lunes, 8 de diciembre de 2014




      Usted lo que quiere es que le coma el tigre.

O en este caso, el león. Pues sí, parece ser que un aguerrido señor vestido de comando se ha decidido y ha querido  demostrar al mundo su valor, su dominio de la doma felina, su pericia en el manejo de las fauces  zoológicas. Y a tal efecto, creyéndose Tarzán sin taparrabos, ha saltado la valla del refugio carcelero sin liana de por medio  del rey de la selva  buscando su compañía. Quizás en su tierna infancia escuchó aquel milagro que protagonizó un santo y que ha vuelto a mi memoria. Parece ser que paseando por el bosque, oyó gemir a un león que tenía una espina clavada en sus garras. Armado con la fe, se acercó, la arrancó y de deseó buena recuperación. Años después,  este león pasó a trabajar de matarife en el circo romano y a punto de degustar las carnes que a modo de kebab  las arenas del césar le ofrecían, reconoció a su benefactor y lo rechazó como almuerzo. Vale, demos por válida tal opción, si la fe la promueve. Pero sea usted razonable, buen hombre, y piense que aquellos milagros ya no abundan. Deje de considerar a la fiera como un descendiente de Simba por más que adorase tal musical. Pare usted de lanzar los dados sobre el tablero del Jumanji al que sus deseos han embarcado inconscientemente. Sea razonable, buen hombre, por más que algún hortera famosillo de turno haya mostrado en el papel cuché la inofensiva convivencia que gatos de tales dimensiones  pueden ofrecer. Si sus apetencias  son irrefrenables, busque algún puesto de domador en los circos que ya empiezan a elevar sus carpas navideñas. Allí, al menos, el látigo,  el bastón, el griterío infantil y los focos acudirán en su ayuda. Además no será necesario que luzca ese uniforme de boina verde  que más parece el Capitán Tan sin Valentina ni Locomotor chiripitifláuticos de nuestra niñez. De cualquier forma, sospecho que no me hará caso así que en un último intento de entrarle en razones le recomiendo que escuche la canción titulada  “Compay Antón”  en la que el gran Johnny Pacheco acompañado de  Melón aconsejan sobre el modo de librarse de tales peligros. Aunque, amigo mío, creo que usted lo que realmente desea es que le coma el tigre; bueno, en este caso, el león ¡ Buena suerte para usted  o buen provecho para la fiera!


   
 

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