Los exámenes de Septiembre-Julio
A ver si soy capaz de explicarme a mí mismo lo que a todas luces parece
sencillo y visto lo visto no lo es. El curso escolar se diseña con una duración
de unos nueve meses y a lo largo de los mismos el seguimiento del alumno por parte
del profesorado es exhaustivo. Con sus más y su menos, llega el temido mes de
Junio y allí, para bien o para mal
aparecen los resultados. Periodo vacacional a la vista para unos y periodo de
rectificación para otros. Parece lógico que aquellos que por distintas
circunstancias no han superado los niveles planteados tengan la oportunidad de
rectificación o subsanación a lo largo del verano y así, llegado Septiembre,
demostrar que su esfuerzo y sacrificio ha valido la pena. Con ello evitarán las
repeticiones que les abocan a quedar descolgados del grupo al que pertenecen y
quizá en el curso siguiente demuestren que han aprendido la lección. Parece
lógico, ¿no? Pues no, no lo es, no señor. De modo que se implanta la modernidad de reducir los meses
de recuperación veraniegos a unos escasos diez días en los que se debe
demostrar que una ciencia infusa ha convertido a los insuficientes en sobrados.
Milagrosamente, el calor, la ausencia de sus compañeros, las apetencias
desconocidas hasta ahora, salen a la luz y la marmita obra en consecuencia
evitando el tan temido fracaso escolar. Unos superpoderes hasta ahora ocultos
han venido a osmotizarse sobre las pieles de quienes dejaron pasar el tiempo a
la espera de dicho milagro. Así, todo recuperará el alienamiento del rebaño en pos a un disimulo de la torpeza.
Llega el tiempo del descanso para todos, incluidas aquellas obsoletas academias
que se convertían en purgatorios caniculares. A disfrutar, que es de lo que se
trata. Unos sabrán que no se merecen lo que acaban obteniendo y otros darán por
buenas unas notas que les eviten el sonrojo de verse señalados. No pasa nada, y
si pasa, se le saluda. Semanas de playa, montaña, viajes, pueblo, verbenas, trasnoches,
no se van a estropear por una nimiedad como esta. Aquellos que en alguna
ocasión sufrimos los reveses del suspenso y tuvimos que penar durante el verano
no fuimos más que unos descolocados de la pura realidad. Una realidad como la
actual en la que el fracaso ni se admite ni se tolera. De cualquier forma,
hasta que alguien recupere el juicio, el tema seguirá. Ya habrá momentos para
darse de bruces con la realidad de una sociedad cuando crezcan y entonces se
les podrá culpar a aquellos que ya no estén.
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