miércoles, 28 de marzo de 2018


Malena es un nombre de tango



Y el de la protagonista de esta novela de Almudena Grandes. Una protagonista que desde su nacimiento se ve inmersa en las vicisitudes de una familia burguesa en la que abundan luces y sombras a partes iguales. De su escudo de armas, cuyo origen se remonta a la conquista de territorios en el nuevo mundo, se desprenden maneras de actuar que se aparejan con maldiciones inevitables. Generación tras generación, alguna de las ramas de dicha familia sufre las consecuencias de un maleficio que en cierto modo justifica acciones de antepasados y frustraciones de futuros miembros. Envidias soterradas, lujurias expuestas más allá de la discreción burguesa y cambios de rumbo en la narración van dando pinceladas a los múltiples personajes que sobreviven en mitad del deseo como náufragos de sus propios miedos. Culpabilidades nacidas del nulo compromiso que tantas verdades oculta como queriendo proteger un apellido marcado por un karma desgraciado. Como si de una lucha fratricida entre el bien y el mal se tratase salen a relucir los comportamientos de quienes fingen lo que no sienten y son capaces de traicionarse sin perder la compostura. Y como mecha prendida en semejante polvorín un dúo de similitudes féminas dan el tono creíble a tal argumento. Tienes opciones y a ellas te sumas. Puedes sentirte cómodo en la nadería del saber estar. Puedes decantarte por el tobogán de las pasiones para salir del letargo. Puedes variar a tu antojo de bando si las mismas dudas existenciales te acompañan. Al final te verás bailando un tango que no podrás ni querrás evitar. Saldrán a la luz los rostros que alguna vez llegaste a imaginar cuando te fueron relatados a la luz de la lumbre. Pedirás compasión a la historia para aquellas que se vieron sumergidas en semejantes torbellinos. Entenderás por fin cómo los hábitos que siempre supusiste enlutados en alguna ocasión tuvieron precedentes floreados y sentirás la necesidad de serles cercanos. Vagaron en pos de la felicidad y más de una tapia de adobe podría hablar en primera persona confirmando lo que a todas luces y a todas sombras resultaba inadecuado. Puede que algún sollozo ahogado de un no nato reclame su puesto en tal drama y sientas que nadie es capaz de poner el nombre en la lápida de aquel que nadie quiso reconocer. Otras épocas, otros roles, mismos castigos para idénticas recriminaciones. Caerá la noche y un nudo en la garganta entonará por ti el compás porteño que lleva por nombre Malena y marca los pasos de un tango, como siempre, como todos los tangos, llamado castigo.

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