viernes, 26 de mayo de 2017


La metamorfosis

Reconozco que cuando visité Praga y paseé por el Callejón del Oro situado en el Castillo de la ciudad, al pasar a la casa de Franz Kafka me sentí intruso de su intimidad. Y puede que en ese mismo instante naciese la necesidad de curiosear entre sus letras para comprobar qué tipo de sorpresas deparaban. No erré. Fue comenzar la lectura de su obra “La metamorfosis” y entrar en un mundo de imágenes alegóricas a un estado de ánimo pesimista. Quizá eso le llevase a imaginar una transformación en el protagonista. Un protagonista de vida gris, sustentador en parte de la vida familiar compartida con sus padres y hermana  que se despierta un día convertido en escarabajo. A partir de ahí la vida emprende una cuesta abajo sin pausa ni freno posible. De las primeras sorpresas por parte de quienes comparten el habitáculo familiar se va pasando al rechazo que nace de la repulsión que por sí mismo siente. Se ha convertido en un animal despreciable al que todos desprecian y los menos compadecen. Su misma vergüenza le anima a pasar desapercibido en la medida de lo posible y ni siquiera es capaz de imaginar qué le deparará el futuro. Premonitorio, sin duda. Puede que el propio Kafka intuyese algo de lo que los acontecimientos históricos reservaban al los calendarios inmediatos y no fuese capaz de ponerlo en claro. Mejor así. Mejor ir descubriendo cómo cualquier humano es repudiado por sus semejantes en la medida en que busca una diferenciación a peor. Nada entonces tiene valor que admirar o envidiar, nada. Te has ido convirtiendo en la viva expresión de lo indeseable y ni los tuyos se acercan a ti para no ser tildado de ti. Aquellos que hasta hace nada se mostraban confiados han torcido el gesto. Te vas o te van arrinconando en el cuarto de los olvidados y el polvo decide tejerse como gabán a tu piel. Cruda realidad que en forma de caparazón herido por la repulsa siente sobre sus espaldas y ve crecer infecta hacia un final previsible. Metáfora plena de la condición humana que sale desnuda cuando se la desnuda de seguridades.  Lectura breve, intensa, directa, provocadora que no te deja inmune y cuya sacudida te hace reflexionar sobre el espejo que los demás pulen por ti. Puede que quien lo lea acabe viendo en sí mismo unos indicios de cambios que intenta disimular para no mostrar debilidades. No se perdonan ni se admiten. Como no se admiten ni perdonan las diferencias que suelen adherirse a nosotros cada vez que decidimos probar suerte y acabamos siendo catalogados de locos. Claustrofóbica obra que sigue vigente por más tiempo que pase y más intentos de bufonadas quieran catalogarla como excéntrica ocurrencia de un loco llamado Franz y apellidado Kafka.    

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