lunes, 26 de marzo de 2018


No te vistas para cenar



Mejor vístete para pasar dos horas muy entretenidas y luego vete a cenar. Llegarás a los dominios de José Saiz y desde el Flumen verás pasar ante ti a los protagonistas de esta disparatada comedia. Te verás envuelto en la vorágine de las situaciones propias de este género teatral que busca hacerte disfrutar de una tarde que apuntaba a ser anodina y casi al anochecer deja de serlo. Ya se encargará el quinteto de actores de sacarte del error. Y entre Helena Font, Paula Bares, Isabel Gaudí y Alberto Vázquez  irán anticipando el repóquer de carcajadas seguras que te transportarán a la esencia misma de la escena del vodevil. Dobles intenciones en los diálogos irán dando cobertura a dobles vidas de aquellos que  refugian pasiones intentando ocultar evidencias. No será necesario buscar nada diferente a lo que el escenario nos muestra. Personajes muy bien definidos en una incesante entrada y salida a dar la cara ante un público que saber a qué ha ido y está abierto a conseguirlo. Coartadas que se truncan van dando paso a equívocos de los que sacar provecho según qué personaje. Llega un momento en el desarrollo de la obra en el que sientes hacia ellos cierta lástima por lo mal que lo están pasando. Hacia ellas, el convencimiento pleno si es que aún no lo tenías, de verlas como las dominadoras absolutas de los deseos. Capaces unas y otros de equilibrar esperanzas con engaños que no pasan de ser almibarados retazos de pasiones inconfesables. Papeles que a lo largo de la representación se van intercambiando para agilizar el desenlace de la misma. Perfiles que se hacen de querer porque en ellos no anida más que el deseo de sentirse queridos y entregarse a ello. Pareciera como si detrás de cada maquillaje se adivinara la súplica que el pudor esconde y que tantas veces se añora. En un momento determinado giras la vista hacia el patio de butacas y supones que a más de una, que a más de dos, les apetecería ser protagonistas reales de semejante guion. Regresas a la escena y compruebas cómo desde allá arriba, quizás sin saberlo, quizás sin pretenderlo, han pulido el espejo en el que muchos de los de abajo se ven reflejados. Grandes momentos para  una tarde de sábado a la que solamente le faltaba un atuendo adecuado con el que vestirse para cenar. Una vez más, como no podía ser de otro modo, el Flumen y todo su elenco de artistas, nos lo diseñaron.   

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