lunes, 2 de mayo de 2016


   Parrilla de salida

Supongo que será la consecuencia del auge del  automovilismo  lo que da pie a cuanto veo cada vez que salgo a pasear. A ambos lados del cauce convertido en arteria verde de la ciudad, pertrechados  en unos monos coloridos y protegidos con auriculares insonorizados, unos peones calientan motores.  Y lo hacen al más puro estilo del piloto avezado que suele aparecer en cualquier prueba del campeonato mundial de fórmula uno. Ni previas clasificatorias ni nada que se le parezca. Los sponsors a la espera de rotular sobre el carenado  sus productos y los octanos listos para ser el alimento de esos émulos benhurianos a lomos del monoplaza. He de confesar que el nivel de corte del césped mantiene sus credenciales y por más líneas de nazca que pudieran vislumbrarse desde las alturas, el circuito queda  de lo más lucidor. La única competencia posible la ofrecen los palomos semidormidos que huyen ante el rugido de semejantes cilindros. La única distracción  el paso de algún ciclista despistado que les saca de su concentración a pesar de la envidia que les despiertan. La única certeza es saber que ocuparán la pole en la carrera definitiva que a buen seguro imaginan para sus adentros. Más de una sonrisa esparcida tras el halo de verdor recién regado dan testimonio de todo ello y por más insistencia que tenga la hierba en crecer, más pundonor en el empeño por parte de estos nikis laudas de los parterres. Aquellos que habéis disfrutado como yo de las pistas de coches de choque, sabréis de qué hablo. Allí, tras las fichas amarillas, bajo los sones de la canción de moda, más de uno empezamos a aficionarnos a los volantes. El destino quiso que sólo los elegidos acabasen siendo los reyes de un monoplaza que todas las mañanas disputa un nuevo gran premio sobre un asfalto verde. La bandera a cuadros no se necesita; de sobra saben que serán ellos  los ganadores y la corona de laurel se la trenza su sonrisa.  



Jesús(defrijan)

No hay comentarios:

Publicar un comentario