Educar o enseñar
Duelo de verbos que a pistola metafórica se desarrolla cada día en el
bosque metafórico del aula. Educar o enseñar, he ahí la cuestión. Y la cuestión
cuanto más confusa sea más que mejor como argumento a quienes viven diseñando
grises para que todo se confunda, todo se mezcle, todo se desvirtúe y nada se
logre salvo el premio del error. Será la norma a la que no me hago a la idea.
Será quizás la sobrevaloración del “colegueo” que se tiene hacia los fijos a
los que todo se le consiente. Qué fácil resulta educar así. Es más, con un poco
de parche en el ojo del entendimiento podrás incluso ignorar que es tu propio
hijo el que te está educando a ti desde sus propios valores que suelen llamarse
caprichos. No te atreves a verlos cara a cara para no sentirte avergonzado y
fracasado en tu labor como padre. Y caso de que te acuda la reflexión, con
mirar a tus semejantes, hallarás el consuelo que aun sabiendo falso te alivia.
Sabes que debes educarlo para que en el colegio le enseñen pero te es más
cómodo dejarlo todo a los docentes. Así, tu responsabilidad desaparece, o eso
crees. Sólo tendrás que plantearte la protesta cuando los logros, que
obviamente tu vástago merece por ser tu vástago, no alcancen los objetivos que
de nuevo obviamente crees a pies juntillas merecer. Nada le falta y de todo carece por más que te vistas de
avestruz. Y el tiempo pasará y el sentido inverso de la ceguera acabará aportando luz a tus ojos desde otra
escuela llamada vida. Allí sí que estarás definitivamente perdido porque ya
desaparecieron de tu horizonte los culpables que te contaron las verdades.
Quizás entonces los busques en las
amistades, en las malas influencias, en la rebeldía….Puede que sigas
engañándote a base de seguir consintiéndole todos los caprichos que sigue sin merecer y así alargues una jornada
mal la llegada del fracaso doble. El suyo por haberse criado a su voluntad y el
tuyo por haberlo permitido. Entonces, amigo mío, entonces será el momento de
licenciarte con honores bajo el título de padre pero con minúsculas. Y lo peor
es que habrás dado un modelo de actuación a tu hijo tan errático que
posiblemente acabe otorgándole la misma
orla al cabo de un tiempo. Pero no pasará nada. Él quizás también considere que
educar y enseñar van en el mismo lote y le corresponde a los docentes que
tienen que soportar esa doble carga por ajena desidia. Quizás olvidaste una
máxima que volverá a repetirse: Se educa en casa y se enseña en clase. Suerte
para ambos; la vais a necesitar. Y no te preocupes, que si me cruzo contigo
dentro de un tiempo, o con tu hijo, tendré la caridad de no echarte en cara el
error que ya mismo estás cometiendo. Bastante pena llevarás como para alimentar
más el fuego de vuestro fracaso.
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