martes, 3 de mayo de 2016


1.       Explicaciones

Suelen ser las que se exponen ante las dudas de quien quiere aprender; aquellas que surgen como tablas de salvación ante las incógnitas irresolubles en un ir y venir sin respuesta satisfactoria; las que acaban proporcionando cierta seguridad al que las recibe y sosiego a quien las otorga. De hecho, en más de una ocasión he sido testigo desde ambos lados de lo que aquí apunto. Recuerdo en especial un caso como alumno en el que un problema no tenía solución real, pero sí matemático-química. Tras meses y meses empecinado junto a mis compañeros en resolver lo irresoluble desde el punto de vista lógico, llegamos a la conclusión de que era soluble desde el punto de vista quimérico en exclusividad. Fuimos a consultarlo con el profesor y por toda respuesta nos dio una  sonrisa que hablaba por sí sola.  De aquella experiencia aprendí que no hay mejor solucionario que aquel nacido de la propia voluntad de entender la respuesta por parte de quien se interroga. Él, por sí mismo, suele ir trazando en camino hacia la respuesta correcta a nada que se fije un poco y quiera encontrarla. De nada sirve sacarla a la luz si de la propia experiencia entre acierto y error  no consigue entender lo básico, ese punto clave que te la pone en bandeja. En esto, la filosofía ayuda bastante, aunque parezca una disciplina de pensadores que no tienen nada mejor que hacer. Por eso, desde hace tiempo, desde siempre diría yo, las explicaciones me las proporciono a mí mismo en los cuestionarios del día a día y en ese mismo día a día dejo que los demás saquen las suyas. Lo que no admito, ni quiero, ni consiento es que  se saquen por otro. Cada quien es muy libre de pensar deductivamente o inductivamente  cómo conseguir la solución,  si es que existe, a un problema, que a lo peor, tampoco es tal. De cualquier forma, igual que en aquella ocasión nos mutamos en ratas de biblioteca en los ratos libres a la espera de conseguir resultados, más de uno debería imitarnos. Lo demás, no dejará de ser un examen mal respondido que no alcanzará los resultados que sueña en un selectivo llamado vida.



Jesús(defrijan)     

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