Dime quién soy
De Julia Navarro admiro profundamente la coherencia
de sus textos en los hilos argumentales que teje. Ya en “La Hermandad de la Sábana Santa” consiguió
cautivar mi atención con ese viaje a los
adentros de lo oculto, místico y misterioso que tanta curiosidad despierta en
el común de los mortales. De “La Biblia de barro” podría decir otro tanto y
como tercera opción este “Dime quién soy” acaba configurando la trinidad de
lecturas que he tenido la suerte de disfrutar bajo su firma. En concreto esta
última, da paso a una vida de película
en la que la protagonista renuncia a la placidez de una situación social
previsible, para convertirse en una
“Mata Hari jamesboniana” inmune
al desaliento y pasando las de Caín a cada paso dado. Una mujer que se ve
envuelta en los caprichos del amor y que por amor es capaz de renunciar al
amor. Una apisonadora a la que nada detiene por más pruebas dolorosas que tenga
que padecer. Esta “Agustina de Aragón” llamada Amelia se pasa la vida en un incesante
viaje de ida y vuelta sin regreso a ningún sitio porque ni siquiera ella sabe adónde quiere ir en realidad. Y si lo sabe, lo
disimula de narices, o las circunstancias se lo impiden. Con ello se acaba
vistiendo de la libertaria que antepone
a su beneficio personal el logro de los beneficios ajenos. Una vorágine
de idas y venidas por los distintos estados de una Europa en guerra y la
consiguiente posguerra. Todo le sale mal, o bien, según se vea. Si es una
proclama al espíritu de superación, sin duda, lo borda. Si se trata de cantar
los sacrificios de todo tipo que es capaz de realizar quien mantiene sus
principios, sin duda, lo borda. Si lo
que se deduce es que merece la pena dejarse guiar por unos ideales sean los que
sean, sin duda, lo borda y envuelve en celofán. Aquellos que no tengan claro el
hilo argumental de la historia de la segunda mitad del siglo veinte aquí tienen
la guía perfecta para seguirlo. Serán capaces de entender aquello que
por pereza o desidia no se plantearon jamás y quizás encuentren sentido a
aquello de repetir errores por ignorar el pasado. Todos, en definitiva, buscamos darle un sentido a nuestro transitar
por la vida y aunque sabemos de dónde venimos, a veces, deberíamos volver la
vista para no perder la orientación. Y
si para ello nos valemos de una novela como “Dime quién soy” uniremos al placer de la lectura el regusto
de descubrirnos en un argumento que nos
sonará como propio.
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