jueves, 23 de marzo de 2017


Cuentos de Benedetti

Nada más sonar las cuatro sílabas de su apellido nos llega la armonía de sus versos. La sencillez va pareja a la elegancia y nadie ha sido capaz de elevar a sublime lo nacido sencillo como él lo hace. Por eso mismo, para buscar algún resquicio de normalidad en sus letras, me llamó la atención su recopilatorio de cuentos y allá que me embarqué en su lectura. Adoro la magnificencia de los relatos cortos cuando se asoman a las pestañas de cualquiera dispuesto a hacerlos suyos. En la brevedad de dos, tres, cinco o no más de diez páginas, todo un entramado sale a la luz. Y si lo hace desde su rúbrica, la cosa emulsiona de un modo previsible. Más allá del poeta se encumbra el diseñador de historias de una vida tan dilatada como prolija en éxitos. Aquí, en medio de estos cuentos, aparecen desarraigos, exilios, penurias, esperanzas, sonrisas, decepciones. Todos enmarcados en un estilo evolutivo desde las fonéticas porteñas hacia los bulevares franceses por los que se desenvuelve a las mil maravillas. Una vida dilatada por los acontecimientos que nunca sabes discernir como propios o como vividos por cercanos, y poco importa. En definitiva la literatura se basa en la magia que se mueve entre lo verídico y lo creíble sin serlo. Un constante remar de emociones que la magia de su caligrafía debió llevar impresa para ser capaz de agitarnos de se modo. Locuras que parecen realidades y realidades que se vuelven locuras en un incesante desfile de microescenas en las que los tiempos se entrecruzan. Unas veces te legan finales previsibles, imprevisibles, abiertos, inconclusos. Y todo ello desde la evolución por los apartados en los que supongo que la editorial decidió clasificarlos. Ahí es donde discrepo. Si nacen a su libre albedrío, debería haberse respetado la evolución a su antojo y haber sido maquetados tal cual. De cualquier forma, que nadie piense quedar inmune a su lectura. En alguno de ellos, la poesía se camuflará para parecer ausente, pero será visible a nada que nos abstraigamos y nos dejemos llevar. Otros serán los momentos en los que su protagonismo sea palpable. En esta ocasión, las historias cortas, los innumerables actos de la vida misma, se han hecho realidad y así se constata. Quizás alguien sea capaz de descubrirse entre sus párrafos y entonces entenderá lo triste que resulta verse despojado de sus vergüenzas. Benedetti fue capaz de extraerlas a la luz y sólo son capaces de iluminar aquellos que los dioses han elegido.

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