lunes, 11 de julio de 2016


Pedraza

Alguien debió sufrir algún corte de luz eléctrica hace veinticinco años en esta hermosa villa. Alguien debió pensar que la noche de aquel mes de Julio invitaba a la tertulia refrescante. Alguien debió tener la brillante idea de iluminar las calles con las velas guardadas en la alacena y ahí debió empezar todo. Ese todo que se resume en un recordatorio durante los dos primeros fines de semana de todos los julios en esta imponente localidad en la que el arco de la puerta ofrece su bienvenida y su despedida como si de una herradura de la suerte se tratase. Y así es, toda una suerte resulta el poder pasear por las empedradas calles que son custodiadas por rejas sobre las que las velas aguardan la hora del encendido protocolario y para rememorar tal efemérides. Callejas que desembocarán en la plaza sobre la que la torre de la iglesia oficiará como reloj de luna al cuarto creciente de la misma mientras los soportales resguardan las cerraduras añejas de los caserones. Un laberinto de subidas leves y bajadas tenues en la fortificación de las ceras que nos encaminará hacia el castillo convertido en escenario multicolor. Allí, como escudero de la Torre del Homenaje, el iris de los cañones de luz irán presentando las credenciales a quienes llegamos como peregrinos buscando los acordes de los violines venidos de Bretaña. Allá a los alto, como camufladas, tímidas albinegras, las cigüeñas habrán ido recontando los huecos que quedan por cubrir y crotalarán desde sus picos el primer movimiento de la primera partitura. Se han apuntado al viaje Vivaldi, Schubert, Pachebel, Mozart, Brahms, Tchaikovsky, Strauss….y los solistas de “El Covent Garden” serán los encargados de hacerlos presentes. Atrás, las alfombras de luces recogerán los efluvios de los tilos de cabecera y de pie que segmentan el paseo con sus perfumadas señales. Será innecesario buscar explicaciones al porqué de tal afluencia cuando seas un peón más y formes parte del tablero de ajedrez que se ha ido trazando. Sabes que la partida acabará en tablas y muy seguramente deberás reanudarla dentro de doce meses. Las colinas próximas que se ofrecieron a ser celadoras de los caballos mecánicos seguirán despiertas y  un último motivo de complicidad convertirá a las luces de tu vehículo en un guiño hacia el recuerdo. Pedraza sigue encendida hasta que la llegada del alba extinga las mechas de unas velas que  iluminarán el camino de regreso con una sonrisa de complacencia.  

 

Jesús(defrijan)

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