jueves, 17 de abril de 2014


 

        Los Oficios

En el ambiente se respiraba la premura que toda víspera acarrea. Paños almidonados, escobas de palma prestas a la faena y los roquetes impolutos alineados en la sacristía. Por última vez se oirían las campanas, y la carraca de madera tañería de lutos las calles prestas al cortejo fúnebre. Éramos  solidarios infantes desde la obligación  que no se dicta, pero se sabe. Ni un segundo para la alegría, el juego, la risa.  Había llegado el momento del duelo y la Pasión no muy bien entendida como Redención de pecados ajenos salía a escena. En la iglesia, se había erigido un altar en diferente ubicación al habitual  adornado con flores que sin   duda aguardaban  pacientes. El ayuno que los adultos habían realizado por la mañana se nos antojaba un sacrificio  extraño que no nos atrevíamos a preguntar. Sin duda por miedo a ser recriminados al no haberlo efectuado nosotros. Y así, cuando el Sol meridianeaba  hacia el atardecer, el punto de encuentro se masificaba de fieles, de espectadores, de actores. Comenzaban los Oficios de Jueves Santo. Y alguien te había dicho que era el día del Amor Fraterno y tú seguías sin entender el porqué de las no reconciliaciones. El pudor te impedía preguntarlo, porque a un niño había cosas que no se le debían explicar. Y mientras el palio atravesaba el templo cubriendo el cáliz hacia su nuevo destino  tu vista recorría de soslayo aquellos bancos en los que seguía reinando el rencor. Quizás esperabas el milagro  que se produciría al  clausurar el nuevo sagrario. Y entonces, acabado el acto religioso, mientras todos los silencios se encaminaban a prolongar el luto en  las respectivas capillas familiares, tú te aproximabas a aquellas que formaban el primer turno de guardia del Monumento y  te unías a ellas rezando o simulando el rezo. En tu fuero interno nacían preguntas que aún hoy en día siguen sin responderse, por más que la intención de este Jueves Santo lo proponga. Año tras año el rito se repite, y esta tarde la inocencia de aquellos ojos que miraban inquietos volverá a aparecer en otros ojos, que también rezarán o fingirán el rezo, pero que sin duda alguna estarán pidiendo el olvido de los rencores a los que hoy somos destinatarios de sus miradas. Por eso, esta noche, en mi turno de guardia silenciosa pediré valor  y fortaleza para pasar el borrador por  el luto que haya podido carbonizar a aquel que hace tiempo no supo entender que este Jueves fuese el día del Amor Fraterno.
 
Jesús(defrijan)

No hay comentarios:

Publicar un comentario