1. Carmen,
la de Gregoriete
Así, como queriendo
reivindicar la sangre, se hacía un hueco en el corazón de todos aquellos que
tuvimos la suerte de tenerla cerca. Y digo tuvimos cuando el tiempo presente ha
querido despedirse en los primeros albores del mes de Julio. Como si decidiera
por sí mismo teñir de oscuro al inmediato verano en el que su sempiterna
sonrisa, por más que se empeñe el luto, no dejará de asomar por la esquina de
las escuelas. Allí, justo en el cruce de caminos que nos vertebran hacia las
eras o nos guían hacia las aguas, seguirán presentes los mil detalles que hablarán
de lo que fue, de lo que sigue siendo. Aparecerán las mesitas bajas con los pañitos
almidonados a la espera del paso de la procesión. Aparecerán los sedales que
regresan del Puente de Hierro. Aparecerán los mandiles sobre las sillas de anea
sobre los que dejar descansar a los ascendientes sudorosos y fatigados. Y a
todo ello se sumará el aroma a azahar que de las Barcas nos hable de aquellos
años en los que las vecindades se convertían
en familias elegidas. Y callado, observando, como si la espera hubiese
resultado larga y a la vez indeseada, Luis. Receptivos seres que se llevan el
hato carente de precio y pleno de verdad. Nunca es el momento el adecuado; pero
cuando la insistencia en hacerse protagonista llega, más allá de las palabras
reconfortantes, quedan los hechos. Y seguirán llegando sus pasos acelerados al
toque de los terceros del brazo de sus sangres. Sonreirá de nuevo mientras las
mismas respuestas acudan a quien ya había dejado un hueco a las preguntas. Nada
importará más allá del saber que siendo uno más de los perfiles que dieron
sentido a existencias propias se va como vivió, sin hacer ruido. Cuando las
hojas caigan, cuando los fríos regresen, cuando las cuestas rezumen de nuevo,
de aquella esquina seguirá luciendo la más amplia de las sonrisas. No habrá que
hacer ningún esfuerzo por adivinarlo; ella, Carmen, nos cogerá del rostro, nos
preguntará por los nuestros, y un par de besos darán validez a la firma de un
ser realmente excepcional. Buen viaje a la Eternidad, amiga mía, amiga nuestra,
amiga Carmen.
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