lunes, 8 de diciembre de 2014


Amor mío:

“¿Cómo conseguir plasmar en la voz callada del papel todo aquello que mi corazón grita entre las grietas del silencio que nos separa? ¿Cómo no pensar que sonarán a falsas las verdades que nacen del rojo de mi sangre que te pertenece y que en contadas ocasiones he sabido hacerte llegar? ¿Te quiero? No, no te quiero, te amo. Sería escaso e indecente decir que te quiero, cuando el aire que respiro es el que viene de ti y los grises que cubren mis sueños son los que manan de tu ausencia. Claro que no te quiero, te amo. No se puede querer cuando tu vida no te pertenece, y la mía, hace tiempo que la rendí a ti sin más batalla ni contienda que dejarme mecer en las olas generosas que me legaban salinas de tus labios. Junto a ti he conocido el significado de la mitad que nos es robada cuando vaga difusa en busca de su dueña. Tú, amor mío, tú, has conseguido guiar mis errantes pasos en la oscuridad orientándome con la luz de tus ojos. Tú, mi amor, sí, tú, has logrado desenmarañar ese nudo de dudas que el desamor trenzó en la desesperanza y la negritud de la dicha robada. Tú, mi amor, mi eterno amor, has logrado que mis noches sean vísperas de dichas y mis días gozos perdurables en el calendario de la felicidad. Enmarco la felicidad entre vaivenes de dudas por si mis palabras han perdido fuerza  ante mis sentimientos. Por si el azoramiento del gozo enamorado ha resuelto en escasas vocablos la vorágine de sensaciones. Mas sólo tú sabes que en ti, mi amor, he tatuado los poemas propios y ajenos que te buscaron y que gracias a ti, tienen sentido. Que en deuda con el destino me siento, porque gracias a ti, sí, mi amor, gracias a ti, alcancé la dicha que se sigue sumando. Que en cada surco de la piel que la vida ha trazado, en cada plata que busca coronar mis  pensamientos, en cada nueva primavera que nos queda por compartir, tu nombre se abrirá paso mientras éste que te ama, éste deudor de su propia felicidad para contigo, sigue escribiendo los silencios que sólo el amor que siente por ti, amor mío, sabe rubricar con la alegría de ser tuyo.

Hoy y siempre, te amo”      

         Y en ese momento, el escribidor con pluma propia de sentimientos ajenos, se despidió del manuscrito mientras recibía como pago, las míseras monedas que le proporcionaban su diario sustento.


Jesús (http://defrijan.bubok.es)

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