El
callejón de San Nicolás
La semana comienza para ella con
la devoción que se cuadra en la Calle de
Caballeros en pos del deseo a pedir por parte de las desesperaciones, de las
promesas, de las ilusiones. Desprovistas de nada que no sea la fe, las imágenes
vivas de la creencia acudirán a solicitar la intercesión del santo en aras a la
consecución de sus sueños y alumnos en
vísperas de exámenes, dolientes en busca de sanación, rehabilitados en busca de
la rapidez que no llega, ignorarán su presencia. Y allí, en la fila sangrante
que la escasez ordena estará ella como todos los lunes. Nadie diría que la
necesidad vivió pegada a su piel y nadie negaría a la limpia mirada la
correspondiente sonrisa que le llega por remite. Acuna su torso sobre la pared
diestra que el callejón ofrece dejando atrás a los adoquines que otrora pisaran
noblezas refugiándose tras la máscara descarnada de la caridad. Verá pasar las ignorantes sombras que la niegan
mientras un vaso de cartón asume el papel de buzón olvidado. Asombra el
contemplar la viveza de su azules cuando se cruzan con los tuyos sin parpadear.
No, no esparce quejidos lastimeros porque la gratitud no necesita de otros
acicates que no sean la justicia que le es negada. No quise ni querré hurgar en
los motivos que no merezco conocer y
catapultaron a tal isla solitaria. Poco importará que su manga mengüe
ante el hecho consumado de borrar los callos formados por agujas de sueños
imposibles que quedaron en el desván del despertar. Allí, esperando a un metro
del atrio santificado, permanecerá mientras las huellas venidas a buscar
mejores remedios sigan ignorando mayores penurias que las suyas. Su coquetería
le hará seguir trenzando sus nieves atadas a la goma olvidada por otras sienes
que la dieron por perdida. Y desde la conformidad escuchará las pláticas que de
las casullas lleguen a las oraciones interrumpidas en los altares enfilados.
Poco habrá que le consuele más que dar con su silencio un aplauso al cinismo
que proclama lo que a ella se le niega, Verá caer la tarde y con ella mudará su
nido a otros lares en los que la caridad le resulte igual de esquiva. Verá
recoger el carretón de las jaculatorias de la entrada. Verá refugiarse sobre
las aceras a aquellos que buscaron consuelos y consuelos cargan. Seguirá
preguntándose sobre los méritos que otorgaron santidades y cuando alguien intente exponerlos a modo y manera de cobro
por su limosna, fingirá prestarles atención, fingirá su dolor, fingirá ser
inmune.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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