El
poeta de la esquina de la barra
Llega con la extrema puntualidad con la que llegan
las ilusiones a adueñarse del solitario que sueña con dejar de serlo. La
apertura de la persiana le anticipa un nuevo motivo de alegría a quien tantas
ha visto escasear en su vida. Sabe que se le ha negado la posibilidad de
cumplir tantas veces sus anhelos que se aferra a la última ola que la bajamar
le aporta. Esparce sus papeles por encima del mármol que oficia de pupitre y
mientras la contempla renace a la vida. Se sabe enamorado de quien le brinda
amistad y compasiva sonrisa. Adula desde la sinceridad con el deseo de saciarse
en las migajas que la samaritana le legará cada noche a la espera de su
partida. Un juego de naipes marcados por los falsos comodines que el alcohol
distribuye entre las complicidades que moran distribuidas por el espacio del
desencanto. La sabe inaccesible como toda diosa es mientras otorga privilegios a los elegidos por ella. De nada
creen servir los poemas que disemina en su honor que perezosos salen al
encuentro de quien sólo les sonríe. Él, impenitente buscador de dichas, no
cejará en su empeño por transmitir la pasión que de los ojos arqueados mal
disimula. Saldría en defensa de su amada como caballero lanceado por los celos
ante el menor de los atrevimientos descorteses. Y lo hará sabiendo que su única
recompensa vendrá de la irada de
aquellos ojos que saben a mar. Cuenta las horas desde la pena de verlas pasar
por saberlas secuestradoras de sus instantes
felices. Ha multiplicado por cero las miles de declaraciones que las madrugadas
han pregonado y las ha lanzado a las canteras del llanto para solidificar su
muralla indefensa. Será el primero de los últimos en dejarse abatir por las
frías noches que del sur le lleguen. Ha asumido su papel desde el margen que
emborrona con los dibujos del ángel custodio que le niega purgatorios. Y
mientras la hora del adiós se aproxima, vuelve a tararear el estribillo que tan
suyo ha hecho en el que se repite a trío un “son ilusiones, ¡qué más me da!” Si bajáis a su morada, sed prudentes. Lo encontraréis
como siempre apoyado en el sueño imposible, trazando el guión de una nueva
historia con la que conjugar una vida que siempre quiso y nunca tuvo. No le
tengáis compasión. Ha sabido del sabor del amor y en él sigue todas las noches
de todos los fines que saben a principio.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario