jueves, 13 de octubre de 2016


El abuelo que saltó por la ventana y se largó

Como de costumbre, mal que me pese, me dejé llevar  por  la síntesis de la contraportada, y así me fue. Si ya suele ser  bastante improbable llegar al centenario de vida, mucho más improbable resultará ver cómo el protagonista de la novela se convierte en un guía del tiempo vivido y cómo, después de haber conocido y convivido con todo tipo de personajes top del siglo veinte sale indemne de toda peripecia. Que decida saltar por la ventana de la residencia en la que vive a punto de celebrar su cumpleaños en pijama y pantuflas  puede resultar simpático, como acto de rebeldía alejado de la desmemoria. Pero que ese sea el disparo de salida hacia un disparate continuo no consigue más que dejarte el sabor amargo de la equivocación y el rictus fingido de la sonrisa falsa. Pasad revista a todo aquel que ha sido alguien en los ecos políticos y sociales pasados y allí, como si fuese su sombra, estaba el presentado como abuelo en fuga. Un modo socorrido de hacerte acompañar similar al que llevan a cabo aquellos cantantes que necesitan de duetos con amigos para llenar espacios, pero en papel y ficción. Vamos, ficción, ficción, sin cortarse lo más mínimo el autor, dando por válido todo el disparate que llegue a su mente. No pude por menos que poner rostro a los allegados que me son conocidos y a ninguno se me ocurrió imaginarlo como protagonista similar. Y es que llega un punto en el que el autor se envalentona y , supongo que sin necesidad de aditivos espirituosos, se siente como Merlín o mejor como Panoramix , agitando la marmita del desenfreno argumental. Lectura absolutamente recomendada para esos días de verano en los que el café se torna vengativo y te roba la siesta de modo inmisericorde. Con un poco de suerte, a las tres páginas, caerás en brazos de Morfeo y quién sabe si no soñarás con convertirte dentro de unos años en un anciano  como el que capitanea  la novela que te cubre el pecho en ese sesteo. Si aún no lo habéis leído; si aún no entendéis el porqué no se toma ejemplo en los geriátricos y se incita a la fuga festiva de los residentes; si aún seguís con el deseo de permanecer jóvenes al llegar a esa edad, mejor ensayad algún baile verbenero. Con ello evitaréis la desilusión de no llegar a conseguir los logros de este “Houdini” y de paso la psicomotricidad os ayudará a olvidaros de las dolencias.

Jesús(defrijan)

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