1.
Reflexionar
Como si
fuera necesario hacerlo, dentro de unos días, habrá que reflexionar de nuevo.
Cada uno de nosotros retomaremos las imágenes recientes y empezaremos a valorar
los pros y contras para entender este maremágnum agotador, al que nos hemos visto
abocados. Poco importarán los últimos esfuerzos si los previos no han sido
capaces de decantar nuestro derecho a creer y apoyar o a dudar y rechazar. La
cuestión decisiva estará en dar paso a un acto de fe y que la fe se encargue de
mover montañas por más inamovibles que parezcan. Estoy pensando en seguir los
dictados de Isabel y rellenar de puño y letra el reverso electoral con un poema
improvisado para ver si entra en el recuento global de los votos. Yo creo que
sí debería constar en esa lista absolutamente abierta que nacería de modo
espontáneo. Entre decantarse por viejas glorias conocidas, nuevos alevines por
conocer y medianías en tierra de nadie, pues oye, un soneto quedaría de lo más
sugerente. Eso sí, reclamo mi derecho a que conste en las listas por muy
anárquico que resulte, por muy fuera de lugar que crean que está. Puede que los
que están fuera de lugar sean aquellos anclados en disputas diputadas bajo las
ecuaciones matemáticas que no tienen solución viable. Tras meses y meses
agazapados en sus trincheras, volverán a asomarse como conejos silvestres a la
espera de eludir al cazador que los quiera quitar de en medio en este coto
llamado Parlamento. Y si ven aparecer al hurón abanderado que les haga
abandonar sus madrigueras de comodidad, igual se inquietan y no saben qué hacer
con su vida futura. Han asentado los cabos de su bote en el muelle de la
comodidad y no se arriesgan a salir a mar abierto por miedo a las olas.
Mientras tanto, nosotros dedicando más tiempo al entender el porqué pasamos de la euforia de campeones sin serlo
aún, a la inminente depresión de vernos derrotados por un equipo que corría más
que los nuestros. O cómo entender
habiendo peloteros de clase contrastada, el penalti fuese lanzado por un central con dotes a años
luz de aquellos. ¡Mira que si era una metáfora de lo que puede pasar el
domingo!; ¡mira que si los encargados de llevar sobre sus espaldas el peso de
la responsabilidad la delegan en otros! Quedan pocos días para salir de dudas,
así que con vuestro permiso, voy a improvisar el soneto que llevará como dorsal
la papeleta elegida; espero que ningún miembro de la mesa electoral lo rechace
por defecto de forma; nadie ha sido capaz de rechazar las formas que han
manifestado durante estos meses y ahí continúan mendigando nuestro apoyo. Por cierto, ahora habrá que demostrar si
merecemos ser campeones o no, y no me refiero al fútbol.
Jesús(defrijan)
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