajaba conmigo. Seguí el sinrumbo que el viento decidió por mí y me dejé sorprender por lo inesperado. No cargué ni con temores, ni con rencores, ni con falsos cuadernos mal caligrafiados en la bitácora del deseo no correspondido, que pudiesen entorpecer la singladura. Y en la quilla se fueron depositando las valvas que segmentaron  a las bravías aguas que se me fueron ofreciendo. Sí, viajé al Sur convencido de que el único sentido era el que rechazaba la vuelta. Fueron tempestades internas las que desencadenaron tormentas cuyas resacas lastraron hacia las orillas los rescoldos de las esperanzas que el tiempo tamizó en serrines fugaces. Las noches se vistieron  de miradas celestes desde las que la compasión urdió la red que capturó sustentos. Lancé por la borda los arpones que llevaba clavados mientras el óxido vestía de ocres a los remolinos que los remitían al fondo. Una vez viajé hacia el Sur que resultó Norte de sueños, Meridiano de sonrisas, Paralelo del Mapamundi en el que trazar sextantes para dar sentido a las desorientaciones. Allí desoyéronse reprimendas que intentaron reconvertir a la corrección lo que a todas luces no era incorrecto. Purgáronse menosprecios y desengaños entre las marcas que el salitre ofreció a modo de redentor. Fui desertor de mí mismo cuando las armas dolientes se fueron cargando con municiones de desilusiones entre pólvoras por lágrimas bañadas. Que nadie tenga la osadía de censurar a éste que entregó su alma sin esperar recompensas, sin encontrar acomodos, sin recibir más que nadas. Huyó de las tinieblas cuando sus ojos se cegaron de esperas infructuosas y vino buscando una rada donde remediar lo carente. Y ahora que sus plácidas tardes se siguen iluminando con los rayos de los atardeceres que ha tiempo hizo suyos; ahora que desde el Malecón contempla el horizonte como receptivo compañero de silencios; ahora que testimonia desde el bronce todas las caras que la verdad suele ocultar, lanzo la mirada a las miradas perdidas, y desde el silencio una sonrisa de complicidad se me adivina como muestra de valor hacia aquellos que creen no tenerlo por no haberse atrevido aún a comprobarlo. Los albatros aletean alentando a las brisas, el Sol ha segmentado mis ojos y la marea se está retirando. Alguien de los que se acerca a mis pies acaba de emprender su viaje al Sur y ya sé quién es. Lo delata su sonrisa.

Jesús(defrijan)  

lunes, 27 de enero de 2014


Pomelos

Tenía entre sí todo el equilibrio que cualquiera hubiese soñado. Las horas de las obligaciones se alternaban en sucesión continua en el ir y regresar de las costumbres. Era feliz y no se recataba de proclamarlo desde el perfil de sus sonrisas que prodigaba por doquier. Afable con los cercanos y cordial con aquellos que a un paso estaban de serlo. Todo le transcurría desde la placidez y así lo disfrutaba. Para sus adentros, en las simas de los recuerdos, yacían las decepciones que con el tiempo había logrado tapiar con las cales del olvido. Tiempo hacía que, aquellas esperanzas no realizadas, no tenían el más mínimo espacio entre sus sombras. Por eso, aquella mañana de sábado, cuando se disponía a visitar los puestos de costumbre, se presentó como todas las anteriores simulando la sorpresa que le reservaba. Cruzó por los pasillos habituales buscando las habituales comandas que acabarían sustentadas en la alacena generosa de sus hogar. Y entonces algo regresó. Al trasluz de las vidrieras reverberaron los cítricos que le dieron la bienvenida no esperada. En ese momento se dibujaron los perfiles de aquellos dos adolescentes que les dieron vida en los cálidos julios de tiempos que creyó dormidos. Eternas jornadas que les secuestraron horas para entregárselas a las promesas. Allí, frente a frente, las pieles amarillas remitieron caricias que creyó olvidadas, sepultadas, no soñadas. Se equivocaba y ante el regreso fue dejándose vencer por la pócima de melancolía que adquirió sabores ácidos de besos recientes. No había hueco para el olvido por más que se juramentó, y aquí quedaba el reflejo de su batalla perdida. Puso rostro a quien siempre lo tuvo y soñó una vida paralela en la que la añoranza vivificase las propias respectivas ausencias. Poco importaban ya los motivos que les llevaron a trazar distancias mientras se prometieron regresos. Caminos diferentes que supondrían entregas en otros insospechados  invitados actores de segunda fila. No se había olvidado y desde ese preciso instante dejó de luchar ante el infructuoso intento de alargar el olvido. Quiso ver felicidad en el par que no le correspondía para asegurarse de su propio acierto y la misericordia para consigo se dio por vencida. Nada había sido capaz de convertir en cometa evanescente sobre las nubes del amor a aquel sabor que desde las noches de julio, por más que se engañase, le volvían a traer  los pomelos que compasivos se presentaron esa mañana de sábado rasgando  la luz que atravesaba las vidrieras.

Jesús(defrijan)

domingo, 26 de enero de 2014


Fogones

Desde el primer instante supo que su ruta se acababa de marcar. Él, acostumbrado a enfundarse en uniformes anodinos, tuvo la seguridad de que su rumbo viraba al mar de aquellos ojos. No supo qué pedir cuando ella le preguntó  porque carecía de importancia cualquier deseo que no fuese contemplarla. La planificación de la jornada  que los cuellos encorbatados diseñaban  a su lado no resultaba más que un canto anodino plagado de obligaciones anodinas en las anodinas jornadas laborables de sus anodinas semanas laborables. El té intentó apaciguar el interior de quien no tenía entre sus planes el mecerse en el mar del sentir. No pudo por menos que malinterpretar al  ecuánime que vivía dentro de sí y que por primera vez se sentía desarmado. Quiso recomponer su actitud y algo que no sabía definir se lo impedía. Sus ojos no dejaban lugar a la duda y llevado de la mano de la confusión salió con los interrogantes en su agenda. Todo el día resultó un cíclico ir y regresar a las expresiones que confluían en aquella mirada que le había cautivado y en la que había depositado sus esperanzas. Se armó de valor y fue planificando estrategias sobre las que alcanzar lo que deseaba sabiendo lo imposible que resultaba ordenar esos latidos. En vano tuvo compasión el sueño de éste adolescente fuera de tiempo que giraba en el lecho del insomnio a la ruleta del amor. Los días sucesivos acabaron convirtiéndolo en el peregrino que se eternizaba en aquella ermita sobre la que encendió las ceras de sus ímpetus. Tuvo que luchar contra la sorpresa primigenia de aquella que no acababa de comprender la intensidad de tal sentimiento y lo que en un principio fue rechazo se amainó en el fluir de las sinceridades que de aquellos labios buscaban en ella a la receptiva soñada. Desarmada fue por este juglar venido a turbar su estancia en tierras caducas de tiempos. Llegó a plantear el absurdo resultado de tirar por la borda los títulos que sembraban de seguridades ese campo yermo de lo conveniente y pudo más lo que más valor tenía. Hoy, aquella apuesta incierta, aquella sensata locura, sigue riéndose a la par de las cobardías ajenas. Y mientras sus manos se afanan en los fogones  su sonrisa regresa por saberle afortunado. Sus labios siguen lanzando los callados versos a aquella que prestó sus ojos para que se encadenase a ellos quien una vez, sin siquiera sospecharlo, se enamoró perdidamente.  

 

Jesús(defrijan)

sábado, 25 de enero de 2014


Voces teñidas

De nuevo ocupaba el rincón olvidado en el que la compañía del silencio de voces se apiadaba de él y venía en su auxilio. Aquí, en esa atalaya de miradas hacia sí, había conseguido el reducto  desde el que sosegar los bríos que pedían aires vestidos de golondrinas. Poco importaba  el bullicio si en él se diluían los tonos monocordes de las monotonías. Había enmascarado a inocentes voluntarios para prestarles una vida con la que quizás no soñaban. Allí vivían un paralelismo de interiores que resultaría harto difícil de explicar o comprender si fuesen capaces de descubrirse. La osadía lo había  llevado a los límites en los que la imaginación campaba a sus anchas como bajel a la deriva en el cabo de Buena Esperanza. Podía percibir en los timbres de sus voces la querencia hacia el personaje y los colores imaginados en sus atuendos. Sabía que  el batán de sus nombres listaba a las tonalidades que jamás comprobaría. A sus pies la fidelidad descansaba como guardiana de aquel que tenía como compañero. En su mutuo acuerdo no firmado ambos se guiaban en la maraña de existencias que las diferencias agitan hacia las compasiones. Y mientras tanto a modo de incienso, el aroma del recién molido venía a santificar la nave de la catedral en la que oficiaba la religión de los sueños. No tardaban en degustar entre ambos la mitad del todo que compartían. Sabían que el acto reduciría a brevedades  las tragicomedias calladas que pulirían con finales abiertos a los entreactos reales. Voces comunes que se saludaban desde la cortesía y a las que receptivos insuflaban esperanzas nacidas desde el pecho reflectante. Voces que hablaban de resignaciones, de amores incipientes, de renuncias, de cosechas. Voces a las que se aferraba este pulcro afinador de teclas blancas extraídas del mudo piano de su voluntad. Y en esas brevedades eternamente repetidas  la pausa tenía certezas. Su yo externo repartía plácemes mientras su gemelo interno ideaba rostros allá que los posos testificaban el réquiem sobre la tumba de loza. Entonces, erguían sus cuerpos a la par y a la par marcaban el paso que el bastón proaba. Fuera, el aire traía riegos recientes y con ellos los aromas que acabarían dando marco a la postal de vivencias que entre ambos habían teñido desde las oscuridades. Un día más, los pasos que separaban aceras de esquinas, llevarían sus huellas. La función de hoy había concluido y un nuevo borrador se estaba diseñando desde donde sólo se diseñan las verdades.   

Jesús(defrijan)

viernes, 24 de enero de 2014


Vago entre oscuridades

Por más que los tonos luminosos quieran alfombrar tus ausencias, te pienso y en el mismo pensamiento se mezclan mortíferos desesperos con vacuas promesas que rehúyen de mis sombras. Vago en los corredores que diseñó tu silencio para no desnudar a las huellas que firman  por ti lo que de ti no llega. Vana espera del ilusorio vuelo peregrino por inciertos presagios mortificantes del esclavo en que se ha convertido quien te extraña. Nada consuela a quien se mueve entre las resacas de desamores que talaron entregas, por más que redima culpas que no le corresponden. Te ama quien no es capaz de sentir mitades por haber saciado sedes en el manantial de tu rostro en el que no consigue conciliar consuelos. Vive en tus ojos que esparcen cometas a los que se aferra para no perder tu estela y con ella el sentido de su propia existencia. Sabe que no pertenece a quien el tiempo le negó y así malvive entre pétalos que deshojan  tu recuerdo. Te sabe ausente en la cercanía y ahí carga con la dicha del momento mientras el duelo se eterniza de ingratitudes segadas de caricias. Perdió en la apuesta aun sabiendo que los naipes guardaban un comodín que no quiso para sí sobre el tapete negro del paño raído por las negaciones. Dudas de las dudas que quisieran verter certidumbres al lago de llantos cumplido mientras asciende  la lava convirtiéndose en islotes solitarios de escarpados filos. No tendré posibilidades desde la sensatez que viene a mí peregrinando limosnas. Ni las tuve en las sombras que trazaron fronteras sobre las que transité sin más documentos que mi entrega absoluta. Me llaman loco y burlan a éste que derrama versos por los espacios cohabitados. No han entendido que lo ininteligible es la esencia que mueve a los oscuros pensamientos que se iluminan de ti. Te culpo por haber sembrado semillas en el campo yerto que florecía de espinos. Te culpo de haber agitado a las ilusiones  dormidas y haberles diseñado un nicho como morada permanente. Te culpo de haberme abierto los poros para sacar de mí lo que en mí suponías. Y me culpo de culparte por haber sido la ilusa marioneta que se dejó mecer por las manos que enredaron mis hilos. Ya llegan aquellos que dicen cuidarme. Tomaré las prescripciones que me han asignado para vivir su realidad y conformarles su deber. Mitigarán  al doliente no cuerdo que creen tener en sus manos y la paz  recobrarán  al creer que me la legan. Ilusos. No han entendido que mi verdadera locura nace al saberme tu mitad no deseada. 

Jesús(defrijan)

 

9.       El ciego que cantaba fados

Todos en alguna ocasión, en algún momento, hemos sentido que la magia se nos presentaba instantáneamente. Que el pragmatismo del viaje planificado se veía absorbido por ese detalle no previsto que lo convertía en único. Quizá sea la predisposición o el famoso síndrome de Stendhal, pero no cabe duda de que a nada de tiempo que dediquemos, ese instante aparece.

Y así lo hizo el día en que decidí visitar el barrio de Belem. Más  concretamente el triángulo que forman  en la Explanada de los Descubrimientos,  el Monasterio de los Jerónimos, el Monumento a los Descubrimientos y la Torre de Belem. No, no fueron ni la majestuosidad de los edificios, ni la historia encerrada en ellos lo que llegó a poner una nota de emoción. Fue el hecho de emprender el descenso hacia el túnel que cruza la avenida como si fuese una de sus bisectrices y empezar a escuchar el canto que provenía de sus entrañas lo que me hizo pausar el paso y recrearme en sus notas. Llegué al subsuelo y entonces, ante todo aquel que tenía la fortuna de cruzarlo, apoyado en la pared, sin más instrumentos que su voz, un ciego cantaba los más hermosos fados que el dolor puede interpretar. El discurrir de los trenes, el ronroneo de los neumáticos, el tintineo de las monedas sólo lograron reverberar aún más la hermosura de las canciones que “a capela” interpretaba. Su gorra de visera, su silencioso bastón, la silueta de su espalda caligrafiada en la pared y su murmullo de agradecimiento ante el aplauso silencioso que percibía enmarcaron el detalle mágico que todo viaje, a nada que prestemos atención, nos deja.

Ni sé ni quise preguntar su nombre, pero la Dignidad, el Buen Hacer, y las Notas Precisas encauzaron el  patente  flujo de  emociones que perduran en el manantial del recuerdo mientras el eco del último fado testimonia que fue cierto.
 
de "Cara a cara"

jueves, 23 de enero de 2014


Tomás y Emilio

Diríase de ellos dos que son los antagonistas de un mismo guion que el día a día va confeccionando. Réplicas de  Sacco y  Vanzetti donde la anarquía se les viste de placeres y a ellos se encomiendan. Trajeron de la vertiente del Cabriel la cascada de cristalinas que vi llorar aquella vez que las crucé desde el asombro de la niñez. Chorreras que en ellos no alumbran uniformes a desfilar por los patios de armas dispuestos a golpear voluntades democráticas por las que apuestan. Y su apuesta no será un cheque en blanco que aquel electo tome como patente de corso. Caso de que así lo supusiese deberá estar dispuesto  a cocer al calor de la crítica su insolencia. Uno nació bajo los auspicios de Rousseau y éste le bautizó desde el lema revolucionario dando nombre a su protagonista. Las barricadas las expande en las explanadas vertebradoras de las gilipolleces ajenas. El otro, cómo no, da fe de la tozudez del santo que no creyó mientras no vio. E incluso viendo, sigue preguntándose si las llagas no son meros atrezos  de quien se quiere hacer pasar por mártir buscando compasiones a modo de plácemes. Síndico de los derechos que reclama mientras pasea al can francés que le simula y convierte en el marqués versallesco para confundir al oponente. Todo tipo de pócimas vertieron en sus marmitas y de ellas extrajeron las sinergias que les volatilizan a sueños por conseguir entre risas y placeres que otros catalogarían de pecaminosos. Rotundo uno y prudente el otro, han logrado holgar entre los calendarios que otros aún mantienen sobre las paredes de las prisiones que las labores exigen. Y ven pasar desde la atalaya del reclamo a los que quieren dar de sí mismos la imagen que más vende a su favor. Astutos descubrirán las verdaderas intenciones y de su boca saldrá la primera reclamación a pie de obra. No buscan fanfarrias ni alharacas que les encumbren porque prefieren mirar de frente a sustentarse desde el púlpito soberbio de la superioridad. Canallas de la simpatía que buscarían un hueco en Hyde Park cualquier domingo para rebatir soflamas con las que por principio no comulgarían. Por eso, si alguna vez, incautos de nosotros nos topamos con ellos y decidimos dar paso al debate, hemos de saber que la derrota nos acompañará en tal lid. Convencerán mientras socarronamente nos escruten y lancen un juicio sobre nuestras entendederas, que gracias Dios, o mejor, gracias a Marx, tendrán a bien no espetarnos para no hundirnos en la miseria del raciocinio vencido. Mientras ese momento llega, sé que seguirán pensando en cómo he pincelado este boceto. Las noches son demasiado largas, amigos, y el sueño se acorta con la edad.

Jesús(defrijan)

miércoles, 22 de enero de 2014

¿Cómo atar al viento que te mece?
Si  en él moran tus ilusiones y el paso del tiempo ha sido incapaz de depositarlas en tierra firme. Ni sabes ni jamás has querido descender a la mortal norma punitiva para con los sueños que mecen tu día a día. Por más que has buscado respuestas  que aportasen lazos en los que empaquetarlos, has concluido dichosa ante la solución no encontrada. Era tu otro yo el que precisaba seguridades que en absoluto te daban firmezas y queriendo mimetizarte con los otros te autoengañabas en las pausas en que las pasiones tomaban descansos. Has nacido para dar y compartir y tú lo sabes. Por eso la volátil armadura que te calzas deja rendijas por las que los vientos ajenos se cuelan sin tu permiso. Y das palos de ciego ante quien no entiende que el verdadero ciego es él, incauto absurdo, que inmaduro se muestra al querer aceptarse adoptado por tu seno. No le perteneces y no encuentra el camino al que llevarte por saberte en el precipicio de la no posesión. ¡Pobre infeliz! Nació para disponer voluntades y es incapaz de ver que la tuya libera lavandas a tu paso y sólo el permiso de libarte tiene la abeja golondrina que acaricia tus pétalos. Te tendrá solamente en las migajas que quiera tu alma depositar a tus pies para que sacie en ellas su necesidad de ti. No ha entendido, no quiere entender, renuncia a dar fe de cuánto de ti le lega el desaire que expandes desde la ballesta del desprecio. No intentas dañar y eso te salva de colgarte el cartel de verdugo aun sabiendo sobradamente que los reos están dispuestos a inmolarse por ti. Naciste para el amor y cuando te llega en minúsculas lo lanzas por la borda para que recapacite  sobre el errado tino de su propuesta. Diosa del templo en el que Afrodita no supo librarse de los celos que le provocaste al verse relegada por tu excelsa imagen. Nacerás al placer porque naciste para ser plácidamente complacida y cuantos más intentos ejecutes para resultar común, más extensa será la distancia que separe a tus dos mitades. Lanza los inciensos a la rosa de los vientos para que ella se encargue de proclamar ante quienes no te han tenido, que tú, vestal de cuya sombra nacieron los celos, que tú, has sabido dar respuesta a la pregunta que buscaba encerrar los nacidos de ti. De ninguna manera, porque el nudo se desharía obediente para que tú, ninfa del manantial del vate, sigas vagando a tu antojo.
 
Jesús(defrijan)

martes, 21 de enero de 2014


Libre

Presa de condicionantes que trazaron por ella sin contar con ella vivía su vida desde el gris del día a día. Atrás quedaron ilusiones que en cierta medida viese cumplidas y la monotonía había tejido para ella una telaraña que arrastraba su caminar. Las horas de asueto las cubría con las vidas imaginadas en las que tomaba protagonismo la actriz real de la comedia que añoraba. Se aferró a las esperanzas de un cambio que veía imposible de realizar y así sus primaveras sumáronse en otoños. Envejecía por dentro aquella que soñó ser eternamente joven y la cobardía se encadenó a sus pies. Ya había transitado por el filo de la decepción suficiente tiempo y aquel tiempo que dedicó a otros le escatimaba el propio. Era infeliz y cualquier intento por simularlo chocaba de pleno con su interior de lava. Las razones cada vez le eran menos importantes hasta el punto de no saber qué quería hacer de su vida teniendo claro qué era lo que no. Decidió llevar la doble dualidad que nace del soñar como pareja de baile del ser. Y allí, en sus sueños cargó a la valija de sus silencios con todas las promesas calladas que se habían enmohecido con las lágrimas del desamor. Quería pero ya no amaba y lo sabía sobradamente. Acomodó los papeles entre las representaciones que la obligación traía consigo y las que nacían a la espontaneidad del corazón desbocado. Llegaron a no comprender sus actos como si fuese comprensible el latir desbocado de la desilusión. Vanos intentos de refrenar a aquella que le daba vida desde la cordura que la locura conlleva buscando lo no tenido. Diéronle  pócimas físicas sin descubrir que sus males del alma allí no encontrarían consuelo. Frágil muñeca de trapo que viraba a los vientos del afecto soñando convertirlos en amores insospechados. Y así relegaron a aquella que tomaron por insensata al desván del olvido. Dejaron que vagase por las noches entre delirios de rechazos a los que no se acostumbró jamás. Necesitó y no tuvo. Y cuando llegó a tener,  el propio temor a perderlo la hizo furtiva de sus temores. Se entregó a las lujurias que los insensatos calificaron de inadmisibles por insensibles juzgadores de lo que ellos mismos escondían. No regresó jamás del viaje que emprendió aquella vez en la que se aferró al último tren sin esperar nada a cambio, sin buscar recompensas, sin exigir más de lo que ésta que fuese espíritu libre, llegase a entregar.

 

Jesús(defrijan)

lunes, 20 de enero de 2014


11:11

“Te vuelvo a soñar”. Acababa de ver en el reloj la hora acostumbrada y repitió lo acordado. Meses hacía que la casualidad les llevó de la mano al encuentro inesperado. Compartiendo acera, compartieron fuego y nicotinas en la distancia que juzgaron prudente y acabaron acortando. Los labios todavía remansados de café buscaron en exteriores los sueños que ocultaban para sí y adivinaban en otros ignorantes protagonistas transeúntes. Guiones de corta duración que daban vida a inanimados seres en  los que dibujaban existencias y ocultaban carencias. Cortos filmes expuestos a la curiosidad naciente y con caducidad anunciada. Allí, las primeras huellas mojadas de la mañana lluviosa les encaminaron al protector portal erigido como refugio improvisado. Las naderías pronto dieron paso a las miradas de silencios y desde ese mismo instante supieron que la hora que seccionaba dígitos supondría el inicio cierto de sus jornadas futuras. Rieron ante el hecho de figurarla como sonrisas cómplices que rasgaban en verticales a las caricias de sus ojos. Convirtieron en rito aquel nacimiento que siempre estuvieron esperando y tanto tardaba en llegar. Eran dos vidas paralelas que caminaban sin rumbo hacia un final anticipado diferente al esperado. Nunca tuvieron en cuenta la hora de partida por saber que suponía el alejamiento del gozo próximo para aproximarse a la rutina sabida. Supieron que sus yoes estaban destinados al nosotros y ni quisieron ni supieron renunciar a los designios. Aquellas excusas que les amordazaron se fueron desmoronando y las valentías aparecieron en sus vidas. No rompieron amarras con puertos seguros. Sus bahías ofrecían refugios de reproches en los que las alegrías no tenían cabida. A lomos de las olas de los reproches curvaron sus espaldas tanto tiempo que habían perdido la costumbre de reír, de compartir, de desear. Aquella tarde, la decisión se vistió de firmeza. Cada cual sentó las bases de la futura hoja de ruta que horas después tendría fecha de salida. Así, aquel once de noviembre, exactamente a las once y once, dos sonrisas se abrazaron ante la incredulidad de los paseantes que les aplaudieron con los ojos. Un cigarro se dispuso a ser compartido y no sabía   porqué retrasaban  su sacrificio ante el fuego. No tuvo que esperar demasiado. Poco después de la hora acostumbrada, con las aceras pobladas de humedades que alfombraban huellas de testigos ignorantes  el reloj que les miraba de frente, marcaba las once y once. Solo que esta vez, el humo tenía un tono diferente que exhalaban a la par aquel dúo que encontró su hora definitivamente. “Te vuelvo a soñar” se repiten desde entonces y todos sus relojes coinciden en la hora a cualquier hora

 

Jesús(defrijan)

domingo, 19 de enero de 2014


El faro

He decidido acercarme a tu costa. Sí, a esa en la que la intensidad de las mareas la marca el latir de tu corazón y en ellas lanzar al temeroso navegante que rema con las palas de la inseguridad. Ese que incauto no percibe la inocencia de sus anhelos ni la atemporalidad de sus sueños. Ese que naufraga entre adversidades que originan los minúsculos desaires que el desamor le provoca. Ese que será capaz de aventurarse en el mar de tus promesas arriesgándose en tu no cumplimiento. Nada importa. Ve que el tiempo va seccionando aquello que le nació y no está dispuesto a dejarse arrebatar aquello que ansía. Ha vivido tantas vidas ajenas que el tiempo lo fue desgastando convirtiéndolo en el reflejo del acantilado que batido por el oleaje mora a mis pies. He iluminado rutas más allá de los convencionalismos mercantiles y bajo mi luz nacieron esperanzas de amores eternos en quienes se soñaban eternos enamorados. Fue común que a mi sombra trajesen  las promesas que los reflejos de la noche daban por ciertas. Aquí  compartieron dichas anticipadoras y de aquí partieron bajeles de caricias remando en común. Aquí regresa  éste que las hizo suyas buscando el origen que yacía en sus recuerdos con los remos anhelantes del retorno al camino que un día dejó inconcluso. Sus pasos, menos vivaces que antaño, surcan las huellas de la memoria y tu nombre regresó. Y contigo llegaron las largas noches de veranos eternos en los que os buscasteis  apurando las horas. Sabían a perecedero y el tiempo y la llegada del próximo día se les hacía un mundo. Y así, en un ciclo infinito, las idas y venidas no han logrado desgastar a quien ahora está condenado al olvido. Pasaré a ser una reliquia, a plasmarme en instantáneas como muestra de haber estado. Si fuesen capaces de leer entre mis piedras comprobarían la verosimilitud de lo narrado. Apagarán mis luces pero no serán capaces de enmudecer mis vivencias. Por eso quiero alargar mis pasos hacia el acantilado desde el que siempre me he sentido deudor. Quiero despeñar por él a todas las promesas incumplidas, a todos los abrazos no fundidos, a todos los amores solitarios. Al mar lancé la mirada y de él me regresaron sonrisas. Sé que con ellas regresarán los silencios clausurados entre rejas de pudores y los pensamientos guardados en la intimidad. Sé que el miedo a no ser correspondidos ha sido el encargado de encerrarlos bajo llave y por ello les compadezco.

 

Jesús(defrijan)

sábado, 18 de enero de 2014


Pedazos
“Esta noche en la que los sueños usurpan el lugar al sueño el desvelo ha venido en auxilio de mí, pobre infeliz que vago solitario sin tu presencia. Y en un acto generoso ha comenzado a dictarme las letras que presurosas quieren llegarte como si no supieses suficientemente que tú las dictas sin saberlo. Tú, que acaricias las vocales que configuran mi nombre haces a este deudor de tu amor, esclavo de tu dicha. Porque en ella radica la felicidad que nacida de ti a mí me llega y a ti regresa en un constante virar de emociones calladas. Eres capaz de extraer sonrisas a los lutos que se empeñan en vestir las envidias que los incomprensibles esparcen. Naces cuando el invierno amenaza con cubrir de nieves a los corazones y en ti la primavera se deposita de eternidades. Río contigo porque contigo la expresión dichosa sale a la luz de la mañana desde el brillo de tus ojos. Y en ellos se van formando las olas que incitan a adentrarse en el mar de sueños por cumplir que invitan a la travesía a estos náufragos que nos adoptan cuando estamos ausentes. Razón de la sinrazón más necesaria que el aire para  no asfixiarme de silencios. Rasgo los calendarios por innecesarios  jueces de finales justicieros y añado días a meses carentes para alargar nuestros comunes. Naciste para ser amada y el destino tuvo el consuelo hacia quien alza el mérito de amarte. Muero por vivir hacia atrás para renacer en ti desde ayer y para siempre……”   Y en ese momento el timbre sonó. El remite de aquella a la que estaba remitiendo tenía un sabor diferente. Algo le aportaba inquietud y con sumo cuidado abrió la misiva. Desde la incredulidad que todo enamorado considera ajena, el adiós se presentaba definitivo. Minutos después la inmovilidad dio paso al desconcierto y éste a la desazón. Quiso responder desde los dictados de la ira y cientos de intentos acabaron rasgados. Recuperó la calma. Concluyó la carta que había comenzado horas antes con    “………..acábala tú como mejor consideres, y si decides rasgarla, piensa que los pedazos de mi amor acabo de guardarlos en el baúl para que siempre me recuerden cómo soy capaz de amar “. Lo que nunca supo fue que los pedazos del arrepentimiento acompañaron a aquella que no tuvo la valentía de arrepentirse y se dejó llevar. Esa que de cuando en cuando abre el sobre que contiene la carta que no ha sido capaz de concluir por sí misma porque el dolor se lo impide.
 
Jesús(defrijan)

viernes, 17 de enero de 2014

Por si  alguien estuviese interesado, aquí os dejo el enlace de mi página de edición y los correspondientes  enlaces de mis publicaciones.  Caso de necesitar alguna aclaración, hacédmelo saber. Abrazos.........Jesús


http://defrijan.bubok.es

 






La mayor satisfacción estriba en ser capaz de compartir emociones; por lo tanto, aquell@s de vosotr@s que deseéis tener alguno , por favor pedídmelos que os los haré llegar en el archivo correspondiente. Ya vosotr@s  decidís si merece la pena comprarlos o no. En cualquier caso, será un honor compartir usar parte de vuestro tiempo. Gracias de antemano , amig@s.

El Ladrón de Sueños


El Ladrón de Sueños

Cuenta la leyenda que nadie supo exactamente cómo les vino ni desde hacía cuánto. Lo cierto era que cada día en el que las sombras buscaban su hueco, el espíritu del Ladrón de Sueños se presentaba de repente, sin previo aviso. No seguía más que las directrices del plano que las luces parpadeantes ofrecían. Sigiloso se aproximaba a las paredes y a través de ellas lograba sopesar los estados de ánimo de aquellos a quienes el sueño echaba sus redes. Y llegada la medianoche, su danza se abría desde el boceto de la necesidad, del desengaño, de la esperanza. Dicen que si en alguno sospechaba inquietudes, un soplo de estrellas les era remitido y en él encontraban el consuelo buscado. Relatan cómo ofrecía inspiración a aquellas manos que atropellaban dedicaciones en el duelo contrarreloj que planteaba la oscuridad. Juran que cubría su rostro con las nubes que los rocíos tendían a su paso para no ser reconocido y así delatado. Todos imaginaron su rostro y entre los niños se extendió su leyenda. Ninguno tuvo miedo, porque sabían que este Ladrón de Sueños no daba motivos al temor. Desde temprana edad sus mayores anticipaban sus sueños con los relatos que de él se contaban.  Él, sereno de empedradas callejuelas, serpenteaba  buscando abrir corazones, limar heridas, cerrar penurias. Bajo su influjo las horas bailaban a los acordes de las necesidades que el alma exigía y aquel que se le ofrecía conseguía su auxilio. A su amparo nacieron paralelos futuros que quienes los disfrutaron supieron agradecer. Veló los negros para convertir a sus augurios en simples pruebas de superación. Raptó las horas del descanso a aquellos que usaban del poder para el abuso y con ellas redimió a las víctimas de los mismos. Todos sabían quién ocasionaba las desazones en unos y la paz en los otros. Unos temían la llegada de la noche y otros la esperaban ansiosos. Todos sabían que posiblemente les esperaba la recompensa o la penitencia que habían labrado con sus acciones. El Ladrón de Sueños se encargaría como siempre había hecho de equilibrar los sentimientos. Por eso, cuando llega la noche, quien más quien menos, sabe a ciencia cierta que sus horas estarán contadas para, cuando pase por sus conciencias, hará uso de las mismas. Empieza a oscurecer. Es el momento de revisar si nuestras opciones serán aquellas que verdaderamente merecen  la pena. Buenas noches; ya se acerca  y teme ser descubierto.

 

Jesús(defrijan)

jueves, 16 de enero de 2014

Callas y mueres por dentro. Al silenciar esperanzas. Callas y afilan las lanzas. Que suplican otro encuentro.  Callas y callando plantas. Los cipreses en tu huerto. Que saben ver en tu cara. El  perfil negro del viento.                   Jesús (defrijan)

Hola a tod@s: Bienvenid@s  a este vuestro blog en el que encontraréis relatos, poemas, ....y cualquier emoción que sea digna de ser escrita y compartida. Si tenéis curiosidad, visitad http://defrijan.bubok.es     Allí tengo mis publicaciones que gustoso compartiré con aquell@s que las consideréis merecedoras de tal. Saludos y reitero, bienvenid@s     Jesús(defrijan)