Manual de fútbol
Pareja
al desarrollo del Mundial de fútbol recientemente acabado en Rusia decidí poner
ante mis ojos este manual que firma Juan Tallón. Sabiendo por lecturas previas
de sus obras que nos ería exactamente un compendio de reglas, comencé la
lectura cuando estábamos en cuartos o en octavos de final. Qué más daba. Lo
verdaderamente importante era dejar de lado el tedio que las cámaras retransmitían
y dejar paso a la óptica de quien tan aficionado es al fútbol a ver qué nuevas
sorpresas nos deparaba su prosa. Y como si de un libro de instrucciones se
tratase, Juan Tallón va desmenuzando cada uno de los apartados que forman el
susodicho deporte. Desde cada capítulo dedicado a cada una de las piezas su
visión particularísima se deja caer aportando una base histórica en la que las
anécdotas cobran cuerpo de ley. De una parte a la otra del océano van saliendo
del túnel del vestuario del tiempo aquellos protagonistas que le dieron
renombre. Genios a los que poco importaba la condición física, astros que se
perfumaban antes de salir mientras fumaban el penúltimo cigarrillo, figuras que
no tenían muy claro el valor de la final que disputaban. Un sinfín de detalles
aportados por quien más que espectador pareciera partícipe en primera línea de
banda a la espera de dar testimonio de cuanto ocurría en el rectángulo verde. Por
un momento parece como si hubiese vivido varias vidas paralelas que se permiten
el lujo de concluir en este libro que a todas luces debería formar parte del
ideario de la FIFA o de la UEFA. Ni una sola mención al poder del dinero que
tanto poder acumula en nuestros tiempos y que es capaz de cambiar besos a
escudos dispares a la mínima ocasión. Los representantes ni aparecen ni se les
echa de menos. Todo gira en torno a una liturgia pagana en la que cualquier
resultado abre heridas o sella cicatrices. No voy a entrar en detalles para no
desmenuzar las posibilidades de sorpresa a aquellos lectores que ansíen un contraataque
criminal. Mejor será que lo hagan suyo y comprueben otro modo de entender este
juego que tanto ha evolucionado y no siempre a mejor. Aquellos que tuvimos la
suerte de ser testigos de algunas de las anécdotas sonreímos al ver cómo ha
cambiado nuestra vida y el fútbol con ella. Aquellos que no tuvieron la suerte
de serlo aquí tienen el remedio más adecuado para ponerse al día. Lo de menos será
entender de fútbol o no; siempre habrá
una esquina por la que evitar pasar aunque el balón se haya ido lo suficientemente
lejos del banderín. Quienes fuimos ilusas estrellas del balón en los espacios
yermos supimos distinguir cuando el balón había sobrevolado el larguero
inexistente que se delineaba en base a la altura del portero de turno.
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