- First Dates
Casi todo está inventado,
y en el mundo de la televisión, más todavía. Hace muchos años proliferaban en
cualquier ciudad las agencias matrimoniales a las que acudían quienes no habían
encontrado el amor. Tras rellenar la correspondiente ficha biográfica en la que
incluían gustos y esperanzas, todo era cuestión de cuadrar perfiles y dejar
hacer a Cupido. Más de un caso conocí y puedo asegurar que el balance fue
positivo. Sin duda alguna, y dada la época en la que se desarrollaba, el final
era previsible y el enlace religioso ni se cuestionaba. Obviamente la vida se
ha acelerado de tal modo que sería impensable retomar aquel método con la
quietud de entonces y por lo tanto han ido surgiendo por doquier todo tipo de
celestinas cibernéticas o catódicas dispuestas a conseguir resultados de modo
inmediato. Y aquí es donde el acierto ha aparecido justo en ese paréntesis horario
en el que se precisa desconectar del día a día. Un garito chic al que acuden
aspirantes al amor y en el que camareras, barman y presentador ofician de
anfitriones para mayor gloria del entretenimiento. Admiro los programas que no
se disfrazan de lo que no son, que van directos, que no intentan vender humo, y
este es uno de ellos. Mil y una vidas en cada uno de los mil y un participantes,
que en cuestión de minutos deben dar la aprobación o no a un posible vuelo
común con quien así se presentó. Meros espectadores nosotros que sobre el
tendido del sofá nos solidarizamos con aquellos que abren a las pantallas sus
anhelos sin saber qué resultado obtendrán. Un Carlos Sobera sobrado de
profesionalidad se encarga de conducir el programa sin mayores ínfulas de
protagonismo que tantas veces se mal disimula en otros programas. Un ambiente
en el que a los pocos segundos de exhibición te acaba anunciando éxitos o
fracasos de los contendientes. Una serie de vidas que tras la sonrisa como
carta de presentación deja traslucir la necesidad suprema de todo ser humano de
querer y ser querido. Un rato de divertimento que consigue esparcir un lienzo
de colores sobre las horas finales del día como si quisiera difuminar el gris
de la existencia que tantas veces se empeñan en convertir en negro. Lo del
éxito o fracaso de cada intento será lo de menos. Por unos minutos el anonimato
se olvidó de ti y sólo por eso ha merecido la pena. Así que esta noche, como
todas las noches, a la hora de la cena, estad atentos al nuevo casting del
nuevo capítulo de este programa que únicamente pretende vender esperanzas. Nada
más ver los rostros participantes seguramente sabréis adivinar el resultado final
de la cita.
Jesús(defrijan)
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