martes, 25 de octubre de 2016


Dime quién soy
De Julia Navarro admiro profundamente la coherencia de sus textos en los hilos argumentales que teje. Ya en  “La Hermandad de la Sábana Santa” consiguió cautivar mi atención  con ese viaje a los adentros de lo oculto, místico y misterioso que tanta curiosidad despierta en el común de los mortales. De “La Biblia de barro” podría decir otro tanto y como tercera opción este “Dime quién soy” acaba configurando la trinidad de lecturas que he tenido la suerte de disfrutar bajo su firma. En concreto esta última, da paso a  una vida de película en la que la protagonista renuncia a la placidez de una situación social previsible, para convertirse en una  “Mata Hari  jamesboniana” inmune al desaliento y pasando las de Caín a cada paso dado. Una mujer que se ve envuelta en los caprichos del amor y que por amor es capaz de renunciar al amor. Una apisonadora a la que nada detiene por más pruebas dolorosas que tenga que padecer. Esta  “Agustina de Aragón”  llamada Amelia se pasa la vida en un incesante viaje de ida y vuelta sin regreso a ningún sitio porque ni siquiera ella sabe  adónde quiere ir en realidad. Y si lo sabe, lo disimula de narices, o las circunstancias se lo impiden. Con ello se acaba vistiendo de  la libertaria que antepone a su beneficio personal  el  logro de los beneficios ajenos. Una vorágine de idas y venidas por los distintos estados de una Europa en guerra y la consiguiente posguerra. Todo le sale mal, o bien, según se vea. Si es una proclama al espíritu de superación, sin duda, lo borda. Si se trata de cantar los sacrificios de todo tipo que es capaz de realizar quien mantiene sus principios, sin duda, lo borda.  Si lo que se deduce es que merece la pena dejarse guiar por unos ideales sean los que sean, sin duda, lo borda y envuelve en celofán. Aquellos que no tengan claro el hilo argumental de la historia de la segunda mitad del siglo veinte aquí  tienen  la guía perfecta para seguirlo. Serán capaces de entender aquello que por pereza o desidia no se plantearon jamás y quizás encuentren sentido a aquello de repetir errores por ignorar el pasado.  Todos, en definitiva,  buscamos darle un sentido a nuestro transitar por la vida y aunque sabemos de dónde venimos, a veces, deberíamos volver la vista para no perder la orientación.  Y si para ello nos valemos de una novela como “Dime quién soy”  uniremos al placer de la lectura el regusto de descubrirnos  en un argumento que nos sonará como propio. 

       

No hay comentarios:

Publicar un comentario