El autobús naranja
La verdad es que llamativo resulta, de eso no hay duda. Sea por su color
o sea por su lema, el paso de semejante vehículo no deja indiferente a nadie.
Unos se fijarán en el color anaranjado y no sabrán hasta verlo de barlovento si
se trata de un autobús de forofos del Valencia, de seguidores de Ciudadanos, o
de neerlandeses camino de Benidorm. Otros otearán por sotavento y ya de cerca
deletrearán el eslogan para darse de pestañas con la obviedad. Pero cuidado,
será una obviedad encaminada a trenzar sarpullidos en ambos bandos que se
formarán nada más iniciarse el desplazamiento y emprender las disputas a favor
o en contra. Unos sacarán a relucir sus estandartes darwinianos para reclamar
la naturaleza de las cosas. Otros abogarán por el derecho a mutar en lo que se
quiera a quien así lo desee. La polémica, una vez más, estará servida. Y como
de costumbre los férreos postulados compartirán espacios noticiables con los
transigentes esquemas. Nuevamente saldrán a la luz aquellos para ser o intentar
ser apagados por estos y el entretenimiento estará asegurado. Aquí es donde
cada cual parece que debiera situarse en uno u otro bando a fin de dar fe de
sus máximas aprendidas o pulidas a lo largo de su existencia. Y el circo
continuará para dar sentido al propio circo. Parece como si nuevamente la
existencia de tal o cual género precisara de una decisión que el hecho unívoco
de nacer toma por cada cual. Como si nadie tuviese la posibilidad de
contradecirle a la Naturaleza lo que no ha pedido como carga desde su
nacimiento si así la considera. Otra vez la fuerza de lo común intentando
prevalecer sobre la fuerza de lo individual. Y así, repetición de esquemas que
se suponían obsoletos, y que siguen sin serlos. Es como si la propia debilidad
del ser humano a la hora de manifestarse consiguiera fortaleza sumándose a las
intransigencias de los otros. Si para ello se precisa de una provocación
vestida de naranja, pues sea, y ya nos apañaremos. Si de la réplica consideran
ataque a sus firmezas, tendrán la justificación para seguir cometiéndolas. Si en vez de aceptar el reto que supone y
antepone al enfrentamiento optamos por la ignorancia más absoluta, igual se dan
cuenta del ridículo que cometen. Que cada cual se sienta y sienta como le dé la
gana y que nadie se convierta en juez de comportamiento ajeno. Siempre me
pareció el artículo neutro el más adaptado a los sustantivos y desde luego, el
color naranja no le va en absoluto, por muchos kilómetros que recorra o muchos
encierros que sufra. A modo de sugerencia, lo que podrían hacer es descapotarlo
y convertirlo en bus turístico. Y ya de paso adornarlo con todo tipo de
banderas, soflamas e himnos que fuesen dando colorido a la propia ruta. Está la
primavera asomándose a las puertas y los capullos empiezan despuntar por doquier.
Démosle la bienvenida como se merece y que cada cual le saque el jugo que más
le apetezca.
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