miércoles, 25 de julio de 2018


Rubén Blades

Han pasado más de treinta años desde aquella vez en la que Rubén Blades visitó Valencia. En aquella ocasión acompañado por la Orquesta Van Van logró poner colorido y sabor a la Plaza del Patriarca en un concierto al aire libre y al libre albedrío de la noche de Julio. Y esta vez, como si el tiempo no hubiese transcurrido, regresó. Vino con más años, con menos pelo, con la misma profesionalidad y con otra magnífica orquesta. Roberto Delgado y sus veinte excelentes músicos se encargaron de arropar en la explanada de los Jardines de Viveros a este genio de la salsa panameño. En el preludio, como si de un debutante se tratase, realizando estiramientos, afinando los tonos y santiguándose, salió a escena. La misma complicidad de quien se sabe dominador de la misma vino de su mano. Desgranó sus éxitos de siempre y fue añadiendo nuevos temas dejando paso al swing como si nos encontrásemos en Broadway. Saber hacer desde el primer instante. De su mano regresaron en forma de video las estrellas de la Fania que tanta huella dejaron en los aficionados en aquellos años en los que el tecno brillaba. Socarrón afortunado al ir mostrando los cadáveres de quienes hicieron posible el encumbramiento de este estilo peculiar de entender la música. Y desde abajo, desde la moqueta verde que celaba el polvo, las innumerables banderas latinoamericanas reivindicando presencia. Bailamos, coreamos, echamos de menos y sentimos de nuevo el dulce sabor del paso del tiempo. Vísperas de su septuagésimo cumpleaños, este que ahora se adorna coquetón con sombrero de ala estrecha, volvió. Aunque realmente, y él lo sabe, nunca se fue del todo. La grandeza de su letras siguen viajando en paralelo con la grandeza de saber cuándo una canción es mejor interpretada por otro que por él mismo. Claro, que si ese otro es Héctor Lavoe, poca discrepancia puede existir. Quién me iba a decir a mí que aquellos acordes que sonaban en la inolvidable verbena de la falla KingKong a los que puso voz la Orquesta Platería tenían como dueño a este poeta del son llamado Rubén Blades. Hace años que sembró la semilla que sigue dando frutos y merece muy mucho seguir degustando semejante recolección. Aquellos que tengáis asimilado el concepto musical llamado salsa, tened cuidado; puede que si no lo habéis escuchado nunca, que si no habéis asistido a sus conciertos, que si no habéis tarareado sus canciones, alguien os catalogue de ingenuos. Ponedle remedio a la mayor brevedad. El tiempo apremia y los trenes de la fortuna suelen pasar en contadas ocasiones. Yo cogí hace años el de ida y hace días el de vuelta y sé de qué hablo.

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