jueves, 31 de julio de 2014


      Hubieron  tantas cosas que os quise decir

Me tomo la libertad de ampliar el título al  programa televisivo que ocupa alguna de las noches la parrilla de audiencia.  Reconozco que alguna vez la curiosidad me ha llevado a presenciarlo y ser testigo de cómo los reencuentros, deseados o no, abren horizontes o cierran puertas que se soñaban abiertas desde el cerrojo del recuerdo.  Y allí reaparecen amores no olvidados, reconciliaciones pendientes, amistades profesas. Todo desde el punto de partida de la duda en la que vive el remitente de la carta y  la sorpresa o no del receptor de la misma. Tal y como avanza la tecnología actualmente, recurrir a la televisión para encontrar a alguien o disculparse ante alguien, no deja de ser un elogio al protagonismo que cualquiera desea en su yo más íntimo, a expensas de hacer públicas sus querencias. Bueno, un divertimento más, de fácil digestión y cómoda complicidad. Quizás todos hemos pensado en alguna ocasión  qué rumbo habría tomado nuestra vida si en aquella encrucijada hubiésemos optado por la senda diferente. Seguro estoy   que en el recuerdo de aquellos seres que nos quisieron seguimos vivos y la distancia que el tiempo asfalta amortigua el daño que pudimos causar o recibir. Lo cierto y  verdad es que llega un momento de la vida en el que el descenso de la montaña acelera el deseo de congratularse con el ayer y cada vez se acelera más. Y entonces es cuando empiezas a elucubrar sobre el rumbo ilusorio que nunca llegamos a tomar y por lo tanto lo magnificamos. Escuché relatos emocionados de octogenarios referidos a sus novias cortejadas desde los uniformes caquis y no puedo más que sonreír ante tanta verdad. El “ojalá hubiese…” seguía presente y el tiempo no logró cauterizar el fracaso ocasionado por el miedo.  Por eso, hoy que los ayeres regresan del  modo más fulgurante a los presentes, me congratulo al  presenciar semejantes atrevimientos. Da igual la edad a la que se declaren amores, recuerdos, añoranzas, besos. Lo importante es tenerlos presentes porque sólo así seguirán vivos en la hoguera encendida que la pasión prendió. Si el pudor ha de actuar como extintor no tendremos más que cenizas de remordimientos por inacción y eso no está bien. Por si sirve de algo, y antes de que la memoria del corazón me falle, quiero que sepáis que ni he olvidado una fecha de cumpleaños, ni  os he borrado de mi memoria. Sería traicionarme y eso no merecería un remite de la carta que, como veis, lleva tantas cosas que os quise decir, y que os dije.   

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

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