Zidane
Era de
prever y lógicamente ha sido. Se va Zidane. Se va el entrenador que antes fue
jugador del Real Madrid y antes paseó por Italia su arte futbolero. Se va quien
dejó claro ante Brasil quien mandaba vestido de azul, rojo y blanco en el
universo del balompié mundial. Se va el elegante dentro y fuera del campo. Se
va quien una única vez se vio derrotado por el desquiciamiento del contrincante
al que embistió fuera de sí. Extraño en alguien mesurado, calmo, sutil, tanto
con los pies como con el verbo. Vino a ser domador de figuras y supo
reconvertirlas a sus dictámenes con pulso firme y delicadeza en el trazo. Nadie
pudo cuestionar la clase a quien todo lo había ganado. Sabía a qué reto se
enfrentaba y cuánto valía la apuesta y a pesar de ello dio un paso adelante
para ganarla. Fue la puesta en escena del video juego más increíble que
cualquiera diseñara y casi todo jugó a su favor en la baraka que le cubre.
Lejos de las explicaciones a según qué comportamientos supo enarbolar la batuta
y ganarse el respeto. Por eso hace bien en irse. Ha tocado techo y no necesita
acumular méritos. En la peor de las circunstancias acabaría siendo pasto de los
voceros que no le perdonarían no revalidar triunfos. Debe irse y llevarse
consigo la estela del buen hacer. No sé, ni falta que hace, si descansará,
meditará sobre su futuro, se convertirá en comentarista televisivo, o se soñará
secretario técnico. Da lo mismo, con él, siempre viajará el acierto. De su
sonrisa extraerá el pasaporte visado hacia el salón de la fama que solamente
admite a los elegidos. Etapas que concluyen y modelo para aquellos que se
niegan el fin por muy palpable que sea. Formará parte de la historia futbolera
desde ambos lados de la cancha y jamás caerá en el fuera de juego. Listón
elevado el que deja en este club que tanto lo valora. Ahora pueden aprovechar
los semidioses malcriados para irse también. Podrán aducir que se sienten
desconsolados y quitarse de encima la etiqueta de cretinos que tan aficionados
son a ponerse. Acaba de ponerles Zidane el pase de la muerte perfecto para
concluir la jugada. Él, acarreará las culpas que, indudablemente, nadie creerá. Se va un señor y
con un poco de suerte se irán tras él algunos señoritos. Supo llegar y acaba de
demostrar cómo debe despedirse alguien antes de que lo echen. Más de uno, más
allá de las canchas futboleras, estará meditando si debió seguir su ejemplo.
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