Magia negra
Siguiendo los
postulados maniqueos que tantas veces se utilizan en según qué condiciones,
todo existe porque existe su contrario. Es como si se te ofreciese la
posibilidad de estar en un bando aunque no quieras participar de un juego llamado
vida. O blanco o negro, o arriba o abajo, o esto o aquello. La cuestión está en
situarte en aquella alforja que consiga llevarte por el camino de la felicidad.
Todos en más de una ocasión consultamos el horóscopo buscando al cabo de buena
esperanza que nos permita disfrutar de los designios favorables del destino. En
mayor o menor medida acabamos achacando a
las malas influencias las culpas de nuestras desdichas y ansiamos pronta
solución desde donde sea. Si llega de las conjunciones estelares, estupendo; si
llega de los rituales exotéricos, bienvenida sea; si llega desde la confianza ciega
en tus propias posibilidades, mejor que mejor. El caso es que la solución venga a ti. Por eso hasta que no te conviertes
en oyente de experiencias certeras, un halo de escepticismo cruza por tu mente
y sencillamente, callas lo que piensas. Ahora bien, cuando percibes el miedo en
el rostro de una persona de toda confianza y notas cómo el paso de los cuarenta
años de aquella aventura juvenil la sigue atormentando es cuando reposas tu
sonrisa y te dejas de bromas. Te narra cómo la osadía la llevó a Haití y una
vez allí decidió junto a alguien de su confianza presenciar una sesión de vudú
a cielo abierto bajo una capa de estrellas luminosas. Relata cómo tras invocar el
chamán a vete tú a saber quién comienza a poblarse de nubes la noche y descarga
con toda la violencia posible un aguacero inesperado. Cuenta cómo el pavor hizo
mella en ellas dos al saberse presas por circunstancias absurdas en un país al
que accedieron curiosas y deseaban abandonar a toda prisa y no podían.
Confiesan cómo gracias a la caridad de
algún mando de un ejército extranjero pudieron embarcar como soldados y
abandonar esa isla para nunca más regresar ni mencionar semejante experiencia. Y
si todo esto te es confesado en un ambiente distendido en una noche veraniega a
la espera del sueño, no tienes motivo para dudar, en absoluto. Lo más curioso y
definitivo fue la falta de respuesta a aquella pregunta que lanzó al aire. ¿Por
qué este destino no aparece en ningún circuito caribeño? Yo no supe qué
responder, pero creo que ella ya sabía sobradamente la respuesta. Lo que tengo muy claro es que cualquier
ritual de magia, por negro que sea, se
acaba volviendo en contra de quien lo promueve, mal que le pese. Así que
sigamos consultando a las estrellas y busquemos en el viento las respuestas,
¿no os parece?
Jesús (defrijan)
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