Los olvidados
Resulta sumamente doliente
saberse catalogado como tal y sin posibilidad de remedio más allá de la cercanía
de la piel que te dio vida. Nacer desde la esperanza para acabar desapareciendo
entre la brumas de la ignorancia ajena suele ser el menos dañino de los
reconocimientos. Pasas a ser uno más entre los otros más tan ignorados como tú
y sobrevives en la benevolente creencia de que alguien, llevado por la
curiosidad, o quién sabe si por la compasión se acerque a ti y te tome como
aliado de sus vaivenes. Puede que entre sus premisas figuren las que mitiguen
su gris existencia que en ti buscará remediar. Y el tiempo hará de vosotros dos
un nudo tan firme como haya resultado el lazo de consuelo que le hayas ofrecido
a quien se fingió altanero sabiéndose frágil. Llegó desde el puerto de la
casualidad que suele dar salida a las naves que buscan horizontes a alcanzar.
Ahí es cuando tú, mísero olvidado entre los olvidados míseros, junto a los recordados
y valorados esconderás la emoción que te supone el haber sido elegido. Puede
que simplemente sean segundos los que provoquen tu rapto de la ignorancia entre
la que sumías tus sueños, pero serán segundos eternos, impagables, hermosos. Y
no elevarás la portada de tu rostro más allá de lo que la prudencia aconseja
para no dejarte llevar por la insolencia de creerte socio del club de los
elegidos. Verás de soslayo como los perfiles de aquellos que coronan laureles giran
la vista hacia ti para abrazarte en ese instante y sabrás que naciste para que
ese momento diese sentido a tu existencia. Atrás quedaron las noches de velas en
las que de los cajones dormidos salieron a la luz las grafías manuscritas para
ocuparse de otros a través de ti. O quizás el encuentro casual que te convirtió
en liberto del presidio del olvido acabe consiguiendo un destino diferente al
que estabas condenado. Lejos de la pira incendiaria que soportaba el peso del
papiro repudiado vivirás, o mejor, harás que viva, otra existencia diferente
aquel que buscó consuelo y que solo entre tus brazos logró encontrar. Por eso, amigo
mío, hoy que el día de los olvidados y recordados llenará de luz rincones en
todos los rincones de las vidas que tan frecuentemente os ignoran, te doy las
gracias. No me preguntes por el nombre de aquel Olvidado al que rescaté por
primera vez. Sé que a partir de Él, llegaron muchos más y el precio a pagar por
el rescate, te lo aseguro, mereció la pena y la sigue mereciendo.
Jesús(defrijan)
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