Las sillas vacías
Una noche más las sillas vacías
harán acto de presencia alrededor de la mesa. Entre aquellos manteles aderezados
con estampas navideñas los huecos que hace tiempo se produjeron volverán a
llenarse. Por unas horas, sólo por unas horas, pero volverán a llenarse. Y
aquellos que ayer estábamos en la franja intermedia de la edad siendo a la vez
padres e hijos sabremos que la mesa sigue
cojeando desde que se fueron. Será difícil disimular las miradas hacia la anécdota
renacida y haremos un esfuerzo supremo en callarla ante quienes no guardan
recuerdo vivo de aquello. Los video grabados duermen en los cajones y la vida
dictó su rumbo. Sobre uno de los rincones el árbol parpadeará. Un poco más allá
las figuras del Nacimiento se sabrán protagonistas y el buey silenciará el
nombre de quien en un descuido infantil le lesionó el cuerno. Da igual. Sigue
luciendo tal desperfecto que nadie repara en ello a sabiendas de que todo se perdona
en esta noche. Como fondo, un ignorado runrún televisivo acompañará sin permiso
a la celebración y todo volverá a saber a musgo, a turrones, a leña prendida. Las
serpentinas se mostrarán dispuestas a sobrevolar las calvas a nada que empiecen
a tintinear los aguinaldos en los bolsillos. Hacia la medianoche un gallo se dispondrá a cantar de nuevo como
queriendo hacernos partícipes de la magia y nosotros volveremos nuestros ojos
hacia la inocencia. Quizá un barbudo orondo y rojo se deslice entre las
cortinas y arranque con ello un gesto de admiración entre los ojos asombrados y
temerosos. No saben aún cuan ingrata es la vida ni falta que les hace saberlo
todavía. Vivirán en la ilusión de ser partícipes de algo poco común que deben
aprovechar al máximo. Dentro de nada, antes de lo que se creen, estarán
ocupando el escalón intermedio. Será el lento transcurrir de los calendarios
quien se encargue de llevarlos al puesto que ahora nos ven ocupar. Es pronto
para que entiendan que los que hoy nos
sentimos huérfanos alcanzaremos el último rellano y puede que entonces, la vida
vuelva a ser ese juego maravilloso que hace tanto tiempo nos salió al paso.
Será el momento de ocupar el hueco que dejaron las sillas vacías. Probablemente
sintamos a nuestras espaldas un abrazo que tanto echábamos de menos y que esta
noche, por fin, regresa a nosotros para hacerse perpetuo. Feliz Nochebuena,
amigos.
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