jueves, 4 de diciembre de 2014


     Ángeles alados

No me imagino el grito de “compra guapa” que tanto resuena entre los puestos ambulantes en semejantes desfiles glamurosos.  Al menos  cuando no dejan de bombardearnos con las excelencias de las intimidades que surcarán las pasarelas londinenses sobre cuerpos danones durante los próximos días. Es increíble cómo tal toque de arrebato ha congregado a semejantes musas de la lencería para lucir victorias inalcanzables a las comunes de las mortales y, obviamente, a los más comunes aún de los moribundos. Como marketing, desde luego, superan las expectativas año tras año y el sueño se convierte en pesadilla al reflejarte frente al espejo. Es evidente que Narciso eligió lejos de tu perfil y por lo tanto no tienes más opción que suspirar ante la pena o sonreír ante las barbies. Bellezones que aducen genética y ningún cuidado personal intentan convencernos de la suerte que han tenido al ser agraciadas por los cromosomas. Siempre sacarán a relucir las numerosas horas de descanso, la ingesta continua de agua, la dieta equilibrada y la felicidad vital que el amor proporciona para argumentar semejantes perchas. Y lo harán convencidas de que la credulidad nuestra así las verá. Madres de hijos que gastan una treinta y cuatro o menos, a las que no se les han formado estrías ni cartucheras, han logrado mantenerse con recetas simples como las que exponen. Por eso cargarán con miles de dólares sobre sus semidesnudos cuerpos con la intención de ganar algo de peso y a la vez mucho beneficio. Es la ilusión la que prevalece sobre las retinas de quienes las vemos desfilar y las sueñan por gemelas.¡ Que sigan presentes dichas ilusiones en el circo vital en el que las antónimas acechan más de lo deseado! Ya se encargarán los expendedores de los mercadillos en pregonar sobre su pasarela callejera las virtudes de las corseterías colgantes dos veces por semana. Veríamos a ver qué tal lucían semejantes vestales las fajas tubo que en algunos se muestran o los encajes que rodean a las tiras de ballenas que les dan forma. Entonces  el suflé de la ilusión se hundiría sobre la base del falso caramelo quemado sin posibilidad de recuperación. De cualquier forma, de uno u otro modo, la imitación sigue en pie por muy imposible que resulte la fusión con la realidad, y no la vamos a desterrar. No se tratará de cómo te vean los demás, sino más bien de cómo te sueñas tú. Y aunque sueñe a desengaño, al menos por una vez, sabrá a verdad. Por cierto, ¿sigue vigente el dogma que tilda de asexuales a los ángeles? Si así es, alguien se está equivocando al empecinarse en mantenerlo entre los comunes de los mortales, creo.

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