1.
Sólo faltó el Seat 1430
Como en aquellas películas de los albores de la democracia
en las que se sacaban a relucir las virtudes del “mangui” de turno, sólo faltó ese mítico
coche que tantas persecuciones protagonizó. Era como si a ritmo de rumba chicha
el pasado quisiera hacerse un hueco, volver a ponernos plataformas, cuellos
anchos, varios colgantes sobre la pechera y sacarnos a escena. De modo que lo que iba a ser una despedida de la
semana laboral y una bienvenida al fin
de semana tan habitual desde el Club de los Viernes, acabó desbarrando. La
tertulia que jamás planeamos giraba en torno a no sé qué motivo y las proclamas
peperas, podemistas, socialistas, y demás se salteaban de un lado al otro de la
barra mientras las viandas ejercían de ujieres solícitas ante el ágape festivo.
Sin saber de dónde ni cómo, un individuo al que nadie conocía se nos sitúa
cerca y convirtiéndose en el máximo exponente de la erudición nos bautiza con
una serie de soflamas que nadie entendía y nadie había solicitado. Hacía valer
ante todos su valor como currante inmemorial y al ver que nadie se hacía eco de
sus méritos, aumentó el volumen de su discurso. Y fue cogiendo fuerza y bravura
escudado tras un café del tiempo, o lo que fuera aquello que tomaba. Un “nota” que ya hubiese querido para sí como
extra José Antonio de la Loma en alguna
de las películas en las que el final se prevé en la sala de juicios camino del
penal. Aquel “elemento”, a lo suyo.
Insultos alusiones a la familia, y el ecualizador de su garganta a punto de
estallar. Por un momento “El Vaquilla” cobró cuerpo y regresamos los argumentos
comentados. Evidentemente, buscaba algo más allá de la atención de un auditorio
mínimo que lo ignorábamos. Subía y subía el tono y la llamada nacida del miedo
tecleó Las cifras del s.o.s. A los
breves minutos aparecieron y con toda la
profesionalidad que ya hubiese querido para sí el teniente Furilo de “Las calles de San Francisco”, tomaron
nota de lo allí acaecido. Así que entre pitos y flautas, la sepia se enfrió, el
caldo de las clóchinas se desparramó por el suelo, las anchoas perdieron
textura, los tomates de El Perelló se ablandaron y el remake de “Perros
callejeros” se grabó en directo. Justo en ese momento, alguien propuso dar por
concluida la tarde y otros propusimos confeccionar una lista de películas que
hiciesen mención al guion presenciado. Mientras, debatíamos en una terraza la
banda sonora y todos dimos por buena la edición de un doble cd. A escasos
metros pudimos comprobar a través de las
rejas que se apuntaron al atrezo el paso
de un Seat 1430, motor 1600, que petardeaba a gusto en el silencio de la noche.
Desde dentro se escuchaba “Libre, libre
quiero ser, quiero ser, quiero ser libre” y todo hicimos los coros.
Jesús(defrijan)
No hay comentarios:
Publicar un comentario