1. Jaime, Segundo y
Antonio
La verdad es que el orden en el que pudiera
nombrarlos daría lo mismo, carecería de importancia. Porque ellos tres son tan
independientes como complementarios apoyos del trípode sobre el que se aposenta
su sentir. Vértices de un triángulo que la cuesta traza a toque de campana y
kikirikí matutino. Han extendido sobre la letanía del tiempo un modo de hacer
que supera las querencias forzadas que entre ellos no existen. Viven el tiempo
como si del tiempo destilasen las energías a modo de ejemplo para quienes les
pudieran imitar. Saben de los rincones sobre los que el sabor se reposa y
consiguen extraer de las trébedes el valor adecuado y el tiempo preciso. Unen
manteles y escarchan rocíos a la menor ocasión que se les ofrece y lucen sus
papeles sin trampa ni cartón. Poco a poco han ido fortaleciendo las raíces que
a lo largo de las aguas se han vestido de venas ciertas. Traerán para sí los trianeros
sentimientos, el seny del noreste y la luz de los marjales para hacer con todo
ello el puzle adecuado que será enmarcado irremediablemente. Saldrá a la luz el
farol que quite penumbras a las frescas noches de agosto y de los escalones
conformarán los peldaños de un senado electo por unanimidad. Girarán la curva
procurando pulir la proa con el vaivén de sus risas allá que el mediodía decida
hacerse presente. Por algún cajón siguen adormecidos los versos que la llana
puliese, los pregones que la ordenanza exigiera, el alcohol que las
jeringuillas buscaran. Y todo les dará crédito de pertenencia como eslabón
intermedio de tiempos. No hace tanto que las sillas de anea ocuparon los huecos
que ahora les corresponden y dentro de nada verán como los papeles que el destino
les ha asignado cobran vida. Mientras ese momento llega, mejor hacerse a un
lado y disfrutar de su compañía. A nada que te descuides y bajes la guardia
verás cómo la tertulia se anima, la ironía aparece y la risa se hace patente.
Unas parrillas de San Lorenzo empezarán a calentarse, unas albardas buscarán
lomos a los que calzarse y una pastera
medirá de modo preciso la proporción que fragüe convenientemente. Seguramente
hace tiempo se embarcaron en un crucero sin escalas desde el que siguen
disfrutando de todas las travesías que la vida les ha ido deparando y en ello
siguen. Distinguir quien es el capitán, el sobrecargo o el grumete, creedme,
carece de importancia.
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