- Votar por encima de los cuarenta y cinco
Cuando los titulares se
sacan de contexto corren el riesgo de convertirse en lo que no son en esencia.
Y quizás ese sea el tema que se preste a debate cuando nos echemos a la cara lo
que ha dicho la diputada Carolina Descansa de Podemos al sentenciar que los mayores de
cuarenta y cinco años somos quienes mantenemos
el bipartidismo actual en según qué territorios. No, no es que me
apasionen los debates políticos tan de moda en la actualidad; más que nada
porque acaban siendo un duelo de sordos en el O.K. Corral del inmovilismo. Pero
con lo que hay que tener mucho cuidado es con aquellos que a toda costa quieren
arrimar el ascua a su sardina, no vaya a ser que nuestras sardinas acaben quemadas
en el espeto de la estupidez. Abrir la caja de los truenos con semejante alegato
sociológico puede conducir a ver normal otro tipo de acotaciones más o menos veladas según el filtro interesado del que
las promueva. Que el sistema democrático es mejorable nadie lo cuestiona; pero
de ahí a convertir al votante en una especie de modelo al que seguir para
beneficio de propuestas propias hay un abismo. El mismo que existe entre la demagogia
televisiva cuando das de mamar en pleno hemiciclo o el que se produce en
cualquier parque de cualquier ciudad a la sombra de las palmeras. Ni son
comparables ni buscan el mismo fin aunque lo puedan parecer. Podemos, claro que
podemos actuar según los criterios de la madre naturaleza a la hora de
manifestarnos como lo que realmente somos. Podemos, claro que podemos exigir
justicias, reclamar derechos, impedir abusos. Podemos y debemos luchar por
dejar a nuestros hijos un futuro más limpio, más solidario, más de piel. Pero
lo que no podemos en absoluto es perdernos por las ramas del exabrupto que más
parece un berrinche que un análisis sereno de resultados. Y por supuesto,
estimada Carolina, a quienes vivimos épocas que a usted le suenan de oídas, lo
que menos se nos puede negar es el derecho a votar a quien nos dé la gana,
incluida su opción política. Usted jugaba con muñecas cuando algunos fuimos
capaces de elegir un futuro lejos de un pasado a olvidar para que usted, y todos
nosotros pudiésemos vivir en democracia. Lo de las poses más o menos populistas,
ni nos interesan, ni nos convencen, ni podemos aceptarlas si no saben digerir
las voluntades que no le son afines. Poner cerco a las voluntades, aunque sólo
sea como explicación de resultados, es muy, pero que muy, peligroso.
Jesús(defrijan)
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