1. Alberto I.
De vez en cuando un “deja vu” aparece en nuestra
vida. Unas veces, por una situación que nos llega, otras veces por una
anécdota, otras veces por un rostro que se le asemeja. Así, ni más ni menos,
pasó con Alberto. Llegó embarcado en la discreción y aferrado a los remos de
ella sigue. Solamente se transmuta cuando ese remo deja paso al mástil de una
guitarra al que se ase y domina. Dará lo mismo si es vestido de negro con banda
roja a modo de tunante clavelito entonando loores a la Virgen, que enfundado en
unos vaqueros dando paso a los ritmos ramoneros que del club neoyorquino
punkiano nos pudieran reclamar. Él, auténtico doctor Jekyll de las melodías,
atravesará los trastes del sextante cordado para demostrar credenciales que lo
transformen en Hyde. Y a nada que el descanso pida paso, se enfundará en un
chándal para negarle hueco. Será el momento de cruzar por las inmediaciones de la
línea de tres puntos y buscar el aro o la asistencia final. Todo desde esa cara
de niño bueno que le acompaña y a la que no hay que hacer demasiado caso. Este,
que a lomos de la avispa se sueña Celentano, podría recalar en la rada a
cubierto de las tempestades de una travesía abocada al naufragio.
Inmediatamente sería el modelo sobre el que reescribir al Robinson
superviviente que dejaría pasar el tiempo para que la reflexión se asentara. Y
de cuando en cuando, como si el sueño se convirtiera en realidad, un murciélago
dejaría de dormitar en la cueva de su sentimiento y emprendería el vuelo guiado
por las ondas de modo exclusivo. Cargará su mochila con los pergaminos de una
biblioteca inexistente a la que dar créditos y esperanzas. No perderá la
compostura y seguirá los pasos que la vida le marque. No pensará qué le ofrece
el más allá para no darle vueltas a las respuestas. Sencillamente volverá a
sonreír cada vez que le vuelva a mencionar a Doug Clifford y le insista en
convertirlo en su clon. Será capaz de lanzarse hacia la batería más próxima y
marcar el ritmo para no dejarme en mal lugar. No habrá que esperar demasiado para
comprobar una vez más el modo en que se manifiesta cuando vea reflejado este
libreto. Seguramente aceptará el “it's only rock n roll but i like it” como
rúbrica definitiva y como tal brindaremos por ello.
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