Fiesta del Beato
Gálvez
Se conmemoraba el 4 de Diciembre y ese día la
rutina dejaba paso a la vorágine cuasi navideña. Como por arte de magia
aparecían por el colegio todo tipo de instrumentos con los que despertar al
personal a modo y manera castrense. Sin duda los más solicitados eran los
tambores que daban un toque marcial a quien se aferraba a los mazos o baquetas
para hacerlos sonar. Poco importaba si el falsete de la corneta desafinaba
mientras el estruendo del parche golpeado cubriese todas las estancias. Los
menos hábiles cargaban con los metales a modo de legionarios sin cabra a la que
pasear por el susodicho desfile desordenado. La sucesión de acontecimientos a
lo largo de la jornada comprendían la misa de rigor, las competiciones
deportivas y todo tipo de actividades
encaminadas a dar lustre a tan magnánimo día. Aún está presente aquel
lanzamiento de falta desde una esquina del área que Botella, aquel zurdo
simpático de Algemesí, clavó por toda la escuadra ante la atónita mirada del
desconsolado portero. O aquel lanzamiento de gancho en el partido de baloncesto
que Borja introdujo desde una distancia que ni Kareem Abdul-Jabbar superaría en
su larga trayectoria profesional. Es curioso, pero no recuerdo
ninguna instantánea en la que el mencionado beato apareciese y tampoco nos fue
conocida la escala que ocupaba en pos de la santidad, que sin duda, merecía. Lo
cierto era que durante toda la jornada
se hacía de notar por todo el pueblo el bullicio en esos días prevacacionales.
Y la tarde se nos pasaría en un plis plas entre paseos por la Alameda a la que
el río Magro limitaba en uno de sus flancos. Quizás si el balance económico no
era deficitario alguno que otra partida al ping-pong en los recreativos se
ponía a nuestro servicio y alguna fortuna más se aliaba con nosotros en la ruleta del chambilero
cargado de chicles o pipas que poblaba las aceras próximas. La tarde caía y
aquellos que se responsabilizaron de las percusiones clamaban por la pronta
llegada del momento en el que descargar tan pesados timbales. Un año más, el
Beato Gálvez había sido homenajeado y el paréntesis en le transcurrir monocorde
del trimestre se agradecía. Las notas trimestrales estaban a punto de macerarse
y con ellas las excusas en quienes sospechaban malos resultados. No era plan de
anticiparse y alguna plegaria escapó buscando auxilio.
Jesús(defrijan)
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