lunes, 19 de septiembre de 2016


  1. First Dates

Casi todo está inventado, y en el mundo de la televisión, más todavía. Hace muchos años proliferaban en cualquier ciudad las agencias matrimoniales a las que acudían quienes no habían encontrado el amor. Tras rellenar la correspondiente ficha biográfica en la que incluían gustos y esperanzas, todo era cuestión de cuadrar perfiles y dejar hacer a Cupido. Más de un caso conocí y puedo asegurar que el balance fue positivo. Sin duda alguna, y dada la época en la que se desarrollaba, el final era previsible y el enlace religioso ni se cuestionaba. Obviamente la vida se ha acelerado de tal modo que sería impensable retomar aquel método con la quietud de entonces y por lo tanto han ido surgiendo por doquier todo tipo de celestinas cibernéticas o catódicas dispuestas a conseguir resultados de modo inmediato. Y aquí es donde el acierto ha aparecido justo en ese paréntesis horario en el que se precisa desconectar del día a día. Un garito chic al que acuden aspirantes al amor y en el que camareras, barman y presentador ofician de anfitriones para mayor gloria del entretenimiento. Admiro los programas que no se disfrazan de lo que no son, que van directos, que no intentan vender humo, y este es uno de ellos. Mil y una vidas en cada uno de los mil y un participantes, que en cuestión de minutos deben dar la aprobación o no a un posible vuelo común con quien así se presentó. Meros espectadores nosotros que sobre el tendido del sofá nos solidarizamos con aquellos que abren a las pantallas sus anhelos sin saber qué resultado obtendrán. Un Carlos Sobera sobrado de profesionalidad se encarga de conducir el programa sin mayores ínfulas de protagonismo que tantas veces se mal disimula en otros programas. Un ambiente en el que a los pocos segundos de exhibición te acaba anunciando éxitos o fracasos de los contendientes. Una serie de vidas que tras la sonrisa como carta de presentación deja traslucir la necesidad suprema de todo ser humano de querer y ser querido. Un rato de divertimento que consigue esparcir un lienzo de colores sobre las horas finales del día como si quisiera difuminar el gris de la existencia que tantas veces se empeñan en convertir en negro. Lo del éxito o fracaso de cada intento será lo de menos. Por unos minutos el anonimato se olvidó de ti y sólo por eso ha merecido la pena. Así que esta noche, como todas las noches, a la hora de la cena, estad atentos al nuevo casting del nuevo capítulo de este programa que únicamente pretende vender esperanzas. Nada más ver los rostros participantes seguramente sabréis adivinar el resultado final de la cita.   

Jesús(defrijan)

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