La codicia
Cualquiera de nosotros a veces
soñamos con la visita de la suerte en forma de premio extraordinario que nos
viene a visitar. La primera reacción suele ser de regocijo absoluto y a medida
que se reposa el sueño empezamos a
diseñar el modo en el que invertiríamos esa fortuna. Y entonces despertamos
para seguir soñando. Por eso, aquellos que ni siquiera tienen la posibilidad de
soñar se verán reconfortados con la posibilidad de ser ayudados y así limar las
asperezas que la cuna les ha legado. Confiamos y confían en que el sentido
moral de la justicia se llevará a la realidad y por una parte se lavarán
conciencias y por la otra mitigarán desidias. De ahí que me resulte complicado
ponerme en la situación de aquel que se haya visto retratado entre aquellos a
los que se les ha hurtado lo que la solidaridad general promovía. Imagino sus
caras de extrañeza cuando intenten entender cómo aquellos que se debieron encargar
de hacerles llegar la ayuda, les escatimaron lo suyo. Imagino el interrogante sobre el que
diseñarán la pregunta y no sabrán responderla. Sabrán que quienes deberían
promulgar la igualdad, han ido retranqueando el edificio sobre la que se debería
construir y no les han dejado ni la acera. Hablarles de codicia, a quienes nada
tienen, supondrá una entelequia tal que acabará colgando sobre sus hombros la
capa roída de la mala suerte al nacer en el lugar equivocado. Y desde este lado
de la suerte las argucias de la norma acabarán mitigando el robo entre las
excusas trenzadas al efecto para no rendir cuentas. Ahora bien, el daño que
esta acción ha provocado, podrá tener consecuencias perpetuas. Acaban de dar
razones a quienes siempre alegaron incredulidad sobre el destino final de las
mismas, y por lo tanto, escatimarán sus aportaciones. Seamos justos y, ahora
que se acerca el momento de cruzar la viñeta solidaria en la rendición de
cuentas, pensemos en los inocentes. De los culpables, de los codiciosos, ya se
encargará el destino. Pero mientras el destino decide, que la justicia actúe y
la codicia del robo, pague por ello. Si el significado de vergüenza lo
desconocen, ya va siendo hora de que alguien se lo traduzca. Quizás han
intentado confundir sinvergüenza con
sin vergüenza sin aceptar que están
emparentados,
Jesús(http://defrijan.bubok.es)
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