lunes, 10 de junio de 2019


1. L@s pregoner@s


A fecha de hoy resultará sumamente extraño hablar de ell@s. La tecnología ha impuesto su ley y sonará, nunca mejor dicho, a arcaica la historia que l@s mencione más allá del hueco que el agradecimiento a su labor merece. Eran l@s encargad@s de hacer llegar al vecindario las novedades que se presentaban a modo de oportunidad en el pueblo. Podría ser cualquier vendedor ambulante, cualquier remendador de lebrillos, cualquier tapizador de sillas, el afilador de turno….Allí estaban ell@s, escudad@s tras la pita preceptiva para hacerla sonar y elevar en grado sumo la expectativa recién llegada. Mi primer recuerdo se detiene en Gabino, acurrucado en el tronco del ya inexistente árbol de la tapia de la casa Benita y Santiago Herrero. Fugaz imagen que dejó paso a Camila. Quizás se fue con la duda de si estaban vivos aquellos dos que saltaron a su corral y se hicieron los muertos al ser descubiertos. Callaré sus nombres para que las carcajadas los delaten si llegan a sus pupilas estas letras. Lo cierto y verdad es que de la empinada escalera que conducía a la sede de la Hermandad de Agricultores y Ganaderos sigue rememorando los pasos que tan cercanos parecen. Siguieron Juan el tuerto, Francisco e Ildefonsa que se turnaron en tal labor y por fin llegó Lorenzo, el inefable Lorenzo. Este calzaba sobre su cabeza la boina con un descoloque presuntuoso, de medio lado, como anticipando lo que debajo guardaba. Miraba fijamente y de su muñequera envuelta en cuero sacaba el pulso preciso para entonar el anuncio. Subía y bajaba las cuestas y en cualquier rincón se detenía para vociferar la propuesta precisa. De las paradas realizadas en las “fuentes de las musas”, no seré yo quien dé testimonio. Lo darán por mí aquellos párrafos inolvidables en los que se apercibía de multa a quien no respetase el vertido de los escombros en las afueras del pueblo. Ovacionado en más de una ocasión de modo merecido, sin duda. Su pose se asemejaba al pistolero capaz de enfrentarse a las más furibundas bandas de atracadores del lejano oeste desenfundando su pita cargada de razones. Era capaz de encelar a quien le suponía rival de amores nacidos de los piropos y se fue demasiado pronto. Los maullidos que tanto le molestaban como sobrenombre se fueron con él. Desparecieron las gateras, las sillas de anea a la fresca y un modo de relacionarse que hoy precisa de la intercesión de las tecnologías. Notari@s de un tiempo que dejó tanta huella como el brillo dorado de su instrumento. Hoy reposa en las baldas de la añoranza y quizás sienta envidia del pasodoble que le ha robado el protagonismo ¿Y si le diéramos una penúltima oportunidad para aliviarle la tristeza? Abierto queda el reto para quien sea capaz de aceptarlo.

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