miércoles, 28 de septiembre de 2016


  1. Votar por encima de los cuarenta y cinco



Cuando los titulares se sacan de contexto corren el riesgo de convertirse en lo que no son en esencia. Y quizás ese sea el tema que se preste a debate cuando nos echemos a la cara lo que ha dicho la diputada Carolina Descansa  de Podemos al sentenciar que los mayores de cuarenta y cinco años somos quienes mantenemos  el bipartidismo actual en según qué territorios. No, no es que me apasionen los debates políticos tan de moda en la actualidad; más que nada porque acaban siendo un duelo de sordos en el O.K. Corral del inmovilismo. Pero con lo que hay que tener mucho cuidado es con aquellos que a toda costa quieren arrimar el ascua a su sardina, no vaya a ser que nuestras sardinas acaben quemadas en el espeto de la estupidez. Abrir la caja de los truenos con semejante alegato sociológico puede conducir a ver normal otro tipo de acotaciones más o  menos veladas según el filtro interesado del que las promueva. Que el sistema democrático es mejorable nadie lo cuestiona; pero de ahí a convertir al votante en una especie de modelo al que seguir para beneficio de propuestas propias hay un abismo. El mismo que existe entre la demagogia televisiva cuando das de mamar en pleno hemiciclo o el que se produce en cualquier parque de cualquier ciudad a la sombra de las palmeras. Ni son comparables ni buscan el mismo fin aunque lo puedan parecer. Podemos, claro que podemos actuar según los criterios de la madre naturaleza a la hora de manifestarnos como lo que realmente somos. Podemos, claro que podemos exigir justicias, reclamar derechos, impedir abusos. Podemos y debemos luchar por dejar a nuestros hijos un futuro más limpio, más solidario, más de piel. Pero lo que no podemos en absoluto es perdernos por las ramas del exabrupto que más parece un berrinche que un análisis sereno de resultados. Y por supuesto, estimada Carolina, a quienes vivimos épocas que a usted le suenan de oídas, lo que menos se nos puede negar es el derecho a votar a quien nos dé la gana, incluida su opción política. Usted jugaba con muñecas cuando algunos fuimos capaces de elegir un futuro lejos de un pasado a olvidar para que usted, y todos nosotros pudiésemos vivir en democracia. Lo de las poses más o menos populistas, ni nos interesan, ni nos convencen, ni podemos aceptarlas si no saben digerir las voluntades que no le son afines. Poner cerco a las voluntades, aunque sólo sea como explicación de resultados, es muy, pero que muy, peligroso.



Jesús(defrijan)   

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