Pedraza
Alguien debió sufrir algún corte de luz eléctrica hace
veinticinco años en esta hermosa villa. Alguien debió pensar que la noche de
aquel mes de Julio invitaba a la tertulia refrescante. Alguien debió tener la
brillante idea de iluminar las calles con las velas guardadas en la alacena y
ahí debió empezar todo. Ese todo que se resume en un recordatorio durante los
dos primeros fines de semana de todos los julios en esta imponente localidad en
la que el arco de la puerta ofrece su bienvenida y su despedida como si de una
herradura de la suerte se tratase. Y así es, toda una suerte resulta el poder
pasear por las empedradas calles que son custodiadas por rejas sobre las que
las velas aguardan la hora del encendido protocolario y para rememorar tal
efemérides. Callejas que desembocarán en la plaza sobre la que la torre de la
iglesia oficiará como reloj de luna al cuarto creciente de la misma mientras
los soportales resguardan las cerraduras añejas de los caserones. Un laberinto
de subidas leves y bajadas tenues en la fortificación de las ceras que nos
encaminará hacia el castillo convertido en escenario multicolor. Allí, como
escudero de la Torre del Homenaje, el iris de los cañones de luz irán presentando
las credenciales a quienes llegamos como peregrinos buscando los acordes de los
violines venidos de Bretaña. Allá a los alto, como camufladas, tímidas
albinegras, las cigüeñas habrán ido recontando los huecos que quedan por cubrir
y crotalarán desde sus picos el primer movimiento de la primera partitura. Se
han apuntado al viaje Vivaldi, Schubert, Pachebel, Mozart, Brahms, Tchaikovsky, Strauss….y los solistas
de “El Covent Garden” serán los encargados de hacerlos presentes. Atrás, las alfombras
de luces recogerán los efluvios de los tilos de cabecera y de pie que segmentan
el paseo con sus perfumadas señales. Será innecesario buscar explicaciones al
porqué de tal afluencia cuando seas un peón más y formes parte del tablero de
ajedrez que se ha ido trazando. Sabes que la partida acabará en tablas y muy
seguramente deberás reanudarla dentro de doce meses. Las colinas próximas que se
ofrecieron a ser celadoras de los caballos mecánicos seguirán despiertas y un último motivo de complicidad convertirá a
las luces de tu vehículo en un guiño hacia el recuerdo. Pedraza sigue encendida
hasta que la llegada del alba extinga las mechas de unas velas que iluminarán el camino de regreso con una
sonrisa de complacencia.
Jesús(defrijan)
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