Nhora
Nhora Milena Chujfi González, Nhora, así de sencillo y así de rotundo es su nombre. Y tras
ese nombre se esconde la más clara definición del camino hacia delante que
nadie pudiese sospechar. Una mujer capaz de traspasar los meridianos en busca
de una ilusión apellidada futuro. Una
mujer a la que nada se le pone por montera y que llegado el caso será capaz de
torear a las más bravas adversidades que le salgan al paso. Llegó para quedarse
y de ello puede dar fe cada uno de los acontecimientos que la han acompañado a
lo largo de estos años. Supo distinguir la fortaleza que poco a poco se amasaba
en la pastera y de ella adquirió el hábito de la constancia. Suena desde su
silencio la cumbia que la regresa y su mimetismo la lleva a convertirse en la
embajadora que abre puertas más allá de los peldaños que la protegen de la
acera. A su espalda, como si de una metáfora se tratase, los siglos de historia
amurallada la custodian y orientan cada vez que el desánimo intenta abrirse un
hueco. Nada niega si la petición viene de frente y se muestra sincera. Admite
el consejo porque sabe del poder de escuchar para anotar todo aquello que
pudiera habérsele escapado. Mueve los vidrios como si de sus brazos naciera la
noria festivalera mientras el carbón se ofrece como pira incandescente. Tiende
el palio verde intentando vencer al sol en su pugna por fundir las hebras
cuando la canícula marca la hora con cuartos de campanadas recién llegadas.
Llegada la fecha, une al día con la noche, y a la noche con la madrugada al
tiempo que se adjudica un postrero periodo de calma. Hormiga reina del
hormiguero que traza la senda de quienes buscamos la horizontal en el paseo. En
ella, tras ella, con ella, el oasis siempre presto será incapaz de negar al
sediento el árnica precisa. Muestra sus dotes de aglutinadora de sangres cada
vez que la sangre se aproxima para aportarle el ánimo que pocas veces decae. Camaleónica
en su quehacer diario convertirá al reducto en el estadio vociferante y al
estadio en un nuevo poyato de meditación y frontera. No será necesario que busquéis
si el calendario marca festivo o laborable. Simplemente, prestad oídos, y si
percibís que una persiana se alza al tiempo que las bolsas del pan salen a
pasear, sabréis que Nhora, la infatigable Nhora, acaba de arrancar una nueva
hoja de un nuevo calendario, que hoy, curiosamente hoy, doce de Junio, se suma
a su alegría.
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