lunes, 23 de julio de 2018


Manual de fútbol
Pareja al desarrollo del Mundial de fútbol recientemente acabado en Rusia decidí poner ante mis ojos este manual que firma Juan Tallón. Sabiendo por lecturas previas de sus obras que nos ería exactamente un compendio de reglas, comencé la lectura cuando estábamos en cuartos o en octavos de final. Qué más daba. Lo verdaderamente importante era dejar de lado el tedio que las cámaras retransmitían y dejar paso a la óptica de quien tan aficionado es al fútbol a ver qué nuevas sorpresas nos deparaba su prosa. Y como si de un libro de instrucciones se tratase, Juan Tallón va desmenuzando cada uno de los apartados que forman el susodicho deporte. Desde cada capítulo dedicado a cada una de las piezas su visión particularísima se deja caer aportando una base histórica en la que las anécdotas cobran cuerpo de ley. De una parte a la otra del océano van saliendo del túnel del vestuario del tiempo aquellos protagonistas que le dieron renombre. Genios a los que poco importaba la condición física, astros que se perfumaban antes de salir mientras fumaban el penúltimo cigarrillo, figuras que no tenían muy claro el valor de la final que disputaban. Un sinfín de detalles aportados por quien más que espectador pareciera partícipe en primera línea de banda a la espera de dar testimonio de cuanto ocurría en el rectángulo verde. Por un momento parece como si hubiese vivido varias vidas paralelas que se permiten el lujo de concluir en este libro que a todas luces debería formar parte del ideario de la FIFA o de la UEFA. Ni una sola mención al poder del dinero que tanto poder acumula en nuestros tiempos y que es capaz de cambiar besos a escudos dispares a la mínima ocasión. Los representantes ni aparecen ni se les echa de menos. Todo gira en torno a una liturgia pagana en la que cualquier resultado abre heridas o sella cicatrices. No voy a entrar en detalles para no desmenuzar las posibilidades de sorpresa a aquellos lectores que ansíen un contraataque criminal. Mejor será que lo hagan suyo y comprueben otro modo de entender este juego que tanto ha evolucionado y no siempre a mejor. Aquellos que tuvimos la suerte de ser testigos de algunas de las anécdotas sonreímos al ver cómo ha cambiado nuestra vida y el fútbol con ella. Aquellos que no tuvieron la suerte de serlo aquí tienen el remedio más adecuado para ponerse al día. Lo de menos será entender de fútbol o no; siempre  habrá una esquina por la que evitar pasar aunque el balón se haya ido lo suficientemente lejos del banderín. Quienes fuimos ilusas estrellas del balón en los espacios yermos supimos distinguir cuando el balón había sobrevolado el larguero inexistente que se delineaba en base a la altura del portero de turno.

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