Los exámenes finales
Ahora que despunta Junio y se anuncian las fechas de los
exámenes finales es cuando más esfuerzo se exige. Y se hace desde una
proporción directa a la duración de los
días como si a más luz se solapase más
tiempo para el repaso y con ello más éxito asegurado. Llenaremos todo de
estadísticas numéricas y trazaremos el listón del apto o no apto para dar por
concluido un curso de nuevo. Entonces es cuando en un momento de reposo entre
corrección de pruebas te preguntarás qué has logrado transmitir a tus pupilos. Si han sido conocimientos, sólo conocimientos,
prioritariamente conocimientos, igual te das por suspendido a ti mismo y ya no
tienes espacio para recuperarte como docente. Si has inclinado la balanza hacia
el lado de las notas sin tener en cuenta los mil motivos que como personas
acarrean, por mucho que te empeñes, has suspendido, colega. Y cualquier excusa
que quieras ponerte se quedará en eso, en mera excusa, como si de ti no
dependiese el éxito de aquellos que te fueron asignados. Con el rictus de quien
actúa sin convencimiento darás por buenos unos resultados académicos que
contemplan de soslayo los flecos de sus propias realidades y te sabrás errado.
Has logrado tus objetivos, pero no has logrado hacerlos suyos. Posiblemente has
recargado con taras unas experiencias de crecimiento que a lo mejor no acaban
por afectarles o a lo peor no las olvidan. Las jornadas eternas de atenciones
varias tras el pupitre han ido sumando saberes, en algún caso con quereres, y
en muchos otros con deseos de finalizar. El espejo te gritará en silencio que
tuya es la responsabilidad de haberles hecho comulgar con postulados nacidos
del juicio permanente y la inflexibilidad ante el fallo. Estas réplicas de
adultos que custodias durante meses se te han sido adjudicadas para cubrir unas
etapas han aceptado la disciplina aun a riesgo de no creer del todo el valor de
lo transmitido. Será entonces cuando las utopías de otro tipo de enseñanza volverán a aparecer
y las mil interrogantes buscarán respuestas. Quizás se ha mecanizado tanto el
aprendizaje que el intento por potenciar individualidades se ha diluido un año
más y entonces será cuando, al revisar tus propias calificaciones, al comprobar
los resultados finales, verás que has aprobado, pero por los pelos. No pasa
nada, dirás, en Septiembre podrás rectificar, y con algo de suerte, renacer a
la esperanza, y sobre todo, seguir intentándolo.
Jesus(defrijan)