La metamorfosis
Reconozco que cuando visité Praga y paseé por el
Callejón del Oro situado en el Castillo de la ciudad, al pasar a la casa de
Franz Kafka me sentí intruso de su intimidad. Y puede que en ese mismo instante
naciese la necesidad de curiosear entre sus letras para comprobar qué tipo de
sorpresas deparaban. No erré. Fue comenzar la lectura de su obra “La
metamorfosis” y entrar en un mundo de imágenes alegóricas a un estado de ánimo
pesimista. Quizá eso le llevase a imaginar una transformación en el
protagonista. Un protagonista de vida gris, sustentador en parte de la vida
familiar compartida con sus padres y hermana
que se despierta un día convertido en escarabajo. A partir de ahí la
vida emprende una cuesta abajo sin pausa ni freno posible. De las primeras
sorpresas por parte de quienes comparten el habitáculo familiar se va pasando
al rechazo que nace de la repulsión que por sí mismo siente. Se ha convertido
en un animal despreciable al que todos desprecian y los menos compadecen. Su
misma vergüenza le anima a pasar desapercibido en la medida de lo posible y ni
siquiera es capaz de imaginar qué le deparará el futuro. Premonitorio, sin
duda. Puede que el propio Kafka intuyese algo de lo que los acontecimientos
históricos reservaban al los calendarios inmediatos y no fuese capaz de ponerlo
en claro. Mejor así. Mejor ir descubriendo cómo cualquier humano es repudiado
por sus semejantes en la medida en que busca una diferenciación a peor. Nada
entonces tiene valor que admirar o envidiar, nada. Te has ido convirtiendo en
la viva expresión de lo indeseable y ni los tuyos se acercan a ti para no ser
tildado de ti. Aquellos que hasta hace nada se mostraban confiados han torcido
el gesto. Te vas o te van arrinconando en el cuarto de los olvidados y el polvo
decide tejerse como gabán a tu piel. Cruda realidad que en forma de caparazón
herido por la repulsa siente sobre sus espaldas y ve crecer infecta hacia un
final previsible. Metáfora plena de la condición humana que sale desnuda cuando
se la desnuda de seguridades. Lectura
breve, intensa, directa, provocadora que no te deja inmune y cuya sacudida te
hace reflexionar sobre el espejo que los demás pulen por ti. Puede que quien lo
lea acabe viendo en sí mismo unos indicios de cambios que intenta disimular
para no mostrar debilidades. No se perdonan ni se admiten. Como no se admiten
ni perdonan las diferencias que suelen adherirse a nosotros cada vez que
decidimos probar suerte y acabamos siendo catalogados de locos. Claustrofóbica
obra que sigue vigente por más tiempo que pase y más intentos de bufonadas
quieran catalogarla como excéntrica ocurrencia de un loco llamado Franz y
apellidado Kafka.
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