miércoles, 23 de abril de 2014


        Los olvidados

Resulta sumamente doliente saberse catalogado como tal y sin posibilidad de remedio más allá de la cercanía de la piel que te dio vida. Nacer desde la esperanza para acabar desapareciendo entre la brumas de la ignorancia ajena suele ser el menos dañino de los reconocimientos. Pasas a ser uno más entre los otros más tan ignorados como tú y sobrevives en la benevolente creencia de que alguien, llevado por la curiosidad, o quién sabe si por la compasión se acerque a ti y te tome como aliado de sus vaivenes. Puede que entre sus premisas figuren las que mitiguen su gris existencia que en ti buscará remediar. Y el tiempo hará de vosotros dos un nudo tan firme como haya resultado el lazo de consuelo que le hayas ofrecido a quien se fingió altanero sabiéndose frágil. Llegó desde el puerto de la casualidad que suele dar salida a las naves que buscan horizontes a alcanzar. Ahí es cuando tú, mísero olvidado entre los olvidados míseros, junto a los recordados y valorados esconderás la emoción que te supone el haber sido elegido. Puede que simplemente sean segundos los que provoquen tu rapto de la ignorancia entre la que sumías tus sueños, pero serán segundos eternos, impagables, hermosos. Y no elevarás la portada de tu rostro más allá de lo que la prudencia aconseja para no dejarte llevar por la insolencia de creerte socio del club de los elegidos. Verás de soslayo como los perfiles de aquellos que coronan laureles giran la vista hacia ti para abrazarte en ese instante y sabrás que naciste para que ese momento diese sentido a tu existencia. Atrás quedaron las noches de velas en las que de los cajones dormidos salieron a la luz las grafías manuscritas para ocuparse de otros a través de ti. O quizás el encuentro casual que te convirtió en liberto del presidio del olvido acabe consiguiendo un destino diferente al que estabas condenado. Lejos de la pira incendiaria que soportaba el peso del papiro repudiado vivirás, o mejor, harás que viva, otra existencia diferente aquel que buscó consuelo y que solo entre tus brazos logró encontrar. Por eso, amigo mío, hoy que el día de los olvidados y recordados llenará de luz rincones en todos los rincones de las vidas que tan frecuentemente os ignoran, te doy las gracias. No me preguntes por el nombre de aquel Olvidado al que rescaté por primera vez. Sé que a partir de Él, llegaron muchos más y el precio a pagar por el rescate, te lo aseguro, mereció la pena y la sigue mereciendo.      

 

Jesús(defrijan)

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