1.
Noche
de San Juan
Manda la
tradición que en esta noche mágica el fuego purifique todo aquello que resulta
oneroso a nuestra existencia. Manda la tradición que el agua se encargue de
limpiar todo aquello que nos ha vestido de gris e impide el paso a la luz del
arco iris de la dicha. Manda la tradición que el viento debe encargarse de
esparcir las cenizas de todo aquello que yace para atomizar entre las nubes las
partículas que ya no forman parte de nada. Manda la tradición que la tierra
como madre suprema de los cuatro
elementos ha de elegir qué hacer con todos ellos, dónde acomodarlos,
dónde enterrarlos, dónde depositarlos como recuerdos de un ayer ya caduco. Si fueron o dejaron de ser es algo que cada
cual llevará consigo y de nada servirá anclarse en el pasado que no
volverá a ser presente. De modo que si
la fuerza de los elementos acaba con lo dañino habremos de alegrarnos y si lo
hace con aquello que nos provocó dicha, habremos de alegrarnos también. Ambos
brazos de la balanza han formado parte
de nuestra vida y como tal dejaron su firma. Y es en esta noche en la que el
trayecto del sol empieza a acortarse
cuando deberíamos hacernos una pausa y meditar sobre la conveniencia de seguir
una ruta equivocada. Seguro estoy de que una vez que el reflejo de las llamas
fueran apagando el brillo de nuestro rostro, acabaríamos entendiendo que hay
tantas cosas que nos sobran, como tantas otras que han de venir a ocupar ese
hueco que dejan aquellas. Nada es eterno y quererlo hacer eterno es una quimera
propia de alquimistas en busca de la piedra filosofal inexistente. Por nuestra
vida han ido pasando y seguirán pasando personas, situaciones, vivencias,
creencias, alegrías, decepciones, que se han depositado en la consigna de una
estación llamada pasado, que está cerrada con llave y la llave se ha extraviado
adrede. En el mejor de los casos, como suele suceder, si el recuerdo regresa,
puede que esbocemos una sonrisa para minimizar los efectos del adiós. Pero el
adiós es un billete sin reverso por mucho que a veces parezca que lleva impreso
lo contrario. No existe vuelta atrás y
lo mejor será aceptarlo definitivamente en esta noche de San Juan en la que los
cuatro pilares de la existencia se ponen de acuerdo para ayudarte a conseguirlo.
Resistirte a ello sólo puede llevarte a una nueva decepción y te tocará esperar
un año más para que llegue de nuevo la noche, y eso es demasiado tiempo, ¿no
crees? Así me lo he aplicado siempre y puedo asegurar que da resultado.
Jesús(defrijan)
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