Procrastinador
No tengo la certeza de que sea un adjetivo aceptado por la Academia, ni
tampoco me inquieta el hecho de darle
crédito a su aceptación o no. De lo que no me cabe duda es que quien es capaz
de adjudicármelo, posiblemente me conozca mejor que yo mismo e incluso se lo
atribuya a sabiendas de que somos gemelos. De tanto meternos en el papel
asignado por las obligatoriedades nos hemos olvidado de el solaz que promueve el aplazamiento de
las mismas robando turno al puro instinto
del ludo. Quizás algún sesudo análisis psicológico determine que alguna tecla
no funciona debidamente en el piano interior de quienes así nos sentimos. Puede
que las notas desafinadas sean incapaces de componer la sinfonía que los
comunes aceptan. Tal vez los deseos se solapen sobre los deberes y en base a
ello se trace una filosofía de vida sobre la que esparcir momentos, cada vez
más escasos, ruines, programados. Sea como fuere, cada vez que alguien
semejante a ti aparece te llega la bocanada de polen con sabor a almendro que
te demuestra tu acierto en la elección del momento y de la compañía que lo hace
especial. No, no se trata de embarcarse en un sueño psicodélico hacia el
autoengaño. Se trata más bien de saber cubicar los espacios en el damero que
sin permiso nuestro se nos ha lanzado a modo de reto sin las reglas definidas
hacia la realidad. Vivimos sueños en los
espacios nimios prestados por los segunderos de otros y en base a ello nos
sumergimos en la conformidad. Y en algún caso, la rigidez del cumplimiento por
parte de los demás, nos aporta una incógnita que enseguida queda resuelta a
nuestro favor. Sí, me declaro procrastinador, e incito a quienes aún no lo hayan
descubierto en sus propias carnes que no
lo demoren. Posiblemente sean catalogados como especímenes abyectos
inmerecedores de los parabienes que la
sociedad esquemáticamente organizada les reserve en la alacena de las migajas. Y mientras tanto, conformistas de tiempos
prestados a un alto interés, seguirán cotizando a la baja sus propios anhelos.
Tuertos que miran en la única dirección que el miedo promulga que desearán a
escondidas que alguien en su sano juicio les muestre como espejo sincero el
mismo calificativo y los catalogue como los procrastinadores que jamás pensaron
ser y que por fin descubrieron. Felicidades a quienes ya lo son y suerte a quienes
quieren serlo.
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