La década prodigiosa
Como título no está mal,
no. Es premonitorio, esperanzador, halagüeño, motivador. Quizá barnizado de un
exceso que no merece la pena cuestionar para no darse de bruces con las cinco
docenas que la forman. Ya habrá momento para el desencanto, si es que ha de
llegar. Y si se empeña en aparecer puede que una sonrisa irónica le salpique un
“¡qué pereza!”, un “¿nos hacemos un jau?”, un “desde tu cuna y vergel” que
dejará en fuera de juego a cualquier intento por empañar las vivencias
acumuladas. Se han acumulado de tal modo sobre tu existencia que sería absurdo
ignorarlas o sobredimensionarlas. Fueron las que fueron y de todas ellas eres
el producto. Y ahora que ya pasó la década de ser valiente, la época de ser prudente,
la época de hacer o no capital, la época de jugar con acudir o no al hospital,
ahora, la prodigiosa se engalana y se adhiere a ti. Sabes que las hojas caídas
superan a las que restan y en base a ello intentas dar la importancia justa a
lo importante. Nada de dejarse arrastrar por pesimismos será permitido como
visado y cierta dosis de locura habrá de convertirse en rúbrica lúdica del
futuro presente. Las decepciones se fueron diluyendo en el arroyo del olvido y
las cicatrices apenas se distinguen entre las arrugas de tu piel. Formas parte
de las vidas que sonríen a tu paso, que te arropan, a las que quieres, con las
que brindas, con las que carcajeas. Has visto caer a tantos empeñados en
utopías absurdas que no consideras necesario repetir sus errores. La vida dio
tantas vueltas que el tiovivo sigue engrasado para impedir el chirrear de cada
paso en balde. Estás en la época que el destino te dedicó y las justificaciones
sobran. Te conocen como si fueran parte de ti porque son parte de ti y te
reconforta que así sea. Miras las líneas de las manos y en cada uno de los
meridianos percibes la herencia que te fue confiada. Vives como si soñaras y en
cada uno de tus sueños vas deshojando las dualidades de los pétalos de la
primavera que te vio nacer. Las guirnaldas dejaron paso a los flases y desde
aquellas imágenes rescatadas del álbum un nudo se te fue adhiriendo a la
corbata acompasando a tus suspiros. Han pasado tan deprisa como lentos fueron
pasando los lutos de los ausentes. No sabes si el crédito restante te llegará
para completar alguna década más y tampoco es que importe demasiado. Pero de lo
que no tienes ni la menor duda es de saber que llegar hasta aquí mereció la
pena y sentirme parte vuestra fue y sigue siendo un privilegio, a veces creo,
que merecido.
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