viernes, 3 de marzo de 2017


El autobús naranja



La verdad es que llamativo resulta, de eso no hay duda. Sea por su color o sea por su lema, el paso de semejante vehículo no deja indiferente a nadie. Unos se fijarán en el color anaranjado y no sabrán hasta verlo de barlovento si se trata de un autobús de forofos del Valencia, de seguidores de Ciudadanos, o de neerlandeses camino de Benidorm. Otros otearán por sotavento y ya de cerca deletrearán el eslogan para darse de pestañas con la obviedad. Pero cuidado, será una obviedad encaminada a trenzar sarpullidos en ambos bandos que se formarán nada más iniciarse el desplazamiento y emprender las disputas a favor o en contra. Unos sacarán a relucir sus estandartes darwinianos para reclamar la naturaleza de las cosas. Otros abogarán por el derecho a mutar en lo que se quiera a quien así lo desee. La polémica, una vez más, estará servida. Y como de costumbre los férreos postulados compartirán espacios noticiables con los transigentes esquemas. Nuevamente saldrán a la luz aquellos para ser o intentar ser apagados por estos y el entretenimiento estará asegurado. Aquí es donde cada cual parece que debiera situarse en uno u otro bando a fin de dar fe de sus máximas aprendidas o pulidas a lo largo de su existencia. Y el circo continuará para dar sentido al propio circo. Parece como si nuevamente la existencia de tal o cual género precisara de una decisión que el hecho unívoco de nacer toma por cada cual. Como si nadie tuviese la posibilidad de contradecirle a la Naturaleza lo que no ha pedido como carga desde su nacimiento si así la considera. Otra vez la fuerza de lo común intentando prevalecer sobre la fuerza de lo individual. Y así, repetición de esquemas que se suponían obsoletos, y que siguen sin serlos. Es como si la propia debilidad del ser humano a la hora de manifestarse consiguiera fortaleza sumándose a las intransigencias de los otros. Si para ello se precisa de una provocación vestida de naranja, pues sea, y ya nos apañaremos. Si de la réplica consideran ataque a sus firmezas, tendrán la justificación para seguir cometiéndolas.  Si en vez de aceptar el reto que supone y antepone al enfrentamiento optamos por la ignorancia más absoluta, igual se dan cuenta del ridículo que cometen. Que cada cual se sienta y sienta como le dé la gana y que nadie se convierta en juez de comportamiento ajeno. Siempre me pareció el artículo neutro el más adaptado a los sustantivos y desde luego, el color naranja no le va en absoluto, por muchos kilómetros que recorra o muchos encierros que sufra. A modo de sugerencia, lo que podrían hacer es descapotarlo y convertirlo en bus turístico. Y ya de paso adornarlo con todo tipo de banderas, soflamas e himnos que fuesen dando colorido a la propia ruta. Está la primavera asomándose a las puertas y los capullos empiezan despuntar por doquier. Démosle la bienvenida como se merece y que cada cual le saque el jugo que más le apetezca.   

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