martes, 19 de junio de 2018


1.  Enfermeras ( 17-Junio-2018): Andrea, Inés, Lourdes y Loreto

“Con ellas no hay dramas, hay ganas. Son mi constelación estelar, mis tres puntos cardinales en el dedo pulgar. Son las enfermeras que me gustaría que me cuidaran el día de mañana. Son las compañeras con las que me encantaría trabajar. Son las amigas que cualquiera querría tener. Son Caribe, Polonia y Andorra. Son preorla, orla y paellas universitarias. Son Barcelona, Granada y Mallorca. Son espectáculo en el coche al ir de fiesta o salir de la biblioteca un viernes por la tarde. Son la suerte que se me ha cruzado en estos 4 años. Y ellas son dedicación, improvisación y persistencia. Y a mí me han regalado resiliencia. Y sí, las quiero mucho; por eso me niego a separarme de ellas. Hoy brindamos juntas por las cuatro, porque hoy somos aquello de deseábamos ser. Porque no somos un título, somos cada paso que hemos dado hasta conseguirlo. Y eso lo hemos vivido juntas. No cabe duda de que lo que vivimos se revaloriza cuando lo compartimos. Y yo, ni me imaginaba que iba a ser tan buena mi compañía. Gracias destino por alinearnos en el mismo camino. Hoy somos ENFERMERAS y un sueño más lo hemos hecho realidad.
Proud of us
(Loreto)”

Y es entonces, una vez que concluyes la lectura que tanto te ha emocionado, es entonces cuando te felicitas.  Y lo haces desde el casi imposible equilibrio que el amor de padre se te ofrece. Y percibes cosas. Cosas hermosas que te enorgullecen sabiendo que tu línea de observación debe permanecer en segundo término. Que has conseguido transmitir lo esencial de la vida y la vida te lo devuelve sin remite para que lo goces. Mal disimulas la humedad salina de tu mejilla cuando te echas a las pupilas semejante declaración de intenciones y actuaciones. Te vienen a la memoria las advertencias goytisolianas y envidias el hecho de no llegar a ser capaz de aproximarse a tal belleza pero sí a tal cariño.  Sabes que de ese cuarteto barnizado de risas y pulido con optimismo nada dejará de ser cierto. Sembraron la complicidad para que fuese creciendo y llegado el momento empieza a manifestarse. Llevarán una vida digna al ejercer su profesión porque la dignidad viaja con ellas. Velarán por la salud y sabrán guardar prudentemente los diagnósticos que pudieran herir. Serán, ya lo son, dignas discípulas de Florence Nightingale para seguir creciendo como seres humanos que buscan el bien. Cuidarán de propios y ajenos porque dentro llevan el peso del convencimiento. Serán felices y quienes las queremos lo seremos por ellas, con ellas, gracias a ellas. Y con ser todo esto importante, nada será comparable al hecho de haberlas visto madurar como solamente las tocadas por el destino saben hacerlo. Sin permiso rapté las letras que no me correspondían; sin permiso, las retorno para que vengan a hablar en nombre de aquellos a los que la emoción nos impide articular palabra.  

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