viernes, 14 de octubre de 2016


Mientras haya bares

Supongo que la admiración por Juan Tallón nace desde aquella mañana en que me desperté y la ironía gallega ejerció de ujier. No podía salir de mi asombro al escuchar cómo en breves minutos se relataba una historia con todos los pasos necesarios y dejaba una moraleja a gusto del oyente. De modo que empecé a habituarme a esa hora y llegó el momento en el cual recibí la noticia de la salida a la venta de “Mientras haya bares”. Ni me lo pensé. Me daba lo mismo si se trataba de una novela, de un rosario de soliloquios sin letanías marianas , o de una traca implosiva de reflexiones. Me daba lo mismo y una vez acabado, me sigue dando lo mismo. Sencillamente, un genio llamado Juan y apellidado Tallón, ha logrado sacudir la modorra que como lector habitual se estaba depositando en mis córneas. Cientos de guiones para degustar, a ser posible en un rincón de una taberna, parapetado solidariamente tras varios vidrios, y dejarte llevar a un viaje del que no conoces el destino, pero sí el rumbo. Estarás acompañado por la tripulación de citas literario-cinematográficas  que hablarán a las claras del poso cultural de este señor que te lleva en volandas con sus historias cotidianas. Y lo más curioso de todo es que sigues sin definir como reales o imaginadas las que se te presentan cada dos páginas. Mejor así. Nada hay más triste que tener que explicar si un poema va dirigido a alguien en concreto o si un relato está basado en fidedignos protagonistas. Es acabar de leer y querer seguir leyendo. Es como si acabases de pasar por el bar de la facultad y recobrases la imagen de aquellas clases peladas en pos de un placer inmediato al librarte de quién no acababa de conectarte, y por lo tanto, evitabas. Es, y esto sí que duele, ser incapaz de reconocer la envidia que te provoca no ser, ni de lejos,  su copia. Sea por el motivo que sea, no os lo perdáis. El panorama literario precisaba de una sacudida y creo que la acabo de encontrar, y así se os aconseja. Ahora que tan de moda están los blogs como si necesitásemos confesionarios reflexivos, más de uno se estará pensando si cerrar el suyo cuando lea todo lo que se destila de las letras de Juan. Mientras haya bares, nada será dado por perdido, os lo aseguro. Tanto escribir me ha provocado una sed incontenible; así que voy a releerlo una vez más y las que sean necesarias.            



Jesús(defrijan)

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