lunes, 22 de mayo de 2017

Robinson Crusoe


Solamente puedo comentar medio libro. Puede que la misma naturaleza del mismo sea la que me indujera a leer la primera parte como si la dualidad del lector que anidaba en mí tuviese suficiente con ella. Quien más, quien menos, sabe de qué argumento estoy hablando y en caso de ignorarlo, si la pereza lectora le llega, podrá echar mano de la versión moderna que Tom Hanks protagonizase en la película al caso. De cualquier modo, pertrecharte en unas líneas que diseñará Defoe para dejarte embarcar hasta llegar a una isla desierta tras un naufragio, merecerá la pena. No se tratará simplemente de una novela de aventuras en las que el ingenio del superviviente haga posible su supervivencia solitaria en los mares del Sur. Será más bien un viaje al interior del ser humano que huye de las convenciones y se adentra en una reflexión nacida de la necesidad. Aprenderá a valorar lo que hasta entonces carecía  de importancia y con ello extraerá una enseñanza a futuro. Luchará contra las inclemencias y saldrá victorioso. Logrará rescatar al inocente que estaba a punto de ser devorado por antropófagos de islas cercanas y cada vez dará menos importancia al sentirse recluido en lo que para muchos podría significar el paraíso. Hará de su capa un sayo y sabrá que Las normas establecidas por la necesidad serán dictadas por la animalidad del instante para ser firmadas por la conciencia del ser que se sabe superior y que tantas veces se manifiesta como si no lo fuese. Hará de su semejante una copia de sí mismo desde la base dándole a conocer los preceptos morales por los que dejarse guiar. Años de soledad que poco a poco irán convirtiendo al desespero en un modo conformista de aceptación. Estoicismo ante la adversidad imaginando los porqués que en un principio se le podrían escapar. Y al acabar, la paradoja no resuelta como cierre de la primera parte y aldabonazo de la segunda. Un rescate que le llevará a reintegrarse al lugar del que huyó sin saberlo y que por conocido sobradamente carece de interés leer ¿Para qué leer aquel epílogo que te llevará al suspiro de la inevitable cobardía aceptada? Sabrás lo que le espera y no es cuestión de verte reflejado en el protagonista. Dejadlo ahí, no sigáis, hacedme caso. Por muchos deseos que tengáis de concluir la lectura, dejadla a medias. Así os evitaréis ver en vosotros mismos al náufrago que un día fuisteis y al que renunciasteis al ver que un bergantín llamado cobardía venía a rescataros y os dejasteis secuestrar.   

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