martes, 11 de abril de 2017

Educar o enseñar


Duelo de verbos que a pistola metafórica se desarrolla cada día en el bosque metafórico del aula. Educar o enseñar, he ahí la cuestión. Y la cuestión cuanto más confusa sea más que mejor como argumento a quienes viven diseñando grises para que todo se confunda, todo se mezcle, todo se desvirtúe y nada se logre salvo el premio del error. Será la norma a la que no me hago a la idea. Será quizás la sobrevaloración del “colegueo” que se tiene hacia los fijos a los que todo se le consiente. Qué fácil resulta educar así. Es más, con un poco de parche en el ojo del entendimiento podrás incluso ignorar que es tu propio hijo el que te está educando a ti desde sus propios valores que suelen llamarse caprichos. No te atreves a verlos cara a cara para no sentirte avergonzado y fracasado en tu labor como padre. Y caso de que te acuda la reflexión, con mirar a tus semejantes, hallarás el consuelo que aun sabiendo falso te alivia. Sabes que debes educarlo para que en el colegio le enseñen pero te es más cómodo dejarlo todo a los docentes. Así, tu responsabilidad desaparece, o eso crees. Sólo tendrás que plantearte la protesta cuando los logros, que obviamente tu vástago merece por ser tu vástago, no alcancen los objetivos que de nuevo obviamente crees a pies juntillas merecer. Nada le falta  y de todo carece por más que te vistas de avestruz. Y el tiempo pasará y el sentido inverso de la ceguera  acabará aportando luz a tus ojos desde otra escuela llamada vida. Allí sí que estarás definitivamente perdido porque ya desaparecieron de tu horizonte los culpables que te contaron las verdades. Quizás entonces  los busques en las amistades, en las malas influencias, en la rebeldía….Puede que sigas engañándote a base de seguir consintiéndole todos los caprichos que  sigue sin merecer y así alargues una jornada mal la llegada del fracaso doble. El suyo por haberse criado a su voluntad y el tuyo por haberlo permitido. Entonces, amigo mío, entonces será el momento de licenciarte con honores bajo el título de padre pero con minúsculas. Y lo peor es que habrás dado un modelo de actuación a tu hijo tan errático que posiblemente acabe otorgándole  la misma orla al cabo de un tiempo. Pero no pasará nada. Él quizás también considere que educar y enseñar van en el mismo lote y le corresponde a los docentes que tienen que soportar esa doble carga por ajena desidia. Quizás olvidaste una máxima que volverá a repetirse: Se educa en casa y se enseña en clase. Suerte para ambos; la vais a necesitar. Y no te preocupes, que si me cruzo contigo dentro de un tiempo, o con tu hijo, tendré la caridad de no echarte en cara el error que ya mismo estás cometiendo. Bastante pena llevarás como para alimentar más el fuego de vuestro fracaso. 

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