El cuento de nunca acabar
Así nos entretenían de niños con el corolario final del “¿quieres
que te lo cuente otra vez?” y la respuesta inocente afirmativa reiteraba el
relato del adulto hasta que se cansaba y daba por concluida la sesión. Mira tú
por donde creo que nos estamos habituando a rememorar nuestra infancia a base de escuchar las cantinelas absurdas de
los planteamientos absurdamente viciados que la ilógica permite desde la
normativa farragosa que siempre beneficia al de siempre. Por eso da la sensación
de que las causas que llevan al banquillo de los acusados a jueces que exhibían
el sentido común al procesar a quien ha destrozado futuros aduciendo, vaya
usted a saber qué razones especulativas en simples ahorradores que ellos mismos
azuzaron, digo que da la sensación , de estar coreando el mismo final de
siempre. Pero hay un problema en tal creencia y es el despertar a la cruda
realidad. En un bando, aquellos que han visto arruinada su vida presente por
mor del engaño y en el otro el beneficiado del mismo cuyo principal mérito es
haber compartido pupitres con los de su misma ralea. Ofendido, vilipendiado, mal
juzgado, se siente, él y muchos como él, al haber sido encausado por un juez atrevido
al que ahora acusan de prevaricador. Igual entrando en la letra pequeña de las
leyes encuentran el resquicio por el que salir victoriosos y dar el finiquito a
quien osó mover los pedestales sobre los que apoyan su apolínea figura de togas
inmaculadas. Y nosotros, espectadores absortos ante semejante incongruencia,
seguro que nos tenemos que conformar con la explicación del la ley, el apartado,
el subapartado o vaya usted a saber qué que así lo regule. Desde luego lo que sí
queda claro es que el rótulo de preferentistas se lo adjudicaron erróneamente a
los paganos. No cabe duda que lo merecían
aquellos que sabían sobradamente la inmunidad a la que se verían abocados por más
que un juez asumiese el papel de Robin Hood que no le permitirían llevar a
escena. Mientras tanto, y mientras llega el sentido común a remar a favor del
sensato juez, aquellos que ya no somos
unos críos, caso de volver a escuchar el estribillo del cuento infantil,
neguemos su repetición o nos seguirán tomando por inocentes criaturas a las que
engañar fácilmente por más que la cordura del sentido común exhibiese un nuevo
juez osado.
Jesús(defrijan)
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