jueves, 29 de mayo de 2014


       La codicia

Cualquiera de nosotros a veces soñamos con la visita de la suerte en forma de premio extraordinario que nos viene a visitar. La primera reacción suele ser de regocijo absoluto y a medida que se reposa el sueño  empezamos a diseñar el modo en el que invertiríamos esa fortuna. Y entonces despertamos para seguir soñando. Por eso, aquellos que ni siquiera tienen la posibilidad de soñar se verán reconfortados con la posibilidad de ser ayudados y así limar las asperezas que la cuna les ha legado. Confiamos y confían en que el sentido moral de la justicia se llevará a la realidad y por una parte se lavarán conciencias y por la otra mitigarán desidias. De ahí que me resulte complicado ponerme en la situación de aquel que se haya visto retratado entre aquellos a los que se les ha hurtado lo que la solidaridad general promovía. Imagino sus caras de extrañeza cuando intenten entender cómo aquellos que se debieron encargar de hacerles llegar la ayuda, les escatimaron  lo suyo. Imagino el interrogante sobre el que diseñarán la pregunta y no sabrán responderla. Sabrán que quienes deberían promulgar la igualdad, han ido retranqueando el edificio sobre la que se debería construir y no les han dejado ni la acera. Hablarles de codicia, a quienes nada tienen, supondrá una entelequia tal que acabará colgando sobre sus hombros la capa roída de la mala suerte al nacer en el lugar equivocado. Y desde este lado de la suerte las argucias de la norma acabarán mitigando el robo entre las excusas trenzadas al efecto para no rendir cuentas. Ahora bien, el daño que esta acción ha provocado, podrá tener consecuencias perpetuas. Acaban de dar razones a quienes siempre alegaron incredulidad sobre el destino final de las mismas, y por lo tanto, escatimarán sus aportaciones. Seamos justos y, ahora que se acerca el momento de cruzar la viñeta solidaria en la rendición de cuentas, pensemos en los inocentes. De los culpables, de los codiciosos, ya se encargará el destino. Pero mientras el destino decide, que la justicia actúe y la codicia del robo, pague por ello. Si el significado de vergüenza lo desconocen, ya va siendo hora de que alguien se lo traduzca. Quizás han intentado confundir sinvergüenza  con sin  vergüenza sin aceptar que están emparentados,   

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