martes, 13 de marzo de 2018


La década prodigiosa



Como título no está mal, no. Es premonitorio, esperanzador, halagüeño, motivador. Quizá barnizado de un exceso que no merece la pena cuestionar para no darse de bruces con las cinco docenas que la forman. Ya habrá momento para el desencanto, si es que ha de llegar. Y si se empeña en aparecer puede que una sonrisa irónica le salpique un “¡qué pereza!”, un “¿nos hacemos un jau?”, un “desde tu cuna y vergel” que dejará en fuera de juego a cualquier intento por empañar las vivencias acumuladas. Se han acumulado de tal modo sobre tu existencia que sería absurdo ignorarlas o sobredimensionarlas. Fueron las que fueron y de todas ellas eres el producto. Y ahora que ya pasó la década de ser valiente, la época de ser prudente, la época de hacer o no capital, la época de jugar con acudir o no al hospital, ahora, la prodigiosa se engalana y se adhiere a ti. Sabes que las hojas caídas superan a las que restan y en base a ello intentas dar la importancia justa a lo importante. Nada de dejarse arrastrar por pesimismos será permitido como visado y cierta dosis de locura habrá de convertirse en rúbrica lúdica del futuro presente. Las decepciones se fueron diluyendo en el arroyo del olvido y las cicatrices apenas se distinguen entre las arrugas de tu piel. Formas parte de las vidas que sonríen a tu paso, que te arropan, a las que quieres, con las que brindas, con las que carcajeas. Has visto caer a tantos empeñados en utopías absurdas que no consideras necesario repetir sus errores. La vida dio tantas vueltas que el tiovivo sigue engrasado para impedir el chirrear de cada paso en balde. Estás en la época que el destino te dedicó y las justificaciones sobran. Te conocen como si fueran parte de ti porque son parte de ti y te reconforta que así sea. Miras las líneas de las manos y en cada uno de los meridianos percibes la herencia que te fue confiada. Vives como si soñaras y en cada uno de tus sueños vas deshojando las dualidades de los pétalos de la primavera que te vio nacer. Las guirnaldas dejaron paso a los flases y desde aquellas imágenes rescatadas del álbum un nudo se te fue adhiriendo a la corbata acompasando a tus suspiros. Han pasado tan deprisa como lentos fueron pasando los lutos de los ausentes. No sabes si el crédito restante te llegará para completar alguna década más y tampoco es que importe demasiado. Pero de lo que no tienes ni la menor duda es de saber que llegar hasta aquí mereció la pena y sentirme parte vuestra fue y sigue siendo un privilegio, a veces creo, que merecido.

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