viernes, 5 de septiembre de 2014


 Selfi en Enguídanos  

Supongo que la casualidad dispuso que así fuese o quizás el rumor del agua que subía del Pozo de la Balsa hasta reposar en la Fuente de San Blas. El hecho en sí, fue que vine a cruzar mis pasos con Felipe Vihuela, al que no voy a presentar por ser de sobra conocido y apreciado por todos. Verlo descender con el asno cargado de panochas, con la sonrisa picarona sempiterna, con la comisura de los labios aprisionando el cigarro perpetuo, no pude interpretarlo más que como una premonición del destino como preludio del álbum. Para quienes ignoréis sus virtudes os diré que se resumen en una sola que las envuelve y dignifica: Grande. Grande en su forma de ser, de trabajar, de divertirse, de enfrentarse a los inconvenientes. Un señor en el amplio sentido de la palabra que vas más allá de su primera impresión. Libre como sólo los auténticos saben serlo a la hora de enfrentarse a la vida y lograr derrotarla. ¡Quién mejor que  él para levantar este telón de instantáneas en esa tarde de Agosto! De modo que poco a poco, a través de la osadía que el cariño expone, fui solicitando sucesivos posados improvisados a todas y todos aquellos a los que me fui encontrando. Vuelvo a suponer que la tecnología tantas veces denostada, en esta ocasión, actuó de cómplice y testigo de las instantáneas cibernéticas que volaron al espacio. No he contado, por no ser necesario, el número de las mismas; pero lo que sí tengo claro es que el álbum sigue abierto y cada vez que sonriendo me preguntan si está todo Enguídanos ahí metido, sonriendo también les digo que no. Quedan muchos por sumarse al recuerdo y en ello estaré cuando volvamos a vernos. Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo, suelen considerarse las tres patas del taburete que consolida la existencia. Quien las trazó se olvidó de añadir la cuarta; esa que forman aquellos a los que quieres y te corresponden  prestándose a aparecer en un reportaje  que los entrados en años llamaríamos autorretratos y que en aras a la modernidad, llamaremos Selfi. Sea,  cómo sea, será un inmenso placer añadir a cuantos se me pasaron sin darme cuenta; más que nada para que el día de mañana, si la memoria flaquea, tenga presente el testimonio de cuánto vale la amistad, el cariño y el respeto de quienes hicieron posible el sentido de tu existencia.    

 Jesús( http://defrijan.bubok.es)

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