lunes, 26 de diciembre de 2016


Frases



Adoro las frases. Esas que acuden en rescate de aquel que se siente perdido ante la multitud expectante a la que debe dar motivos para creer que han acertado al prestarle atención. Esas que normalmente se apostillan con el nombre de un digno creador que pocas veces resulta cierto. Esas que lanzadas al viento con cacofonía adecuada aportan un plus de credibilidad a los argumentos enviados. Poco importará si el tiempo o la creencia general acreditan el error de la autoría. Lo verdaderamente válido será sacarlas de tu bolsillo para mostrarte como el erudito que quieren ver y que no eres. De modo que hoy, especialmente hoy, y no sé el porqué ni tampoco me interesa demasiado  saberlo, quiero desenmascarar a los que cuelgan de plumas ajenas las citas no dichas. Tal y como dijo Ambrose Bierce: "Las citas son una manera de repetir erróneamente las palabras de otro". Así que vamos a ello y que cada quien acepte o no  las rectificaciones. Empezaremos por “Conócete a ti mismo”, atribuida a Sócrates y que nadie ha podido probar. Parece ser que responde a una  sentencia del Oráculo de Delfos. “Si por un momento Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo...”, atribuida a García Márquez que el propio escritor se encargó de desmentir, y al que le siguen atribuyendo  textos ajenos y anónimos. “Perdone, señora, que no me levante”, de Groucho Marx, que ni es suya ni aparece en su lápida. “Primero vinieron a por los comunistas, pero como yo no era comunista, no dije nada. Después vinieron a por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era ni lo uno, ni lo otro. Después vinieron a por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y en ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”, de Bertolt Brecht, que en realidad se trata de un fragmento de una comprometida pastoral pronunciada en 1945 por un reverendo protestante holandés llamado Martin Niemöller. “Algunas veces, un cigarro solo es un cigarro”, de Sigmund Freud, que nunca fue pronunciada por él sino por el periodista Wilhelm Dieterle, ironizando sobre las teorías del psicoanalista. “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”, atribuida a  Cervantes, realmente pertenece a una obra de Miguel de Unamuno titulada Vida de don Quijote y Sancho. “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”, atribuida a Voltaire, que perteneces Evelyn Beatrice Hall. Y para concluir con los desmentidos, “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver…” cuya autoría se le atribuye a James Dean, cuando realmente es una frase perteneciente a la película  Llamad a cualquier puerta” (Knock on any door) de Nicholas Ray. En definitiva, frases que vienen a aportar un lazo elegantemente trazado a la corona con la que muchos quieren seguir convirtiendo en inmortales a los que por méritos propios ya lo fueron. Por lo que a mí concierne, me quedo con estas dos que además de ser ciertas, adopté como lema: “La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella”, de Óscar Wilde y  “Sólo sé que he nacido para ser feliz”, de  Émilie du Châtelet.

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