El abuelo que saltó por la
ventana y se largó
Como de costumbre, mal que me
pese, me dejé llevar por la síntesis de la contraportada, y así me
fue. Si ya suele ser bastante improbable
llegar al centenario de vida, mucho más improbable resultará ver cómo el
protagonista de la novela se convierte en un guía del tiempo vivido y cómo,
después de haber conocido y convivido con todo tipo de personajes top del siglo
veinte sale indemne de toda peripecia. Que decida saltar por la ventana de la
residencia en la que vive a punto de celebrar su cumpleaños en pijama y
pantuflas puede resultar simpático, como
acto de rebeldía alejado de la desmemoria. Pero que ese sea el disparo de
salida hacia un disparate continuo no consigue más que dejarte el sabor amargo
de la equivocación y el rictus fingido de la sonrisa falsa. Pasad revista a
todo aquel que ha sido alguien en los ecos políticos y sociales pasados y allí,
como si fuese su sombra, estaba el presentado como abuelo en fuga. Un modo
socorrido de hacerte acompañar similar al que llevan a cabo aquellos cantantes
que necesitan de duetos con amigos para llenar espacios, pero en papel y
ficción. Vamos, ficción, ficción, sin cortarse lo más mínimo el autor, dando
por válido todo el disparate que llegue a su mente. No pude por menos que poner
rostro a los allegados que me son conocidos y a ninguno se me ocurrió
imaginarlo como protagonista similar. Y es que llega un punto en el que el autor
se envalentona y , supongo que sin necesidad de aditivos espirituosos, se
siente como Merlín o mejor como Panoramix , agitando la marmita del desenfreno argumental.
Lectura absolutamente recomendada para esos días de verano en los que el café se
torna vengativo y te roba la siesta de modo inmisericorde. Con un poco de
suerte, a las tres páginas, caerás en brazos de Morfeo y quién sabe si no
soñarás con convertirte dentro de unos años en un anciano como el que capitanea la novela que te cubre el pecho en ese sesteo.
Si aún no lo habéis leído; si aún no entendéis el porqué no se toma ejemplo en
los geriátricos y se incita a la fuga festiva de los residentes; si aún seguís
con el deseo de permanecer jóvenes al llegar a esa edad, mejor ensayad algún
baile verbenero. Con ello evitaréis la desilusión de no llegar a conseguir los
logros de este “Houdini” y de paso la psicomotricidad os ayudará a olvidaros de
las dolencias.
Jesús(defrijan)
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